ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Análisis Psicológico De Los Estudiantes En La Sociedad


Enviado por   •  7 de Octubre de 2014  •  1.564 Palabras (7 Páginas)  •  228 Visitas

Página 1 de 7

Análisis Psicológico de los Estudiantes en la Sociedad.

El temperamento define la tendencia constitucional del individuo a reaccionar de cierto modo ante su ambiente. Algunas personas son más plácidas que otras, algunas más fuertes, algunas más tensas; probablemente estas diferencias son innatas y reconocibles desde el momento del nacimiento.

En este sentido, un estudiante con temperamento innato colérico, irritable, independientemente de los factores adquiridos mostrará una conducta en el aula diferente a la del compañero cuyo temperamento es pacífico, accesible y adaptado. Por ello, tendremos que pensar que detrás de toda conducta disruptiva puede existir un factor temperamental que condicione parte de esa conducta.

En otro sentido, los síntomas que describimos a continuación determinan una serie de comportamientos y/o modelos cognitivos, que pueden desencadenar una psicopatología concreta. No obstante, se ha de tener en cuenta que la aparición y naturaleza de estos síntomas están subordinados, a la vez, a la cualidad y poder de factores, tanto externos (medio ambiente en el que se desarrolla) como internos (características psicológicas, temperamento...) que influyen en el alumno. Dicha sintomatología es la siguiente:

Baja resistencia a la frustración. Este hecho pone de manifiesto en el alumno perturbador su falta de seguridad personal tanto a nivel cognitivo como conductual, que lo induce a reacciones poco elaboradas, normalmente de tipo agresivo. La falta de un pensamiento estructurado que dé paso a una racionalización del problema y a la búsqueda alternativa de reacciones cognitivas conlleva una situación de frustración.

Ansiedad. Es una sensación que genera en el alumno un malestar profundo y constante. La consecuencia inmediata es la inhibición en el ámbito afectivo, que suele manifestarse de diferentes maneras: represión de la agresividad, reactivación de antiguos sentimientos provocados por experiencias dolorosas, situaciones cotidianas estresantes, etc., que se convierten en factores desencadenantes de angustia. Las preocupaciones que generan la ansiedad y la inseguridad coartan e inhiben el desarrollo del individuo, siendo responsables de la inadaptación personal, escolar y/o social.

Bajo autocontrol. Hay condiciones básicas necesarias para que exista una estructura o un equilibrio a nivel personal, y una de ellas es el control de las acciones, pensamientos y deseos. La falta de unos límites claros, precisos y razonados dificulta tanto la comprensión del concepto como la realización del mismo para este tipo de alumnos, en los que no existe un mecanismo de autocontrol interiorizado que les permita reconducir sus impulsos en las situaciones estresantes.

Impulsividad. La falta de autocontrol que determina generalmente el comportamiento hostil suele quedar reforzado negativamente por el alto grado de impulsividad que presentan estos alumnos. La necesidad de una respuesta contingente a sus instintos, pensamientos y deseos provoca un comportamiento irreflexivo. El mecanismo que rige esta inmediatez es el principio del placer-displacer cuyo último o único objetivo de su acción es la búsqueda del placer, gratificación personal y la evitación del displacer, sin tener en cuenta las realidades y consecuencias exteriores.

Creencias, pensamientos y/o racionalizaciones distorsionadas. La evaluación irracional y poco funcional que realizan estos alumnos sobre su realidad y entorno social, genera emociones y conductas que les bloquean o dificultan su pensamiento no absolutista y racional. Las continuas exigencias egocéntricas, sobre los demás y sobre el entorno que les rodea, les provocan una perturbación del yo.

Esta perturbación les desencadena una línea de pensamiento del todo o nada (“todos me odian”), sobre generalización (“no hago nada bien”), de adivinación del futuro (“si hago esto se reirán de mí”), entre otros constructos distorsionados.

Dureza emocional. La emoción no sólo depende de la naturaleza del agente emocional, sino del estado psíquico del individuo, de su personalidad, de su entorno y de sus experiencias anteriores. La mayoría de estos alumnos tienen una vida emocional desequilibrada, con puntas que pueden llegar a ser muy dolorosas. La carencia afectiva a la que se ven sometidos es determinante a lo largo de todo su desarrollo, ya que repercutirá en sus relaciones humanas y en su entorno. La existencia de forma generalizada de un referente afectivo ambivalente en su contexto más íntimo determina ciertas dificultades de relación, hasta el punto de no querer establecer ningún tipo de nexo afectivo por miedo al fracaso.

Baja autoestima. La imagen que tienen estos alumnos de sí mismos es negativa. Pero no siempre depende de sus propias acciones, sino de las reacciones y opiniones de los demás. Los alumnos terminan siendo lo que creen que son, debido a lo que los demás piensan o esperan de ellos. Esta carencia queda compensada con conductas desadaptadas, negativistas, hostiles y agresivas, por las cuales destacan y son el centro de atención. Dichas conductas son lo que mejor saben hacer y el feedback que reciben de su medio refuerza estas acciones. La infravaloración de su persona los induce a estar insatisfechos, no sólo con ellos mismos sino también con su entorno.

El antagonismo social tiene un papel importante en el ámbito conductual de la población escolar. Concretamente estamos haciendo referencia a la contraposición bastante generalizada que existe entre los valores sociales actuales y los específicos del contexto escolar. En el transcurso de las últimas décadas, nuestra sociedad ha protagonizado un cambio importante de valores. De forma mayoritaria y más específicamente, la población joven ha desencadenado el abandono de los valores de la modernidad para acogerse a los de la posmodernidad. La sociedad actual ha sustituido la moral de la “brújula” por la moral del “radar”. No se orientan con relación a un norte, sino que su punto de referencia es la posición de los demás.

Los nuevos valores, muchos de ellos implementados por los medios de comunicación han ocasionado enfrentamientos generacionales e incomprensiones entre los diferentes sectores sociales que conducen a un relativismo y subjetivismo que afecta a todos los ámbitos del ser, del conocer y del vivir, y, en consecuencia, a un pluralismo o politeísmo de valores. Nada es absoluto. Todo vale, o es posible que valga, ya que el valor ahora siempre es circunstancial: “depende de”. Nuestra sociedad finisecular ha hecho del victimismo y de la “cultura de la queja” su razón de ser. Este antagonismo entre los valores de la modernidad que mayoritariamente proyecta la escuela actual y los valores de la postmodernidad cada vez más arraigada en su alumnado son la fuente de un enfrentamiento de procederes que en algunos casos puede traducirse en un desajuste entre las conductas exigidas por la escuela y las presentadas por algunos de sus alumnos.

Siguiendo en el ámbito social, otro de los factores que tienen un peso específico sobre la conducta de nuestros alumnos es la incorporación en su vida diaria de un medio de comunicación social como es la televisión. En este sentido hay tres aspectos que considerar: la fuente, es decir, los medios de comunicación; el sujeto afectado, que es el adolescente; y la familia, que tienen la llave del problema y puede modular todo este intrincado problema.

Dentro de los patrones televisivos tiene un papel predominante la violencia, muy constante en todo tipo de programas. Si tenemos en cuenta que nuestros niños y adolescentes escolares son vulnerables a los mensajes de la televisión y que a su vez se encuentran en un estado evolutivo permanente de búsqueda de su identidad a través de la imitación del mundo de los adultos, este medio de comunicación se convierte en un factor de riesgo conductual.

Un consumo abusivo y no controlado de la televisión por parte de nuestros alumnos también puede convertirse en un desencadenante de conductas perturbadoras del contexto escolar. Las circunstancias socioeconómicas y de estructura familiar también tienen una incidencia directa sobre su conducta.

El funcionamiento psicológico de nuestros alumnos guarda una íntima relación con aquellos acontecimientos vitales de carácter familiar que supongan cambios y/o sucesos especialmente significativos frente a sus circunstancias biográficas negativas. En definitiva, tanto los factores de desestructura familiar, como de privación económica grave tendrán una incidencia directa sobre el estado afectivo del niño y por tanto en su estado conductual.

Para finalizar este bloque de contenido social, realizaremos una aproximación a un tema de carácter cultural en ocasiones poco considerado, que desempeña un papel importante en la interpretación del comportamiento de los alumnos pertenecientes a las diferentes minorías étnicas.

Existen costumbres y tradiciones étnicas que llevadas a cabo en un contexto cultural diferente pueden ser interpretadas de forma equívoca. Un ejemplo lo podemos encontrar en los estudiantes indígenas, en la que los adolescentes son estimulados hacia la hipermovilidad entendiendo esta como un signo de salud y vitalidad. Por el contrario, la hiperactividad en nuestro contexto escolar, y más concretamente en el aula, se convierte en un tipo de conducta considerada como perturbadora.

En este sentido, podríamos citar numerosas costumbres y tradiciones que tienen su incidencia sobre el comportamiento de estos alumnos pertenecientes a minorías étnicas y que, como en el caso anterior, pueden transformarse en conductas disruptivas en un contexto escolar enmarcado por una cultura distinta. Finalmente la aparición de situaciones xenófobas y/o racistas también puede desencadenar climas conductuales capaces de alterar el ambiente escolar.

El estilo educativo que el niño recibe en el contexto familiar también influirá notablemente en su perfil comportamental en la escuela. Un modelo educativo familiar hipernómico, punitivo con excesivos refuerzos aversivos, o por el contrario una actitud por parte de los padres permisiva, despreocupada, exenta de límites, provocará en el adolescente una mayor predisposición hacia la ejecución de conductas perturbadoras.

La vivencia continuada de discrepancias o estilos educativos diferentes entre el padre y la madre, así como de conductas sociales inadecuadas de sus padres, desarrollará un proceso de aprendizaje vicario cuyo modelamiento conductual determinará la replicación del mismo en la escuela.

...

Descargar como txt (10 Kb)
Leer 6 páginas más »