REFLEXIONES SOBRE LA OBSERVACIÓN ANTROPOLÓGICA Y UNA CRÍTICA A LOS MODELOS OBSERVACIONISTAS POSMODERNOS
Enviado por macalo38 • 13 de Noviembre de 2011 • 5.165 Palabras (21 Páginas) • 582 Visitas
REFLEXIONES SOBRE LA OBSERVACIÓN
ANTROPOLÓGICA Y UNA CRÍTICA
A LOS MODELOS OBSERVACIONISTAS
POSMODERNOS.
LA NECESIDAD DE NUEVAS
PROPUESTAS
MARGARITA LAGARDE
ABSTRACT. This paper reviews the proposals anthropology have submitted
regarding the observation of human “otherness”. Based on participant observation,
some considerations are made on the auto-observation theory based
upon second-order bio-cybernetic models. Autopoiesis is shown as the property
within second-order systems that integrates the observer-observed unity.
Considering the constructivist fragility as it falls into closed unifocal universes,
it is put into question the biological neutrality of this observation process and
its relation to evolutive differentiation, sexuality, and death.
KEY WORDS. Observation, participant, auto-observation, second-order systems,
autopoiesis, bio-cybernetics, ethological observation, reflexivity, radical
constructivism, evolution.
LA OBSERVACIÓN EN LA ANTROPOLOGÍA CLÁSICA
Observar es una de las cualidades humanas que origina el conocimiento,
significa percibir lo que uno no puede ser, pero que requiere conocer para
vivir. Significa trascender lo aparente o lo que quisiéramos o pensáramos
que fuera. Significa obedecer y acatar lo otro, transformar la perspectiva
propia para alcanzar la objetividad. Observar es también el origen del
testimonio, de la afirmación social de los hechos, de las cosas y de los actos
como verdad.
El hombre conoce y califica a los otros humanos mediante diversas
fuentes de información, entre las que se encuentra la observación. Comparar
a “los otros hombres” observándolos ha sido oficio de la antropología.
En su periodo clásico, esta ciencia se ha ocupado de conocer al
hombre analizando distintos grupos humanos, desde la perspectiva de la
Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México.
lamar@servidor.unam.mx
Ludus Vitalis, vol. XIII, num. 24, 2005, pp. 93-106.
comunidad occidental moderna, intentando decodificar la “extrañeza
cultural” mediante la experiencia directa: estar en su entorno —con ellos—
y mirarlos, escucharlos, degustar sus alimentos, oler, tocar; registrar para
poder describir e informar de lo distinto a los semejantes.
Como si colocara una pieza más en las vitrinas de un museo, el antropólogo
de esta época capturaba, conservaba y colocaba su experiencia
con “los otros” en el discurso de su cultura y de su tiempo. Dando inicio a
la traducción, pretendía la conservación arqueológica de los materiales
originales, como claves indispensables para permitir el acceso al conocimiento
de la infraestructura simbólica o de la trama de significados
latentes inaccesibles en un principio (Conde 1994a:145).
Normando y organizando la observación de los otros humanos desde
la ciencia, la etnografía clásica se propuso omitir, o al menos retrasar, las
valoraciones o juicios personales, evitando la primera persona en las
descripciones y buscando la narrativa que pudiera exponer “naturalmente”
al objeto para su conocimiento. Basándose en el supuesto de la
unidad básica de la mente como un referente genotípico común, construyó
la observación del comportamiento o de los productos de los grupos
humanos a partir de la premisa de una “naturaleza humana” universal que
graduaba a los hombres en una escala de progreso. En esa época, la
experiencia científica suponía la distancia y diferenciación radical y nominativa
entre sujeto y objeto sin explicar sus articulaciones; se observaba
desde y para la calificación y no desde y para la acción.
LA OBSERVACIÓN PARTICIPANTE
Al detectar las deformaciones contenidas en los informes producidos por
las observaciones clásicas, se consideró el efecto centrípeta del observador
en el entorno y la necesidad de comprender los flujos de la acción circundante,
para poder determinar los efectos de la posición del observador en
lo observado. Así, se llegó a la conclusión de que para comprender lo que
estaba pasando el observador requería conocer de antemano los lenguajes
implícitos en la trama de la acción.
Para observar no bastaba con “estar” ahí, había que “hacer” con los otros.
Este medio permitiría adquirir el código articulador de la acción. La
experiencia del otro implicaba actuar con el otro, replanteando la distancia
y las fronteras entre el sujeto-objeto mediante la interacción para entender
“lo
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