Caso 3-psicopatologia
Enviado por towanda • 9 de Abril de 2014 • 4.901 Palabras (20 Páginas) • 310 Visitas
CASO 3
1. DESCRIPCIÓN DEL CASO
Milagros es una mujer de 64 años que acude a la consulta del Servicio de Atención Psicológica de un Seguro Médico privado derivada por su médico de familia debido a sus múltiples problemas físicos y psicológicos que le están incapacitando en su vida laboral y familiar, así como en sus quehaceres cotidianos.
Está casada y trabaja como técnico en el Ministerio de Hacienda en Madrid. Su marido está jubilado desde hace varios años y tiene una hija, también casada, y dos nietos de 4 años y 1 año respectivamente. La paciente vivía también con su madre, enferma de Alzheimer, a la que estuvo cuidando desde el inicio de su enfermedad hasta que falleció hace dos años. Aunque Milagros es una persona con autoconfianza y extremadamente minuciosa en su trabajo, su productividad en estos momentos resulta baja, posee poca iniciativa y ha tenido problemas con su jefe por cuestiones triviales. Desde hace 2 meses se encuentra sin empleo debido a una baja laboral prolongada.
En la primera entrevista con la psicóloga, la paciente informa que desde hace tres años se encuentra mal. Se siente deprimida todos los días y casi en cualquier momento del día, lo cual le produce un profundo malestar. Incluso, en la consulta llegó a hacer determinadas verbalizaciones como “siento que mi vida no está yendo a ninguna parte”, “mi vida no tiene sentido”, etc. Habitualmente, se encuentra en un estado de pesimismo y desesperanza. Se encuentra siempre cansada y fatigada y su capacidad de concentración también ha disminuido (por esta razón, Milagros reconoce que tarda más de media hora en leer una sola página de un libro, lo cual le plantea dificultades laborales serias). Tiene una visión muy negativa de sí misma porque cree que tiene muy poco que ofrecer. Siempre se sorprende cuando le cae bien a alguien y le respetan. Así mismo, asume que necesita agradar a los demás, obtener su aprobación y evitar conflictos. Milagros pasa por periodos en los que se aísla de sus amigos y de sus actividades sociales, pero hace grandes esfuerzos para no faltar nunca al trabajo.
Tal y como ella misma cuenta, durante el pasado mes de julio, sintió una mejoría significativa en sus síntomas y parecía como si el estado de ánimo deprimido hubiera remitido cuando se fue con sus dos nietos a un chalet de su propiedad que posee en una localidad de la sierra madrileña. Sin embargo, toda la problemática que la paciente describe y planeta como motivo de la consulta se reactiva a mediados del mes de agosto cuando vuelve con su marido a Madrid y sus nietos se van a la playa de vacaciones con sus padres.
Nos dice que últimamente se encuentra mucho peor, además de su típico malestar que viene experimentando desde hace años, desde primeros de diciembre último (diciembre 2010) hasta hoy (fecha de la consulta, febrero 2010), Milagros informa que parece haber experimentado un empeoramiento en su estado depresivo, lo cual le hace sentirse mal y le ha llevado a pedir la baja laboral. Según sus propias palabras, ha perdido la mayor parte de sus aficiones y le cuesta experimentar placer o felicidad. Duerme la mayor parte del tiempo (pasa el día durmiendo) y ha experimentado una pérdida de apetito importante, anda y habla con lentitud y durante este tiempo han rondado con frecuencia por su cabeza ideas de muerte. De hecho, no ha querido salir a realizar ninguna actividad (compras, comidas o cenas fuera de casa, etc.) durante todas las fiestas navideñas y se pasaba el tiempo metida en la cama llorando.
Otro problema importante que se aprecia en esta primera entrevista con Milagros es su miedo y preocupación desde hace un año a que pueda tener una enfermedad grave y que se vaya a morir en poco tiempo. Hace dos años, la paciente fue diagnosticada de un cáncer de mama, que superó satisfactoriamente con un tratamiento médico. A día de hoy, a pesar de que todas las pruebas y exploraciones médicas que se le han practicado no han revelado ningún tipo de patología, no han logrado convencer a Milagros de su buena salud física. Debido a esto, en una ocasión salió de la consulta del médico y fue a su casa desesperadamente porque creía que iba a morir en poco tiempo. Dado que su hija pertenece al entorno sanitario (es médico de familia y trabaja en un hospital de la Seguridad Social), ha sometido a su madre a exámenes físicos y de laboratorio muy completos, así como, exploraciones radiológicas de ambas mamas y, aunque el resultado que le dieron a la paciente de dichas pruebas fue siempre negativo, ésta se mostró decepcionada más que aliviada por estos hallazgos. Al preguntarle más ampliamente sobre sus síntomas físicos, Milagros describe sensaciones en las mamas muy similares a los que tuvo cuando le diagnosticaron el tumor. Durante los últimos meses, ha ido aumentando progresivamente su preocupación por estas sensaciones, hasta el punto que dedica 15-20 minutos cada 2-3 días a palparse y explorar cuidadosamente toda la zona mamaria (pechos y áreas próximas). Todo esto le está perturbando significativamente su vida social y familiar.
Milagros no tenía antecedentes de depresión grave entre sus familiares más cercanos. Sin embargo, al profundizar en sus problemas de estado de ánimo, ella relata que hace 13 años, su hijo más pequeño de 20 años fallece en un accidente de tráfico la víspera del día de Navidad. A partir de ese momento, tal y como indica la paciente “cayó en una profunda depresión que asemejaba a un profundo pozo sin salida”. Perdió la ilusión por todo, no le interesaba nada (hasta entonces, Milagros era una persona jovial, alegre y animada), se culpabilizaba continuamente por todo y, en especial, del accidente de su hijo y manifestaba que quería morirse para reunirse con él. Apenas comía y tuvo una pérdida importante de peso; tampoco podía conciliar el sueño y se pasaba las noches sin dormir. Además, presentaba un nivel de agitación importante durante todo el día, casi cada día. Tras ser tratada con fluvoxamina y antidepresivos tricíclicos, toda la sintomatología remitió por completo aproximadamente tras dos años de tratamiento médico.
Por otra parte, Milagros manifiesta que nunca ha podido superar la muerte de su hijo. Hasta ahora mantiene su habitación tal como él la dejó la noche del accidente. Incluso, el armario lo tiene ordenado con su ropa desde entonces. Según cuenta la paciente, a cada momento le vienen a su mente algunas conversaciones que mantuvo con su hijo y siente una terrible soledad como resultado de la ausencia de su hijo. Además, la paciente expresa que todavía sigue irritable y enfadada por el accidente y la muerte de su hijo (por ello, ha perdido su fe religiosa y ha dejado de creer en Dios) y se siente desde entonces más fría, indiferente y distante.
A la
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