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Vuelta al mundo en 80 días.


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2016  •  Ensayo  •  2.967 Palabras (12 Páginas)  •  423 Visitas

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La Vuelta al Mundo en 80 días La historia comienza describiendo al personaje principal de esta obra, Phileas Fogg, personaje enigmático y del cual sólo se sabía que era un hombre muy galante y de los más cumplidos gentleman de la alta sociedad inglesa. Phileas Fogg exigía de su único criado una regularidad y una puntualidad extraordinarias. Un día común, Phileas Fogg había despedido a James Foster, su criado, por el enorme delito de haberle llevado el agua para afeitarse a 84 grados Fahrenheit en vez de 85, y esperaba a su sucesor, que debía presentarse entre once y once y media de la mañana. Phileas Fogg era la exactitud personificada, era de aquellas personas matemáticamente exactas que nunca precipitadas y siempre dispuestas, economizan sus pasos y sus movimientos. Atajando siempre, nunca daba un paso de más. No perdía una mirada dirigiéndola al techo. No se permitía ningún gesto superfluo. Jamás se le vio ni conmovido ni alterado. Era el hombre menos apresurado del mundo, pero siempre llegaba a tiempo, sabía que en la vida hay que dedicar mucho al rozamiento. Fogg, es una de esas personas poco conocida, en cuanto al guardarropa del señor, estaba perfectamente arreglado y maravillosamente comprendido. Cada pantalón, levita o chaleco tenía su número de orden, reproducido en un libro de entrada y salida, que indicaba la fecha en que, según la estación, cada prenda debía ser llevada; reglamentación que se hacía extensiva al calzado. En las empresas encontramos gerentes con muchas cualidades, sin embargo, encontrar personas con el perfil de Philias Fogg es muy complicado, ser estrictamente exactos quizá en nuestra cultura no encaja, tener las cualidades de Fogg quizá sean las características que necesiten nuestros lideres para que cumplan sus objetivos y que se comprometan con los retos que demandan las empresas actuales, porque cuando de retos se trataba Fogg era el primero en asumirlos, visitaba un club distinguido, estando en un juego de whist con sus compañeros Decidieron apostar: Phileas Fogg dijo: Apuesto veinte mil libras contra quien quiera a que yo doy la vuelta al mundo en ochenta días ¿Aceptáis? Aceptamos -respondieron los señores Stuart, Falletín, Sullivan, Fianagan y Ralph después de haberse puesto de acuerdo. Señores, me voy; y como he de visar mi pasaporte en diferentes puntos, eso os servirá para comprobar mi itinerario. Regresando dentro de ochenta días, el sábado 21 de diciembre de 1872 a las ocho y cuarenta y cinco minutos de la noche. Hasta la vista, señores. Phileas Fogg, al dejar Londres, no sospechaba, sin duda, el ruido grande que su partida iba a provocar. La noticia de la apuesta se extendió primero en el Reform-Club y produjo una verdadera emoción entre los miembros de aquel respetable círculo. Luego, del club la emoción pasó a los periódicos por la vía de los reporteros, y de los periódicos al público de Londres y de todo el Reino Unido. Esta cuestión de la vuelta al mundo se comentó, se discutió, se examinó con la misma pasión y el mismo ardor que si se hubiese tratado de otro negocio. Unos se hicieron partidarios de Phileas Fogg; otros ---que pronto formaron una considerable mayoría- se pronunciaron en contra de él. Realizar esta vuelta al mundo de otra suerte que en teoría o sobre el papel, en este minimum de tiempo, con los actuales medios de comunicación, era no solamente imposible: era insensato. El "Times", el "Standard", el "Evening-Star', el "Morning-Chronicle" y veinte periódicos más de los de mayor circulación se declararon contra el señor Fogg. Únicamente el "Daily-Telegraph" lo defendió hasta cierto punto. Phileas Fogg fue tratado como maniático y loco, y a sus colegas del Reform-Club se les criticó por haber aceptado esta apuesta, que acusaba debilidad en las facultades mentales de su autor. Para que pudiese tener éxito el proyecto, era necesario admitir una concordancia maravillosa en las horas de llegada y de salida, concordancia que no existía ni podía existir. En Europa, donde las distancias son relativamente cortas, se puede en rigor contar con que los trenes llegarán a hora fija; pero cuando tardan tres días en atravesar la India y siete en cruzar los Estados Unidos, ¿podían fundarse sobre su exactitud los elementos de semejante problema? ¿Y los contratiempos de máquinas, los descarrilamientos, los choques, los temporales, la acumulación de nieves? ¿No parecía presentarse todo contra Phileas Fogg? Y bastaba con un solo retraso, con uno solo, para que la cadena de las comunicaciones sufriese una ruptura irreparable. Si Phileas Fogg faltaba, aunque tan sólo fuese por algunas horas a la salida de algún vapor, se vería obligado a esperar el siguiente, y por este solo motivo su viaje se vería irrevocablemente comprometido. Sin miedo a nada Fogg había aceptado llevar a cabo aquel gran reto sin que nadie pudiera convencerlo de abandonar su objetivo y sobre todo su palabra. El estaba consiente que iban a ver obstáculos en su camino. Todo líder de empresas debe estar consiente de que se van a presentar inconvenientes en su camino. Todo gerente debe considerarse capaz de resolver los problemas presentes en el camino hacia sus objetivos sin importar que grande sea este problema, Fogg se enfrentó a aquellos problemas hasta un momento, difíciles de imaginar como el siguiente: El honorable gentleman desapareció para dejar sitio al ladrón de billetes de banco. A Fogg se le había acreditado el robo de un banco de Londres, su fotografía, depositada en el Reform-Club con las de sus colegas, fue examinada. Reproducía rasgo por rasgo al hombre cuyas señas habían sido determinadas en el expediente de investigación. Todos recordaron lo que tenía de misteriosa la existencia de Phileas Fogg, su aislamiento, su partida repentina, y pareció evidente que este personaje, pretextando un viaje alrededor del mundo y apoyándose en una apuesta insensata, no tenía otro objeto que hacer perder la pista a los agentes de la policía inglesa. Hasta este momento el viaje de Fogg no había sido interrumpido por este problema más adelante se convertiría en un obstáculo para lograr sus objetivos. La planificación se hace evidente en el viaje de Philias Fogg utilizaba un libro de anotaciones, que llevaba los siguientes apuntes: "Salida de Londres, el miércoles 2 de octubre a las ocho y cuarenta y cinco minutos de la tarde. "Llegada a París, el jueves 3 de octubre a las siete y veinte de la mañana. "Llegada por Monte Cenis a Turín, el viernes 4 de octubre a las seis y treinta y cinco minutos de la mañana. "Salida de Turín el viernes a la siete y veinte minutos de la mañana. "Llegada a Brindisi el sábado 5 de octubre a las cuatro de la tarde. "Embarcado en el "Mongolia", el sábado a las cinco de la tarde. "Llegada a Suez, el miércoles 9 de octubre a las once de la mañana. "Total de horas transcurridas, ciento cincuenta y ocho y media, o sea seis días y medio". Míster Fogg escribió estas fechas en un itinerario dispuesto por columnas, que indicaba, desde el 2 de octubre hasta el 21 de diciembre, el día de la semana, el del mes, las llegadas reglamentarias y las efectivas en cada punto principal, París, Brindisi, Suez, Bombay, Calcuta, Singapore, Hong-Kong, Yokohama, San Francisco, Nueva York, Liverpool, Londres, y que permitía calcular el adelanto obtenido o el retraso experimentado en cada punto del trayecto. Este método itinerario lo tenía de esta suerte en cuenta todo, y mister Fogg sabía siempre si adelantaba o atrasaba. Por consiguiente, inscribió también aquel día, miércoles 9 de octubre, su llegada a Suez, que cuadrando con la llegada reglamentaria no le daba ventaja ni desventaja. Fogg, organizaba y dirigía todo su viaje con exactitud, su planificación exacta le permitía organizar con facilidad, organizaba cada partida y llegada del transcurso de su viaje a manera de hacer cumplir su planificación al 100%, su criado Picaporte era el colaborador más fiel y disciplinado que hubiere podido tener, a pesar de algunos obstáculos que lo hizo culpable de pérdida de tiempo. El control ameritaba una absoluta importancia para Philias, según su planificación El “Mongolia” no debía llegar a Bombay hasta el 22 de octubre y arribaba el 20. Era, por consiguiente, una ventaja de dos días desde la salida de Londres. La cual fue inscrita metódicamente en la columna de beneficios del itinerario. Fogg rectificaba el cálculo de las horas empleadas desde su salida de Londres, y se hubiera dado un restregón de manos, a no ser enemigo de movimientos inútiles al ver que sus instrumentos de control revelaban 2 días de ventaja. La motivación de los colaboradores en un reto u objetivo tan peculiar, es oportuno, Picaporte, el colaborador fiel de Fogg, tomaba por lo serio los proyectos de su amo, creía en la realidad de la apuesta, y por consiguiente en la vuelta al mundo y en el maximum de tiempo que no debía excederse. Picaporte se inquietaba ya por las tardanzas posibles y por los accidentes que podían sobrevenir en el camino. Se sentía como interesado en esta apuesta. Por eso, siendo mucho menos flemático que mister Fogg, estaba mucho más inquieto. Contaba y volvía a contar los días transcurridos, maldecía las paradas del tren. Los obstáculos, que nunca faltan, se hicieron presentes camino de Bombay a Hallahabad. Sin duda, el ferrocarril que conducía a nuestros aventureros no estaba concluido. Picaporte analizó que se trataba de una tardanza absolutamente perjudicial a sus intereses y a los de su amo. Sin embargo Fogg, se mostraba sereno y advirtió a Picaporte que ya estaba previsto ese contratiempo, él sabía que un obstáculo cualquiera surgiría tarde o temprano en el camino. Ahora bien, no hay nada comprometido. Tenía dos días de adelanto que sacrificar. No había nada que decir ante una respuesta dada con tan completa seguridad, sin perder más tiempo el líder gerente de aquel proyecto tan importante buscó alternativas para solucionar el problema, en medio de un sin numero de alternativas, esta gran lista se había reducido a una sola opción comprar un elefante a un indio del pueblo más cercano. El indio no quería vender, pero aún pagándolo veinte veces más de lo que valía, lo poseería. A las dos mil libras el indio se entregó y emprendieron su viaje. Este episodio de la obra, nos muestra como esos obstáculos que impiden el logro de nuestro objetivo se deben resolver a costa de lo que sea. Tener una visión y un compromiso con un objetivo es muy importante ya que, nos da la motivación suficiente para lograrlo, recordando que no solo un obstáculo se presentará como pasó en el viaje de Mister Fogg y Picaporte. Camino de Bombay a Hallahabad, por la selva que atravesaban en el elefante, se escuchó una gran caravana de indios que se acercaba, era una especie de ritual cuyo objetivo era quemar viva a una mujer junto al cadáver de su esposo. Fogg, Picaporte, Sir Francis, un amigo de juego que Fogg había encontrado en el ferrocarril y el guía que habían contratado para el viaje, mostrando de este modo que necesitamos de otras personas o empresas para lograr nuestros objetivos, presenciaban tal acto. ¿Y si salvásemos a esa mujer? Sugirió Fogg, tengo todavía doce horas de adelanto y puedo dedicarlas a esto exclamó. ¡Sois entonces hombre de corazón! -Dijo sir Francis Cromarty. Algunas veces, respondió sencillamente Phileas Fog, cuando me sobra tiempo y dicho esto realizaron el acto heroico y salvaron a la mujer. El invertir recursos para llevar a cabo buenas obras debe ser parte de la responsabilidad social de todas las empresas, actos de caridad que no generen utilidades a la empresa, pero si una buena imagen, son oportunidades que se deben aprovechar, mister Fogg no ganaba nada con salvar aquella mujer, sin embargo una empresa gana mucho haciendo frente su responsabilidad social. Al llegar a su destino y presentándose más obstáculos, abordaron el siguiente barco, Fogg calculaba la llegada a Hong-Kong, sus controles reflejaban un retraso de veinte horas debido a que la tempestad del mar no cesaba. Phileas Fogg asistía a aquel espectáculo de un mar furioso que parecía luchar directamente contra él, sin perder su habitual impasibilidad. Su frente no se nubló ni un instante, y sin embargo, una tardanza de veinte horas podía comprometer su viaje, haciéndole perder la salida del vapor de Yokohama. Pero ese hombre sin nervios no experimentaba ni impaciencia ni aburrimiento. Hasta parecía que la tempestad estaba en su programa y estaba prevista. Pero no era posible recobrar todo el tiempo perdido. Era necesario resignarse, y la tierra no se divisó hasta el día 6 a las cinco de la mañana. El itinerario de Phileas Fogg señalaba la llegada para el 5. Había, pues una pérdida de veinticuatro horas, y necesariamente se perdía la salida para Yokohama. Habría evidentemente veinticuatro horas de atraso en Yokohama, pero durante los veintidós días que dura la travesía del Pacífico sería fácil recobrarlas. En los ochenta días que incurriría el viaje, Fogg se presentó a muchos más obstáculos más, el abordo de barcos, la pérdida de su criado picaporte que luego apareció, el seguimiento de un agente por la acusación de robo, duelos de honor por resolver, robos al tren que los transportaban y el secuestro de su criado a quien resolvió buscar y defender sin importar comprometer su proyecto demostrando de esta forma lealtad ante su colaborador. Fogg fue arrestado días antes de llegar a Londres de regreso, por el delito de robo por el que se le acusaba. Los obstáculos vienen y van en nuestra vida, en las empresas y en todo ámbito, comprometiendo el logro de objetivos y proyectos, amenazando el bienestar de socios, gerencia y colaboradores. Los gerentes que resuelven problemas que afectan directamente a sus colaboradores, como Fogg que decidió rescatar a Picaporte de las manos de sus secuestradores, brindan a las personas que los acompañan y apoyan en sus objetivos, lealtad y sobre todo brindan la importancia que merece este apoyo. Phileas Fogg, después de haber dado la vuelta al mundo, llegaba a Londres con un atraso de cinco minutos ya que debía llegar el sábado 21 de diciembre de 1872 a las ocho y cuarenta y cinco minutos y según su itinerario llegó el sábado 21 de diciembre a las ocho y cincuenta minutos. Había perdido la apuesta. Sin embargo Fogg no sabía que había llegado el viernes 20 de diciembre, a las ocho y cincuenta minutos. Phileas Fogg había cumplido la vuelta al mundo en ochenta días, había ganado la apuesta de veinte mil libras. ¿Y cómo, siendo tan exacto y minucioso, había podido cometer el error de un día? ¿Cómo se creía en sábado 21 de diciembre, cuando había llegado a Londres en viernes 20, setenta y nueve días después de su salida? He aquí el motivo de este error. Es muy sencillo. Phileas Fogg, sin sospecharlo, había ganado un día en su itinerario; y esto porque había dado la vuelta al mundo yendo hacia Oriente, pues lo hubiera perdido yendo en sentido inverso, es decir, hacia Occidente. En efecto, marchando hacia Oriente, Phileas Fogg iba al encuentro del sol, y por consiguiente, los días disminuían para él tantas veces cuatro minutos como grados recorría. Hay 360 grados en la circunferencia, los cuales, multiplicados por cuatro minutos, dan precisamente veinticuatro horas, es decir, el día inconscientemente ganado. En otros términos: mientras que Phileas Fogg, marchando hacia Oriente, vio el sol pasar ochenta veces por el meridiano, sus colegas de Londres no lo habían visto más que setenta y nueve. Por eso aquel mismo día, que era sábado, y no domingo, como lo creía mister Fogg, lo esperaban los de la apuesta en el salón del Reform-Club. Y esto es lo que el famoso reloj de Picaporte, que siempre había conservado la hora de Londres, hubiera acusado, si al mismo tiempo que las horas y minutos hubiese marcado los días. Phileas Fogg había ganado, pues, las veinte mil libras; pero, como había gastado en el camino unas diez y nueve mil, el resultado pecuniario no era gran cosa. Sin embargo, como se ha dicho, el excéntrico gentleman no había buscado en esta apuesta más que la lucha y no la fortuna. Y aun distribuyó las mil libras que le sobraban entre sus colaboradores. El objetivo de un reto o proyecto no es siempre las utilidades que resulten. Existen cosas más valiosas que el dinero, las relaciones con personas importantes, nuestra proyección hacia causas nobles, y un sin numero de actividades más que no nos generan ingresos, son mucho más importantes que el dinero. La recompensa para Fogg por lograr con éxito este proyecto no se compra con dinero. La apuesta estaba ganada, haciendo Phileas Fogg su viaje alrededor del mundo en ochenta días. Había empleado para ello todos los medios de transporte, vapores, ferrocarriles, coches, yatchs, buques mercantes, trineos, elefantes. El excéntrico caballero había desplegado en este negocio sus maravillosas cualidades de serenidad y exactitud. Pero, ¿qué había ganado con esa excursión? ¿Qué había traído de su viaje? Nada, se dirá. Nada, enhorabuena, a no ser una linda mujer, que, por inverosímil que parezca, le hizo el más feliz de los hombres. Y en verdad, ¿no se daría por menos que eso la vuelta al mundo? La chica viuda que había salvado en su viaje de ser quemada con el cadáver de su esposo, se convertía en su esposa después de ser un apoyo incondicional para cumplir sus objetivos. Todo proyecto tiene sus recompensas, el compromiso que demostremos para cumplir nuestros objetivos será el mejor medio para lograrlos, vencer obstáculos es un gran desafío, enfrentar problemas solucionándolos rápidamente es una virtud, pero sobre todo la visión que tengamos y el compromiso por lograrla, es lo que realmente nos hace fuertes y capaces de enfrentarnos muchas veces hasta a nosotros mismos como obstáculo en el camino.

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