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Sangre De Campeon


Enviado por   •  11 de Octubre de 2014  •  1.981 Palabras (8 Páginas)  •  238 Visitas

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se asustó y quiso apoyarse en mí, pero en vez de ayudarlo, lo volví

a empujar.

Salió por los aires hacia un lado.5

Me di cuenta demasiado tarde de que iba a caer, no en la

alberca, sino afuera, ¡en el cemento! Llegaría al piso de espaldas y

su nuca golpearía en el borde de concreto.

Escuché los gritos de terror de mis papás. Yo mismo exclamé

asustado:

-¡Nooo!

Muchas cosas pasaron por mi mente en esos segundos: El

funeral de mi hermano, mis padres llorando de manera

desconsolada, los policías deteniéndome y llevándome a la cárcel

de menores. De haber podido, me hubiese arrojado al aire para

tratar de desviar la trayectoria de Riky y salvarle la vida.

Mi hermano cayó en el agua, rozando la banqueta.

Me quedé con los ojos muy abiertos.

Salió de la fosa llorando. Estaba asustado. No era el único.

Todos lo estábamos. Cuando bajé las escaleras, encontré a mi

papá furioso.

-¿Pero qué hiciste, Felipe? -me dijo -. ¡Estuviste a punto de

matar a tu hermanito!

-Él me provocó –contesté -, se burló de mí...

-¡Cállate!

Papá levantó la mano como para darme una bofetada, pero se

detuvo a tiempo. Jamás me había golpeado en la cara y, aunque

estaba furioso, no quiso humillarme de esa forma.

Nos fuimos de regreso a la casa. En el camino todos

estábamos callados. Por fortuna, no había pasado nada grave, pero

cada uno de los miembros de la familia recordaba la escena.

-Felipe -sentenció papá -, pudiste provocar una tragedia. ¿Te

das cuenta? vas a tener que pensar en eso, así que durante la 6

próxima semana, no saldrás a la calle, ni verás la televisión.

Trabajarás duro, ya te diré en qué.

-¡Papá! –protesté -. Mi hermano tuvo la culpa. Él siempre...

-¡No sigas! -estaba de verdad enfadado; después de varios

segundos continuó -: Te has vuelto muy envidioso. No juegas con

Riky ni le prestas tus juguetes; cuando puedes lo molestas y le

gritas, ¿crees que no me doy cuenta? Abusas de él porque tienes

doce años y él ocho, pero tu envidia es como un veneno que está

matando el amor entre ustedes. Vas a reflexionar sobre eso y

acatarás lo que te ordene, sin rezongar.

Esa tarde, papá compró una cubeta de pintura y dos brochas.

-Pintarás la mitad de nuestra casa -me dijo -. La fachada de la

planta baja. Y lo harás con cuidado, no quiero que manches el

suelo o las ventanas. Cuando te canses de pintar, entrarás a tu

habitación y harás ejercicios de matemáticas.

En cuanto me quedé solo, busqué a mamá para protestar:

-¡Es injusto! –alegué -. Convence a mi papá de que me levante

el castigo. Por favor.. ¡No quiero estar encerrado durante la última

semana de vacaciones!

-Lo siento, Felipe –contestó -, pero él tiene razón. Cometiste

una falta muy grave. Harás todo lo que te ordenó y yo te vigilaré. No

tienes escapatoria.

-¡Eres mala -le reproché -, igual que él!

-No soy mala y ¡mide tus palabras! En la vida, si te comportas

con paciencia y bondad, obtendrás amigos y cariño; si, por el

contrario, actúas con rencor y envidia, te ganarás problemas y

enemigos. Ni tu padre ni yo estamos enojados contigo, Felipe, pero

nuestra obligación es enseñarte que para cada cosa que hagas,

hay una consecuencia. No lo veas como un castigo; sólo pagarás el

precio de tu error. Fuiste muy grosero y eso te obliga a cumplir un

trabajo que te ayudará a pensar. Y lo harás con agrado. Cuando te 7

sientas más cansado, quiero que le des gracias a Dios porque tu

hermano está vivo.

A la mañana siguiente, papá me despertó muy temprano, me

dio una carta en un sobre cerrado y comentó:

-Anoche te escribí algo.

Doblé el sobre y lo guardé en mi pantalón. Me llevó hasta el

frente de la casa para indicarme cómo realizar mi trabajo. Colocó

una enorme escalera de aluminio que llegaba hasta el techo y me

explicó la forma de deslizarla sobre la fachada.

-Ten mucho cuidado –señaló -. No quiero que vayas a

accidentarte.

Usa la escalera sólo para pintar los muros desde la mitad de la

casa para abajo y cuida que esté bien apoyada e inclinada antes de

subirte a ella.

Acepté sin protestar más, pero nunca imaginamos que la

tragedia verdadera estaba a punto de ocurrir.

Por favor; revisa la guía de estudio en la pagina 156, antes

de continuar la lectura del siguiente capítulo.8

2. Un campeón nunca desea mal a nadie

Jamás imaginé que sería tan difícil pintar una pared. Me costó

mucho aprender, pero poco a poco mejoró mi técnica. Trabajaba de

cuatro a cinco horas diarias. Cada mañana, me sorprendía al ver

cuánto había avanzado el día anterior y me enojaba conmigo

mismo al descubrir que había dejado caer muchas gotas de pintura.

Limpiaba y comenzaba de nuevo. Por las tardes, me encerraba a

hacer operaciones matemáticas.

Un día, llegó a buscarme mi amigo Lobelo. Era mayor que yo,

hosco y rebelde. En cuanto abrí la puerta me dijo:

-Felipe. Te invito a dar una vuelta. Encontré algo fantástico que

quiero enseñarte.

A sus trece años, lo dejaban manejar una motocicleta de cuatro

ruedas y, a veces, me llevaba como pasajero.

-No puedo salir –respondí -; estoy castigado.

-¡Pobre de ti! -dijo Lobelo-. Si tus papás estuvieran muertos,

serías más feliz.

Fruncí las cejas.

-¡Es verdad! –continuó -. ¡Mírame a mí! ¡Soy libre como los

pájaros! Mis padres se divorciaron. Yo me quedé con mamá y ella

se volvió a casar, luego se peleó también con su nuevo marido.

Ahora vivo con mi padrastro... Es lo mejor. Él me deja hacer fiestas,

me presta su motocicleta, no se mete conmigo y me enseña a

ganar dinero fácil.

- ¡Tú sí que tienes suerte! -dije siguiéndole el juego -¡Cómo me

gustaría que mis papás se murieran o se divorciaran también!

De inmediato sentí la gravedad de mis palabras. Una vez oí por

televisión que jamás se debe desear el mal, pues cada

pensamiento es como un bumerán que regresa para golpearnos a 9

nosotros mismos. Tuve miedo de que mis palabras se convirtieran

...

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