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LA NIEVE ES UN LUGAR GONZALO HERNÁNDEZ SANJORGE . Guión De Cine


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2011  •  6.806 Palabras (28 Páginas)  •  2.292 Visitas

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LA NIEVE ES UN LUGAR

GONZALO HERNÁNDEZ SANJORGE

PERSONAJES

El Trapecista,

La Equilibrista,

El Soldado,

El Comandante (que es el Soldado con otra ropa.)

ÚNICO ACTO

1.- INT / CASA SALA / TARDE

Todo transcurre en una cabaña en la nieve. Hay una puerta que da al exterior y otras dos puertas a los costados de la habitación. Hay una ventana que da hacia fuera, una estufa a leña, un sillón, y una enorme mesa a un costado.

Escena I

El Trapecista, La Equilibrista.

(El Trapecista y la Equilibrista asoman sus caras al vidrio de la ventana intentando ver si hay alguien dentro. Golpean el vidrio, llamando. Es evidente que tienen mucho frío. Entran. Tienen unos abrigos que parecen improvisados.)

(Entrando trapecista a la casa.)

Trapecista:

Por fin, un lugar para guarecernos. ¡Entra de una vez, mujer!

(Entrando equilibrista a la casa.)

Equilibrista:

Es que estoy endurecida.

(Jalándola del brazo y cerrando la puerta, gritando.)

Trapecista:

Vamos, entra. ¿Hay alguien aquí?!

Equilibrista mirando alrededor, de manera sarcástica y temerosa pregunta.

Equilibrista:

¿Es que no hay nadie en este sitio? Siempre y cuando aquí pueda querer habitar alguien.

Trapecista se dirige al área de cocina mirando la estufa. Se quita el abrigo, lo deja a lado del sillón

Trapecista:

La estufa está apagada. Tal vez hayan salido.

Contesta a trapecista al mismo tiempo que mira a su alrededor de manera temerosa. Se quita el abrigo, lo deja caer a lado suyo.

Equilibrista:

Tal vez hayan muerto.

Se aleja de la cocina dirigiéndose a equilibrista.

Trapecista:

No seas ave de mal agüero.

Equilibrista Se sienta en el sillón, junto a la estufa, de manera irónica responde a equilibrista.

Equilibrista:

Si fuera un ave me iría volando. Aunque a juzgar por mi suerte, seguro sería un pingüino.

Trapecista regresa en dirección a la estufa enciende la estufa. Se sienta en el sillón

Trapecista:

Venga, que ya se te va a pasar el frío.

En tono de reproche la equilibrista se dirige a trapecista al mismo tiempo que niega sentarse con el.

Equilibrista:

¿Y la bronca? Mira que te lo dije. Te lo dije... cabeza hueca.

Fastidiado contesta a equilibrista, en tono fuerte pregunta si hay alguien al rededor

Trapecista:

¡Termínala de una vez, mujer! ¡¿Es que no hay nadie?!

A manera de reproche equilibrista se dirige a trapecista

Equilibrista:

Te lo dije, te lo repetí una y otra vez y no me hiciste caso. No sé para qué tienes orejas si ni siquiera usas lentes.

Se levanta del sillón fastidiado contesta

Trapecista:

Sí, está bien, ya te escuché.

Triste equilibrista se dirige a trapecista

Equilibrista:

Lo que me pregunto es por qué no me escuchaste antes.

En tono de sorpresa contesta y regresa al sillón

Trapecista:

¡Es que parecía tan cierto, tan real!

Sarcásticamente y molesta responde al mismo tiempo que se apresura al sillón

Equilibrista:

Sí, sí, muy cierto, muy real. ¡Tan real que parece mentira en la que nos has metido!

Puesto en pie, Mirando al techo con tono de sorpresa responde.

Trapecista:

Yo vi algo tan blanco, tan radiante, tan enorme que pensé que era Dios.

Se cuestiona equilibrista

Equilibrista:

No se si me impresiona más el error teológico o el geográfico.

Con tono y mirada firma en la equilibrista responde tratando de convencer

Trapecista:

¿Y cómo iba a saber que era la nieve si nunca había visto antes la nieve? ¡Todavía no puedo creer que exista tanta nieve junta!

En tono de reproche

Equilibrista:

Podrías haberme creído a mí.

Reprochando la señala

Trapecista:

Tú tampoco conocías la nieve.

Le da la espalda a trapecista, a manera infantil responde

Equilibrista:

Pero al menos recordaba lo que contaba aquella domadora de caballos... la belga... la que tenía aquel perrito que parecía un felpudo...

Responde de manera dudosa.

Trapecista: ¿Eunice?

Responde de manera afirmativa mientras se dirige a la mesa y toma un utensilio de cocina dando la espalda a trapecista.

Equilibrista:

¡Esa misma! Se pasaba contando historias de la nieve.

Observa sus manos y responde

Trapecista: Yo pensé que mentía. Bastaba verle la forma de las manos para darse cuenta que era una persona a la que le gustaba mentir.

En tono de sarcasmo extendiendo las manos llevándolas a la cintura con utensilio en mano.

Equilibrista:

Suerte que no eres detective privado, estaríamos arruinados. Aunque claro... no se en qué situación estamos ahora.

Tratando de convencer, en tono soñador pregunta al mismo tiempo que toma el abrigo tirado de la equilibrista.

Trapecista:

Yo sólo pensé que era Dios, por eso vine hasta acá. ¿Te imaginas, poder conocer a Dios?

Le arrebata el abrigo, lo deja colgado en una silla y pregunta en tono retador.

Equilibrista:

¿Y tú que tienes de especial para que te ocurra un prodigio así? ¿Es que ahora también eres un místico?

Se dirige a equilibrista caminando en dirección a ella.

Trapecista: Soy un trapecista. O te olvidas que siempre quise serlo para estar más cerca del cielo.

Lo interrumpe y señala el abrigo.

Equilibrista: Antes de que empieces con la historia de tu niñez y tu imaginación sobre los ángeles, fíjate si todavía te queda algo que comer.

Se dirige al abrigo, lo toma, saca de un bolsillo lateral una bolsa de tela tela pequeña, y muestra lo que hay en su interior.

Trapecista:

Pues en esta bolsa... apenas unas semillas de manzana y un trozo de pan... muy duro.

Señala la estufa.

Equilibrista:

Aunque más no sea ponlo un momento en el fuego.

Pone pan al fuego y acerca las manos para calentarlas.

Trapecista:

Supongo que no es mala idea.

Se pregunta con tono de añoranza dando una pequeña vuelta en dirección a la ventana

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