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David Le Gano A Goliat


Enviado por   •  31 de Enero de 2014  •  849 Palabras (4 Páginas)  •  294 Visitas

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La creación de poder sólo es posible mediante el aglutinamiento sólido, fuerte y decidido.

Decisión surgida de la convicción de que no hay alternativa. Cualquier persona, no solo los jóvenes, caen en la ilusión de auto considerarse más astutos, más sagaces, más poderosos. Sus contrapartes, las instituciones y sus directivas conocen estos devaneos y siempre tienen los antídotos pertinentes: o les dan la suave, o los compran a pecio de ganga o los combaten tienen presupuesto y acceso mediático o…simplemente, los ignoran.

Cualquiera que haya transitado un proceso de transformación social sabe que las mejores causas jóvenes fallecen extenuadas en el asambleísmo, ese trastorno de la conducta que pretende llevarlo todo al debate y la votación. Ante los recursos de las instituciones y las clases directoras los jóvenes sólo pueden oponer la fuerza de su número. Sólo la contundencia de su magnitud puede erigirse en argumento valedor.

Los grandes siempre disponen de asesores, operadores e intimidadores, así que pretender ganarles el debate es una expresión de infantilismo. David le ganó a Goliat porque era judío y vivía en Israel. Dios bendice a los buenos sobre todo cuando son más que los malos. En el fantasear joven radica la mayor amenaza para el logro de los objetivos que se quieran plantear. Aun cuando las instituciones y los dirigentes son un peligro, ninguno lo es en mayor medida que la pereza y el temor que experimentan los jóvenes ante la pregunta radical ¿somos valiosos? La única respuesta válida es sí. El valor de ser joven es intrínseco. Nadie lo concede. No es un valor alcanzado por liderazgos iluminados; es un valor nativo que se va sumando uno a uno pero que de pronto, de modo maravilloso, alcanza una masa crítica cuyo peso total es muy superior a la suma de sus partes. Ante esto, las instituciones, si son racionales, aceptan las exigencias juveniles. Y en el ser de las instituciones está el ser racionales: si aceptar las demandas jóvenes es lo más económico, seremos racionales. En la economía es donde la Política encuentra la racionalidad. Y todas las instituciones son hijas legítimas de la Política.

La rentabilidad política legitima a las instituciones y las instituciones son el mejor custodio del estatus quo. Ante un reclamo joven contundente lo racional es dar el sí antes que estallar una guerra de resultados inciertos o contestar con negativas caprichosas. Lo racional y perverso que podemos esperar de las clases dirigentes es la cooptación que erosione y termine por resquebrajar la solidez interna para terminar comprando la voluntad de los jóvenes a precio de ganga.

Nos ofrecemos baratos aisladamente o nos mantenemos unidos para cotizarnos alto. Después de todo, quien aspire a algo nos necesita y tendrá que negociar. Por

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