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Capítulo 4 Plasticidad del psiquismo infantil


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2019  •  Resúmenes  •  2.624 Palabras (11 Páginas)  •  498 Visitas

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CENTRO UNIVERSITARIO DE AMÉRICA.

Materia:

Procesos de desarrollo humano.

Profesor:

Dr. Daniel         Martínez López.

Alumno:

Osvaldo Díaz Guaso.

Tema:

Resumen SPITZ cap. 4 tema 3 y cap. 5

15/enero/2019

Capítulo 4

Plasticidad del psiquismo infantil.

3. El primer «organizador» y las consecuencias de su establecimiento.

En embriología se denominan organizadores ciertas estructuras que se desarrollan en un determinado punto donde se juntan diversas líneas de avance. Pero si se trasplanta el semejante tejido posteriormente que el ordenador se haya desarrollado, el tejido trasplantado se desarrollará en la orientación a que le hubiera llevado su emplazamiento original.

 He comenzado a desarrollar este conocimiento hace poco más o menos veinticinco años en lo que se refiere al psiquismo del lactante. Después he estudiado durante cierto tiempo series de niños y, al darme cuenta de la demostración del conocimiento, he logrado precisarlo y ampliarlo.

Esta composición tiene por consecuencia la formación de una nueva estructura psíquica sobre un nivel de complejidad más elevado. En los capítulos precedentes hemos descrito uno de estos organizadores.

Destaquemos que la sonrisa social solo representa el signo perceptible de la convergencia de una cadena de diversas corrientes de progreso en el psiquismo. En ese punto las corrientes estarán unidas en haces y organizadas a partir de él.

Esto marca una nueva era en el medio interior del niño, y a partir de ese instante comienza una nueva manera de ser fundamentalmente distinta de la anterior. La importancia capital de estos puntos organizadores en el progreso del niño consiste en que si este consigue establecerlos puede continuar en la trayectoria normal del avance de los sistemas de su personalidad.

Capítulo 5

Las fuerzas formativas en la relación madre-hijo.

Las paginas anteriores hemos tratado de decidir los aspectos de nuestro sujeto, el lactante, que constituye, por así decirlo, la disciplina plástica. Advertimos que estos aspectos no pueden ser separados; no solo son interdependientes, sino que forman una generalidad común.

Dándolos a saber, uno tras otro, vislumbramos simplemente esta mayoría integral partiendo de elementos distintos: el de la validez, cuando hablamos de fragilidad; el de la maduración, cuando nos referimos a transición progresiva; el estructural, cuando aludimos al yo. La universalidad lactante comprende abundantes más: ante todo, el acervo innato, determinado por litigios positivos a los que nos hemos remitido al charlar de los ímpetus. Son ellos los que darán a esta universalidad infante una existencia y una iniciativa.

Esta universalidad activa, viva, que reacciona y evoluciona, es la que determinará el sujeto de las energías formativas natales de lo que le rodea. En las páginas subsiguientes nos proponemos estudiar la interacción de estas capacidades formativas con la mayoría lactante partiendo de las respuestas y actividades provocadas por la madre.

Naturalmente, no se trata de una bravuconería, en el sentido vulgar de la voz. Las acciones que se logran le producen placer; las repite y adquiere su mando. Pero abandonará aquellas que regularmente le conducen al naufragio. Es un procedimiento de lección parecido al trial and error, y la madre deberá incitar aquellas acciones que le producen placer. Dirigirá, puesto que, al niño de acuerdo con sus preferencias.

Si su postura es maternal y tierna, cualquier acción del lactante le causará placer. Facilitará masa de acciones diversas de su niño por sus propias acciones, así como por sus aplicaciones, sean estas conscientes o inconscientes.

Podría asegurar aun que son las actitudes inevitables de la madre las que facilitan, enormemente, las acciones del niño. Son sus anhelos, sus precauciones, sus respuestas inconscientes y su mediatización afectiva. He concentrado una decena de ejemplos en una película llamada shaping the personality.

Exploraremos ya estos medios intangibles y sus maneras. Para facilitar nuestra terminología, designaré este proceso por el señal moldeo. Se sobrentiende que este moldeo no es un desarrollo unilateral, sino una colección de interacciones en un ambiente social.

Este está formado por la pareja madre-hijo, una multitud de dos, como la ha llamado Freud; una diada, como me gusta denominarlo, utilizando un cabo ocupado del filósofo sociólogo germano Georg Simmel; la gran cantidad de términos que se han cotejado atribuir a esta pareja demuestra que se negociación de una bibliografía enormemente singular.

 Está eventual inclusive cierto punto de lo que le rodea y vinculada entre sí por cordones extraordinariamente poderosos. Son lazos afectuosos, y si se ha nombrado al aprecio afán de dos, esto resulta cien sucesiones cierto en la pretendiente madre-hijo. Hay, no obstante, poco misterioso en lo que sucede adentro de esta diada.

Se explica aceptablemente que la intuición materna, reforzada con la inteligencia y la vivencia de una persona adulta, llegue a entender las necesidades del bebé asimismo allí adonde haya confusión. Recuerdo lo que Freud ha descrito con la expresión sueño de nodriza: las madres cuyo sueño no se turba con el altercado callejero y que se desvelan ante el más apacible gimoteo del niño.

  1. La comunicación en la pareja madre-hijo.

El agobio de la entrada entre el lactante y su madre en el período pre verbal tiene una relevancia que no sabríamos valorarlo conveniente. Es importante en su punto de vista teórico.

Lo es también desde los enfoques terapéutico y profiláctico. Es un problema del que nuestra materia tan pronto como se ha ocupado en el pasado. Los que se han entregado a él, tanto en psicología como en psicoanálisis, han nombrado con frecuencia hipótesis absurdas —véase aquella de la telepatía, de la idea llamada extrasensorial —. No soy competente en lección de inducción extrasensorial; me atengo solo a la pericia y pienso, con Newton: Hypotheses non fingo; no invento hipótesis.

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