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Ante la pérdida de un ser amado, lo que más necesitamos y lo último que alcanzamos es la resignación. No se trata de aprender a vivir con el dolor, es comprender y aceptar la pérdida y para lograrlo, se requiere más que el paso del tiempo, una reest


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2015  •  Prácticas o problemas  •  1.040 Palabras (5 Páginas)  •  186 Visitas

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DUELO

Ante la pérdida de un ser amado, lo que más necesitamos y lo último que alcanzamos es la resignación. No se trata de aprender a vivir con el dolor, es comprender y aceptar la pérdida y para lograrlo, se requiere más que el paso del tiempo, una reestructuración.

Existen cuatro aspectos a considerar en el proceso de duelo:

  1. Aceptación de la pérdida. Es lo más difícil de lograr, pero hay que tomar en cuenta que la muerte es más que el fin de una vida, implica el cambio de muchas más, la partida del ser amado es sólo un paso más para quienes se quedan. Es de gran ayuda hablar del deceso, por lo que es preciso que el doliente relate cómo ocurrió y la manera en que conoció la noticia, esto permite que se familiarice con la idea, no implica atormentarlo sino hacerlo rememorar para que calme su sentir paulatinamente. Se necesita hacer reflexionar al doliente que lo que ocurrió no se debe a la bondad o la maldad de las personas, sino que forma parte de la vida, independientemente de la religión que se profese en recomendable buscar consuelo en la espiritualidad. Hay que expresar nuestro apoyo a la persona y más que dar palabras alentadoras, se debe abrazar y permitirle que se desahogue libremente.
  2. Desahogo. Parte de la aceptación es el desahogo y para ello el doliente tiene que expresar verbalmente y/o a través del llanto su sentir, inhibir cualquier sentimiento, prolonga el proceso. Hay que romper con la idea de “hacerse el fuerte” para que los quienes nos rodean no piensen que somos una preocupación o un fastidio. Es importante expresar todo lo que se siente, sin importar de qué emoción se trate: tristeza, culpa, miedo, impotencia, enojo, etc.
  3. Reincorporación a las actividades cotidianas. Es conveniente estar cerca y al pendiente de la persona en duelo. Es importante que la persona se reincorpore a su trabajo y a su rutina a pesar de que no tenga concentración y le cueste dificultad.
  4. Interés por la vida. Hay que animar a la persona a que recupere sus proyectos de vida, sus metas e intereses, así como mencionarle a las personas que aún están con vida y se preocupan por él. No es favorable obligar a la persona en duelo a realizar actividades que requieran que esté alegre, pues podrían ocasionarle sentimientos de culpa o pensamientos de que no va a lograr superar lo que siente. No hay que presionarlo para que olvide, pues nunca se olvida una pérdida, se reaprende a vivir en base a ella, no se deben censurar los sentimientos del doliente. Hay que aprender a revalorar la vida y lo que se tiene, estar cerca de los seres amados ayudará a superar la pérdida.

ETAPAS DEL DUELO

Es inevitable que el doliente se sienta vulnerable y que por ese motivo sus mecanismos de defensa pueden ser incomprendidos por quienes le rodean, pero para entenderlo mejor es importante saber sobre el camino que el doliente tendrá que recorrer para que acepte la muerte de la persona amada.

  1. Anterior al desenlace. Cuando se sabe que el ser amado fallecerá, la primera reacción es de  asombro, después se da paso a la negación, se vive una represión de emociones pues lo más importante es brindarle apoyo  la persona que va a morir.
  2. Inicial. Inmediatamente después del fallecimiento, llega el impacto emocional, reacción de rechazo, negación, ésta etapa puede durar semanas o meses, puede mostrarse renuente a mencionar a la persona muerta y las personas a su alrededor deben evitar decirle frases como: “sé cómo te sientes”, “sigue adelante”, “tienes hijos”, “él o ella están en un lugar mejor”, etc., pues no son de gran ayuda. Debemos aceptar el silencio, pues el doliente es quien decide si desea hablar del tema o no. Guardar silencio, demostrarle nuestro apoyo, ofrecer nuestra ayuda y compañía (si él la acepta), es lo mejor que podemos hacer.
  3. Intermedio. Cuando llega el enfrentamiento a la vida diaria, hay mayor percepción de pérdida, sentimientos de culpa, en esta etapa todo depende del tipo de relación que mantenía con la persona fallecida, el doliente puede mostrar interés en hablar del tema, hay que escucharlo con atención para saber qué es lo que necesita.
  4. Restablecimiento. En esta etapa se tienen nuevos deseos, hay nuevas relaciones sociales, predomina la nostalgia, la vida ya no será como antes, hay que aclarar que no es un nuevo comienzo pues no se puede borrar lo que hasta ahora ha sucedido.

Debemos comprender que las etapas del duelo, no se presentan en orden, muchas personas pueden saltar de una etapa a otra, o presentar características de varias de ellas. Cuando el doliente se queda estancado y no llega a una readaptación, es importante intervenir para ayudarlo, consultar a un profesional en tanatología es lo indicado.

RECOMENDACIONES PARA AYUDAR AL DOLIENTE:

  1. Llámalo, permanece en contacto, pregunta cómo puedes ayudar, aun cuando haya pasado mucho tiempo, nunca es tarde para expresar tú interés.
  2. Al principio habla poco, un breve abrazo, un apretón de manos, tus contadas palabras de afecto quizá sea todo lo que necesite.  
  3. Evita los pésames comunes, no ayudan de nada, un simple “lo siento” es suficiente, no intentes minimizar la pérdida.
  4. Acepta el silencio del doliente, si no tiene ánimo de hablar, no fuerces la conversación, el silencio es mejor que una plática sin sentido, permite que sea él quien tome la iniciativa.
  5. Aprende del doliente, no trates de instruirlo.
  6. Cuando el doliente quiera hablar, escucha con atención, así sabrás que es lo que le duele y lo que necesita.
  7. Evita hablar con los demás de cosas triviales en presencia del doliente, una conversación prolongada sobre deportes o el clima, molestará aún si nuestra intención es distraerle.  
  8. Respeta la elaboración de su duelo, no critiques si no quiere deshacerse de la ropa del difunto, si quiere estar mirando sus fotografías o acudir al lugar del fallecimiento, etc.

Ayudar implica entregar más tiempo, más atención y más de ti mismo de lo que hubieras podido imaginar en especial si el deceso es devastador y el doliente es una persona cercana a ti, un compromiso y esfuerzo semejante pueden incluso salvar una vida.

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