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EFECTOS DEL SÍNDROME DE HUTCHINSON GILFORD O PROGERIA A NIVEL CELULAR QUE COMPRENDEN LAS EDADES DE 1 A LOS 12 AÑOS DE VIDA


Enviado por   •  5 de Octubre de 2022  •  Tarea  •  2.041 Palabras (9 Páginas)  •  89 Visitas

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[pic 1]UNIVERSIDAD ARTURO MICHELENA

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

ESCUELA DE CITOTECNOLOGIA

EFECTOS DEL SÍNDROME DE HUTCHINSON GILFORD O PROGERIA A NIVEL CELULAR QUE COMPRENDEN LAS EDADES DE 1 A LOS 12 AÑOS DE VIDA

Nombres y apellidos del (o los) autor (es)

JORLENY ISABEL MORENO DURAN

MARBIS CELINA RATTIA MIRABAL

SAN DIEGO, VENEZUELA. ENERO 2018

INTRODUCCIÓN

La célula es la unidad morfológica y funcional de todo ser vivo. Además realizan por sí mismas funciones tales como la nutrición y la reproducción y son portadoras de información genética. En caso de un cambio brusco a nivel celular, puede traer como consecuencias anomalías en el individuo, tales como la progeria o síndrome de Hutchinson-Gilford.[1]

El término progeria significa envejecer prematuramente. Aunque existen diferentes síndromes progeroides, el más común es el síndrome de Hutchinson-Gilford, nombrado así en honor a los médicos ingleses Jonathan Hutchinson (1886) y Hastings Gilford (1904). Estos médicos describieron la progeria por primera vez, por lo que es frecuentemente abreviada HGPS (Hutchinson-Gilford progeria syndrome), también denominada progeria infantil. [2]

El fenotipo característico de este síndrome se debe a alteraciones en la lámina nuclear, estructura formada de filamentos intermedios (láminas A, B y C). Las funciones de la lámina nuclear son: mantener la estructura de la envoltura nuclear y la posición de los poros nucleares, servir de anclaje para la cromatina y de soporte para diversas reacciones asociadas a ella, conformar una plataforma estructural que conecta el núcleo al citoesqueleto de la célula, e influir en la actividad de proteínas que regulan la replicación del ADN, transcripción y regulación del ciclo celular [3]

La progeria tiene una incidencia de 1 niño por cada 4 millones de nacimientos. La progeria infantil es una enfermedad genética rara, incurable y fatal caracterizada por un envejecimiento brusco y prematuro tanto en los niños como en niñas, sin distinción de razas, provocando niños con la apariencia de ancianos. Los niños con HGPS tienen un desarrollo fetal normal y nacen con un aspecto saludable. Sin embargo, entre los 18 y 24 meses de edad aproximadamente, comienzan a manifestar muchos rasgos característicos de la vejez prematura. En estos pacientes se producen alteraciones en la integridad del tejido conectivo, componente esencial de varios órganos y tejidos como: hueso, músculo, piel, tejido subcutáneo y vasos sanguíneos. [4]

Los signos de la progeria son la falta de crecimiento, ojos saltones, nariz en forma de pico, pérdida de peso y cabello, arrugas y manchas en la piel, rigidez, dislocación de la cadera, ateroesclerosis generalizada, además de enfermedades cardiovasculares y derrames cerebrales. Algunas de las características anteriores son similares a las del envejecimiento humano. En general, el proceso de envejecimiento se produce 5 a 10 veces más rápido que lo habitual en estos pacientes y por ello aparentan mucha mayor edad que la que tienen.[5]

La mayoría de los niños con progeria fallecen de enfermedades cardiacas que afectan a millones de adultos con envejecimiento normal. En este contexto, la media de edad de fallecimiento en esta patología es alrededor de los 13 años, con un rango que se extiende de los 8 a los 21 años. Estos niños no sufren la enfermedad de Alzheimer, de cataratas ni de los cánceres típicos del envejecimiento. [6]

Otros órganos como hígado, riñones, pulmón, sistema digestivo, médula ósea y cerebro no se ven afectados por la enfermedad. Un aspecto importante es que los niños con progeria no presentan alteraciones neurológicas, son inteligentes, valientes y están llenos de vida y por esta razón su desarrollo cognitivo y emocional no se correlaciona con el envejecimiento fenotípico. [7]

Por lo tanto se plantea que, el gen es una unidad que conserva datos genéticos. La secuencia de ADN es imprescindible para lograr que el ARN funcional pueda ser sintetizado. La transcripción genética produce una molécula de ARN que luego se traduce en los ribosomas y genera una proteína. Aquellos genes que por procesos de mutación o reorganización, dejan ser funcionales, se denominan pseudogenes y estos inciden en el desarrollo de enfermedades.

La mutación por lo tanto es cualquier alteración o variación en el código genético. Esta variación puede producirse en las células somáticas o en las células sexuales (gametos). Si las mutaciones se presentan en el ADN de los gametos, pueden transmitirse de una generación a otra. Por el contrario, si se produce en las células somáticas, no será hereditario.

Las mutaciones se clasifican en puntuales y cromosómicas. Las primeras son un tipo de mutación capaz de producir cambios en la secuencia de nucleótidos del ADN, provocando modificaciones en la transcripción del ARNm, y como consecuencia, alteran la síntesis de proteínas. Esto se aplica a la progeria o síndrome de Hutchinson Gilford, que tiene como causa principal, mutaciones puntuales en el gen autosómico LMNA, que produce una lámina A incorrecta llamada progerina.

La forma anormal de pre-lámina A altera la envoltura nuclear y, en consecuencia, las células se dividen mal o no lo hacen. La restauración y renovación de los tejidos no se puede realizar y se produce un envejecimiento muy rápido.

Por ello los núcleos de las células de los niños con progeria o síndrome de Hutchinson Gilford están deformados, y presentan modificaciones estructurales (herniaciones y lóbulos). Molecularmente presentan alteraciones en la organización de la cromatina, que predispone a rupturas de la doble cadena en el ADN y a una señalización inadecuada para su reparación la cual propicia a un arresto en la replicación celular (mitosis) e inducción de la senescencia o muerte celular. Debido a las deficiencias de estas láminas se producen un grupo de enfermedades muy heterogéneas denominadas laminopatías.

De mismo modo se establece la siguiente interrogante: ¿Cuáles son las consecuencias del síndrome de Hutchinson Gilford o progeria en niños que comprenden la edad de 1 a 12 años?

Dentro de este marco, casos relacionados a esta problemática ya han sido presentados por: Dra Ceballos, L y col. Cuba. Sindrome de Hutchinson Gilford, presentación de caso 1: Se presentó un paciente con síndrome de Hutchinson-Gilford, se relacionó la evaluación clinicorradiológica del caso en 4 años. Es un síndrome de envejecimiento precoz, de rara ocurrencia. El paciente de 2 años, raza blanca, es traído a consulta por presentar baja talla, bajo peso y acortamiento de los dedos. Historia prenatal y perinatal normal. Al realizar el examen físico encontramos un macrocráneo donde resalta la trama vascular, con pelo fino y escaso; en la cara se aprecian cejas poco pobladas, nariz de alas hipoplásicas; boca de labios finos, micrognatia y orejas alovuladas. En el tronco vemos un tórax estrecho y en los miembros llama la atención la braquidactilia distal en manos y pies, así como, el engrosamiento de las rodillas y postura en semiflexión de las mismas. Desarrollo psicomotor normal. Talla y peso en el tercer percentil. En cuanto a estudios complementarios resulta positivo el colesterol aumentado y el estudio radiológico donde se constata la bóveda craneal delgada y amplia, ausencia del tercio externo clavicular, osteólisis de falanges distales de manos y pies las cuales son de pequeño tamaño y coxa valga bilateral. Transcurridos 4 años, el paciente, de 6 años está incorporado a la escuela primaria con un desarrollo del intelecto normal. Las manifestaciones clínicas se han acentuado presentando una alopecia principalmente occipital, dientes amontonados, hiperpigmentación de la piel del abdomen, escaso tejido celular subcutáneo, baja talla, estrechamiento marcado de la caja torácica y en especial de hombros, articulaciones interfalángicas engrosadas, acortamiento severo de falanges distales de manos y pies, fracturas patológicas, deformidad en flexión de la cadera, episodios de hipertensión arterial y epistasis. La escasa frecuencia con la que el especialista encuentra esta enfermedad puede llevarlo a establecer un diagnóstico erróneo. Por tal razón es necesario proceder con sumo cuidado al realizar el examen físico del paciente y al indicar los estudios complementarios. El examen radiológico resulta un pilar fundamental en la sospecha de esta patología unido a la dismorfia del paciente y otros signos clínicos.

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