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Liderazgo En Grande


Enviado por   •  30 de Agosto de 2012  •  4.379 Palabras (18 Páginas)  •  531 Visitas

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Comprendiendo

el liderazgo

por W.C.H. Prentice

Para los líderes efectivos, el desarrollo

de sus empleados en el largo plazo

es un tema de interés personal, y

usan el tacto y otras habilidades

sociales para estimularlos a lograr lo

mejor. No se trata de ser “simpático”

o “comprensivo”, sino de utilizar

las motivaciones individuales en

beneficio de promover un objetivo de

toda la organización.

os intentos de analizar el liderazgo

tienden a fallar porque el

aspirante a analista concibe mal

su tarea. Por lo general, no estudia el

liderazgo en absoluto. En su lugar, estudia

la popularidad, el poder, el talento

para el espectáculo, o la sabiduría para

la planificación de largo plazo. Algunos

líderes poseen estas habilidades, pero

ellas no forman parte de la esencia del

liderazgo.

El liderazgo consiste en el logro de

una meta mediante la dirección de colaboradores

humanos. El hombre que

organiza exitosamente a sus colaboradores

humanos para lograr metas específicas

es un líder. Un gran líder es

aquel que puede hacerlo día tras día,

L

1961

los clásicos de hbr

enero 2004 3

año tras año, en una amplia variedad de

circunstancias.

Puede que no posea o ejerza poder

y que la fuerza o las amenazas nunca

formen parte de su conducta. Puede

no ser popular; sus seguidores tal vez

nunca hagan lo que desea por cariño o

admiración hacia él. Puede no ser una

persona pintoresca; puede que nunca

use recursos memorables para dramatizar

los propósitos de su grupo o que

no llame la atención por su liderazgo.

En cuanto a la importante tarea de fijar

metas, quizás sea realmente un hombre

de poca influencia, o de pocas habilidades;

como líder, tal vez sólo lleve a cabo

planes ajenos.

Su logro excepcional es de tipo social

y humano, y proviene de comprender a

sus colaboradores y de la relación entre

las metas individuales de cada uno de

ellos y la meta grupal que él debe llevar

a cabo.

Problemas e ilusiones

No es difícil expresar en pocas palabras

lo que hacen los líderes exitosos para

ser efectivos. Pero es mucho más difícil

detallar los componentes que determinan

su éxito. El método tradicional

consiste en otorgar un reconocimiento

adecuado a cada función del empleado

de forma tal que él pueda prever la satisfacción

de alguno de sus principales

motivos o intereses en la realización de

la empresa grupal. Las manifestaciones

más toscas del liderazgo descansan solamente

en fuentes únicas de satisfacción,

por ejemplo, las recompensas en dinero,

o el alivio de temores relacionados con

varios tipos de inseguridad. La tarea es

asumida porque obedecer las órdenes

implica recibir un cheque de sueldo y

desobedecerlas es el camino al desempleo.

Nadie puede dudar de la efectividad

de tales formas de motivación, dentro

de ciertos límites. De una manera mecánica

logran vincular los intereses individuales

del empleado con los intereses

del empleador o del grupo. Pero las debilidades

de estas técnicas tan simples

son indudables. Los seres humanos no

son máquinas que funcionan con una

serie de botones. Cuando sus complejas

respuestas al amor, al prestigio, a la independencia,

al logro o a la pertenencia

de grupo no son reconocidas en el trabajo,

se desempeñan en el mejor de los

casos como autómatas, muy alejados de

su máxima eficiencia; y en el peor de los

escenarios, se comportan como esclavos

rebeldes que consciente o inconscientemente

sabotean las actividades que se

supone debieran impulsar.

Es irónico que nuestra única imagen

de “el líder” sea, a menudo, la de un

militar. Esto porque las organizaciones

militares –la mayoría de las veces, al

menos– son el ejemplo más puro de la

aplicación poco creativa de la recompensa

y el castigo como recursos de

motivación. La invención, durante la

Segunda Guerra Mundial, del término

“snafu” (las siglas, en inglés, de “situación

normal, todo estropeado”) no hace

más que resumir lo que la literatura

sobre la vida militar, desde Grecia y

Roma hasta la actualidad, ha registrado

ampliamente; a saber, que no existe

otra iniciativa humana que sea moralmente

más pobre, ni que evidencie más

negligencia y despilfarro.

En defensa de los militares, son relevantes

dos observaciones:

1. Es innegable que los militares tienen

problemas especiales. Debido a que

mueren hombres y deben ser reemplazados,

hay razones importantes para

tratarlos uniforme y mecánicamente.

2. La claridad sobre los deberes y

responsabilidades, maximizada por la

cadena autocrática del mando, no sólo

es esencial para la guerra, sino que tiene

indudable importancia para la mayoría

de las empresas grupales. En efecto,

cualquier desviación de un modelo de

liderazgo esencialmente militar todavía

es considerada, en algunos círculos,

como una forma de anarquía.

Todos hemos oído el lamento “alguien

tiene que ser el jefe” y supongo

que nadie estaría, seriamente, en desacuerdo.

Pero es peligroso confundir la

cadena de mando o el organigrama con

un método para hacer las cosas. Es más

bien comparable al diagrama de una

jugada de fútbol que muestra un plan

general y cómo cada individuo contribuye

a éste.

El diagrama no es liderazgo. Por sí

solo no tiene ninguna incidencia, de una

manera u otra, en cuán bien se ejecutará

la jugada. Sin embargo, el tema mismo

de la ejecución efectiva es el problema

del liderazgo. Las recompensas y amenazas

pueden ayudar a cualquier jugador a

realizar su tarea, pero, en el largo plazo,

para que el éxito continúe y la moral

sobreviva, cada jugador no sólo debe

entender su parte y su relación con el

esfuerzo grupal; también debe

...

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