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Literatura Infantil


Enviado por   •  20 de Abril de 2013  •  2.170 Palabras (9 Páginas)  •  364 Visitas

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LITERATURA INFALTIL DE POETAS

ARGENTINOS Y LATINOAMERICANOS

AUTORES:

-BENEDETTI MARIO,

-BASH ADELA,

LENGUA Y LITERATURA Y SU DIDÁCTICA

2º AÑO 1ª DIVISIÓN

-MAGISTERIO-

2012

Prólogo

GRATITUD

Cada vez que me cruzo en la calle con un noble viejo, a quien tiemblan las piernas y abate de la vida el peso, inefable impresión de ternura en el alma siento: le saludo, y su mano arrugada con cariño estrecho.

A veces, alguno, ignorando la causa del hecho, pregunta curioso: « ¿Es acaso de usted algún deudo?»

«Algo más, -le respondo orgulloso- ese noble viejo a quien amo y saludo, ése ha sido mi primer maestro».

Autor: Eduardo Vega Rodríguez

LOS RATONES

Juntáronse los ratones para librarse del gato; y después de largo rato de disputas y opiniones, dijeron que acertarían, en ponerle un cascabel, que andando el gato con él, librarse mejor podrían.

Salió un ratón barbicano,

colilargo, hociquirromo y encrespando el grueso lomo, dijo al senado romano, después de hablar culto un rato:

¿Quién de todos ha de ser el que se atreva a poner ese cascabel al Gato.

Autor: Lope de Vega.

En un trozo de papel

En un trozo de papel

con un simple lapicero

yo tracé una escalerita,

tachonada de luceros.

Hermosas estrellas de oro.

De plata no había ninguna.

Yo quería una escalera

para subir a la Luna.

Para a subir a la Luna

y secarle sus ojitos,

no me valen los luceros,

como humildes peldañitos.

¿Será porque son dorados

en un cielo azul añil?

Sólo sé que no me sirven

para llegar hasta allí.

Estrellitas y luceros,

pintados con mucho amor,

¡quiero subir a la Luna

y llenarla de color!

Autor: Benedetti Mario

Mariposa

Mariposa del aire,

qué hermosa eres,

mariposa del aire

dorada y verde.

mariposa del aire,

¡quédate ahí, ahí, ahí!...

No te quieres parar,

pararte no quieres.

Mariposa del aire

dorada y verde.

Luz de candil,

mariposa del aire,

¡quédate ahí, ahí, ahí!...

¡Quédate ahí!

Mariposa, ¿estás ahí?

Autor: Benedetti Mario

Balada del tiempo perdido

"Yo dormía pero mi corazón velaba..."

Cantares

Como a sus vanas hojas

el tiempo me perdía.

Clavada a la madera de otro sueño

volaban sobre mí noches y días.

Poblándome de una

nostalgia distraída,

la tierra, el mar, me entraban en los ojos

y por ociosas lágrimas salían.

Cuántos papeles ciegos

en la tarde vacía.

Qué multitud de imágenes miradas

como a través de una mortal llovizna.

Entorpecidas sombras

en vez de manos mías,

de tanto enajenarse en los espejos,

todo lo que tocaba se moría.

Memorias y esperanzas

callaban su agonía:

un porfiado presente demoraba

siempre las mismas ramas amarillas.

Qué tiempo sin sentido

el que mi amor perdía.

Qué lamentable primavera inútil

haciendo en vano flores que se olvidan.

Pero mi corazón

velaba y no sabía.

Recuperada su pasión secreta

ahora enamorado resucita.

Y el tiempo que hoy me guarda

entre sus hojas vivas

es un tiempo feliz desde hace tantos

sueños que nacerán en la vigilia.

Elena Walhs.

EL JUEGO

Paso, pasito, pisotón.

Corre, corre

que te pillo.

En la acera

juega el niño

y en la fuente,

el jilguero.

Paso, pasito, pisotón

quieto, quieto

que te veo.

En la plaza

saltan los niños

y en el agua

los luceros.

Paso, pasito, pisotón,

tú y yo

somos uno,

somos dos.

Balada triste

Era el otoño y era la llovizna,

la inicial certidumbre del poniente.

Mis pasos desandaban su tristeza

mientras sobre la tierra conmovida

era el otoño y era la llovizna

En el transcurso de las avenidas

todos los pájaros

muerto,

y las hojas llovían cautamente

sobre la hierba, cerca de mi sangre,

en el transcurso de las avenidas.

¿Qué llanto conocí, qué desconsuelo

bajo los árboles deshabitados?

Cuando en la fuente se reconocía

un cielo de palomas lejanísimas

qué llanto conocí, qué desconsuelo.

Oh muros de mi sed, aquellos muros

que no sé si existieron a mi lado;

bebí en ellos soledad de siglos,

luz funeraria, fríos alusivos.

Oh muros de mi sed, aquellos muros.

Triste ejercicio el de invadir la niebla

por ámbitos inciertos, declinando.

Atravesé desconocidos puentes

en el amanecer de los faroles.

Triste ejercicio el de invadir la niebla.

Todos los pájaros habían muerto

en el transcurso de las avenidas.

Qué llanto conocí, qué desconsuelo:

era el otoño y era la llovizna,

todos los pájaros habían muerto.

Elena Walhs.

El viaje

Sólo quiero tu casa de ternura,

vivir en su calor.

Eres el mar y la orilla segura

porque el único viaje es el amor.

Reconocer tu alma, qué aventura

de mágico sabor.

Allí tendré profundidad y altura

porque el único viaje es el amor.

Besos

...

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