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LA LLUVIA AMARILLA, JULIO LLAMAZARES


Enviado por   •  9 de Octubre de 2022  •  Resúmenes  •  979 Palabras (4 Páginas)  •  252 Visitas

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LA LLUVIA AMARILLA, JULIO LLAMAZARES

Julio Llamazares publicó su novela La lluvia amarilla en 1988, una década después de la promulgación de la Constitución de 1978. En estas fechas, se vuelve a la narración clásica y surgen voces nuevas que buscan la originalidad. Aunque La lluvia amarilla fue publicada en los años de la movida madrileña, cuando los temas urbanos se imponían a los rurales, tuvo éxito de crítica y de público. Se inscribe en la literatura neorrealista de carácter intimista, pues se adentra en la interioridad del ser humano y se centra en la reflexión sobre la propia existencia. Rechaza la imitación de la realidad y está pobladas por personajes cercanos al mito y al símbolo. La presencia del pueblo como referente afectivo y social marca el signo poético, el tono nostálgico y la temática de los pueblos moribundos, vaciados por la huida de los jóvenes y el fallecimiento de los ancianos. No se ofrece una imagen idílica del espacio rural. La lluvia amarilla cuenta la vida del último habitante de Ainielle, que recupera en un monólogo toda su vida mientras agoniza e imagina cómo será la expedición de hombres del pueblo más cercano que encuentren su cadáver. Son varios los temas que destacan: el éxodo rural de la segunda mitad del siglo XX, el abandono de culturas ancestrales, que supone la pérdida de la memoria individual y colectiva. La complejidad del mundo interior del protagonista propicia el carácter existencial (la soledad, el aislamiento, el rechazo de la compañía de otras personas) de la novela. La muerte también está presente: el suicidio de su esposa, la muerte de sus propios hijos, de los vecinos fallecidos del pueblo, la muerte de su perra fiel y del propio pueblo. La enfermedad, la locura, la alucinación, va haciéndose presente en el protagonista: Andrés cree ver la aparición de su madre, de Sabina, de sus hijos muertos, de otros vecinos fallecidos; cree oír la respiración ahogada de su hija, la voz de Sabina llamándolo. Tras la picadura de una víbora, se agudiza la distorsionada visión de la realidad que le provoca la soledad y la tristeza. La memoria, los recuerdos de Andrés, en un principio lúcidos y a medida que avanza la trama empañados de evidentes signos de locura, es lo único que le queda, además de su perra, como compañía en los últimos momentos de su vida. Andrés es consciente de que con su muerte se producirá la muerte de su memoria, de sus recuerdos, y de su pueblo. Los veinte capítulos se dividen en dos partes. En la primera parte, el primero y el último capítulo, el protagonista imagina y describe en un tono profético los acontecimientos que sucederán tras su muerte; de ahí el empleo del tiempo futuro que desconcierta al lector al principio de la novela. En la segunda parte, del dos al diecinueve, narra sus recuerdos según el fluir de su conciencia. La obra va avanzando de una forma circular y la repetición del final equivale a cerrar el círculo definitivo. La acción se ubica en un espacio paisajístico real en las montañas del Pirineo de Huesca, un pueblo que muere, junto con su último habitante. Es un espacio representativo que simboliza el límite entre dos mundos: el exterior y el interior, de modo que abarca tanto los elementos externos: el paisaje, la naturaleza, el clima (invierno, viento, lluvia, nieve), como los elementos internos que son verdaderos símbolos de los externos: la soledad, el olvido, el aislamiento, la muerte. Se observa una clara identificación entre el paisaje y el estado anímico del personaje. Presenta una estructura temporal caótica, desordenada, poco fidedigna según el recuerdo en la agonía del protagonista. Se concretan acontecimientos de la vida del protagonista, mediante analepsis sin respetar una linealidad temporal. Los hechos narrados se sitúan en las épocas frías del año, en horas de escasa o nula luminosidad (anocheceres, amaneceres, noches). Este ambiente oscuro y frío viene a señalar la proximidad de la muerte del personaje, la destrucción final de la vida (pueblo y persona). Destaca la concepción psicológica del tiempo, cómo el personaje-narrador percibe el paso del tiempo. Andrés reflexiona numerosas veces acerca del tiempo y su transcurrir. La novela es un intento desesperado de recuperar el tiempo perdido, de conservarlo, al menos en la memoria de un personaje moribundo. En los últimos diez años del personaje el tiempo es pesado, pasa lenta y monótonamente. Los personajes se clasifican en tres grupos: los vivos como el protagonista, Andrés, personaje-narrador que conduce el relato. Su ánimo no varía a lo largo de la novela: pesimista, melancólico, desanimado, desalentado, abatido, deprimido y triste. Ni siquiera selecciona momentos positivos en sus recuerdos. Personajes no vivos o ausentes que se conocen a través de los recuerdos de Andrés, de su memoria. Son sus familiares fallecidos, antiguos vecinos del pueblo y su hijo ausente, Andrés. Destaca su perra fiel, personaje no humano que le acompaña hasta que le da muerte para evitar que se quede sola tras su propia muerte. Y los elementos de la naturaleza con una dimensión antropomórfica, aparecen personificados y se convierten en los únicos acompañantes de Andrés.  El estilo corresponde a una novela lírica por su lenguaje expresivo  y metafórico, por la densidad semántica de los significantes o el empleo de variados recursos rítmicos como la lentitud o la monotonía. Es una novela corta, connotativa, descriptiva, intimista y existencial.

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