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La Predicas


Enviado por   •  12 de Junio de 2013  •  Tutoriales  •  5.102 Palabras (21 Páginas)  •  391 Visitas

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RECONOCE AL SEÑOR EN TODOS TUS CAMINOS Y ÉL ALLANARÁ TUS SENDAS."

Proverbios 3:6

Así como otros versículos son leídos, brevemente meditados y luego acumulados en la trastienda de mi cerebro sin mucha pena ni gloria, éste, desde el primer momento, se fijó en mi mente de manera persistente, brillando intermitentemente como esas señales de neón de los años ochenta... y amenaza con no apagarse (De lo cual me alegro, porque desde el primer momento percibí que tras esa breve frase se escondía un tesoro que podría marcar mi vida). Así que antes siquiera de descubrir los entresijos y misterios que contenía, intuyendo la seriedad del asunto que me traía entre manos, solté un emocionado "¡Dios, no permitas que esto me pase de largo!"

Después de dos meses, la frase sigue mandándome esas señales intermitentes que acaparan mi atención y me hacen meditar "día y noche" en ella... Una vez más, Dios contestó mi oración: Por lo visto, esto no se me va a olvidar.

Ese "Reconoce" tiene un papel protagonista. Otras versiones usan palabras como "Ten presente" o "Toma en cuenta". Para mí significa algo como: "Date cuenta de que está", "Dale protagonismo", "Considera su existencia", "Acude a Dios", "Tómale en serio", "Recurre a Él", etc...

¿Cuándo he de darme cuenta de que Él está? ¿En qué situaciones debo tenerle en cuenta?

En todo, dice Su Palabra. En TODO: En lo que me ocurre, lo que me preocupa, lo que sueño, lo que pienso y opino, lo que emprendo, lo que me cuentan... en las cosas grandes y en las pequeñas. En todo.

A veces acostumbramos a tener presente a Dios para las cosas de gran magnitud, por ejemplo dónde viviremos, con quién nos casaremos o a qué iglesia perteneceremos, pero Dios pide estar presente y ser reconocido también en lo pequeño. Cuando me preocupa hablar con tal persona, cuando afronto una situación nueva, cuando recibo una mala noticia, cuando alguien me hace daño con un comentario hiriente, cuando enfermo, cuando estoy cansada, cuando me he olvidado de hacer algo importante.... Dios me dice que si le tengo en cuenta, Él allanará mi camino.

"Él allanará tus sendas." No conozco a nadie que le guste caerse de bruces y hacerse daño, pero eso es lo que nos sucede cuando caminamos por "otros caminos", que siempre resultan ser pedregosos, traicioneros y tambaleantes. Dios nos dice en Su Palabra que cuando nosotros le tenemos en cuenta a Él, Él se encarga de que eso no nos suceda. Pone nuestros pies sobre roca firme, pelea nuestras batallas, se hace cargo de nosotros. En definitiva, nos hace felices.

"Estamos en crisis", dice la gente. Pero si tengo en cuenta a Dios, escucho algo diferente: "El Señor es mi pastor, NADA me faltará". (Salmo 23:1)

"Tu hijo tiene una enfermedad crónica incurable", me dicen. Jesús, sin embargo habló muy claro: "Quiero (sanarte). Sé sano". (Mateo 8:3)

"Esta situación me supera. Es demasiado para mí." Cuando tengo en cuenta a Dios, las palabras "Nunca te abandonaré ni te dejaré" llegan directo a mi corazón. (Josué 1:5)

"No doy la talla. No lo conseguiré," puedo pensar. Sin embargo la Palabra de Dios afirma que "Todo lo puedo en Cristo que me da las fuerzas". (Filipenses 4:13)

El versículo anterior (Proverbios 3:5) dice "Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento." Otras versiones dicen "no te apoyes en tu propia inteligencia", o "no te fíes de lo mucho que sabes". Espero que jamás hagamos más caso a los razonamientos humanos que tan inteligentes parecen, a nuestras experiencias que tan definitivas resultan, ni a lo que nuestros ojos ven con tanta claridad. Cuando la razón, las experiencias y nuestros ojos niegan o relegan a un segundo plano a Dios y todo lo que Él ha dicho, es que están equivocados. Son un camino tortuoso que acabará haciéndonos daño.

Confiemos en el Señor. Para ser felices, para caminar por caminos firmes y seguros, fiémosnos del Señor y reconozcámosle en todo cuanto nos rodea y sucede.

Me parece que una de las lecciones más importantes que las personas necesitamos aprender es esta: fiarnos más de Dios que de nosotros mismos. Cuando llegamos a ese punto, Dios posee nuestro corazón, y eso, más que ninguna otra cosa, es tener un "corazón perfecto".

Y si aprendemos esta lección, amigos míos, lo tenemos todo.

CUANDO NUESTRA CONFIANZA DESCANZA EN DIOS

“Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos,

y él allanará tus sendas.” – Proverbios 3:5-6

Confiar en el Señor con todo nuestro corazón es la clave de nuestra relación con Dios y sabemos que esto sólo puede lograrse a través de la fe en Su Hijo. Confiar es depender de Dios, confiar en la justicia de sus caminos y buscar ser guiados por ellos en cada circunstancia en nuestras vidas.

A través del libro de los Proverbios leemos acerca de la recompensa de confiar en el Señor y no de descansar en nuestra propia sabiduría y la búsqueda de nuestro propio camino. Desde el principio, Dios nos diseñó para tener una dependencia de Él. Todas las decisiones de cada día necesitan de los designios de Dios, que nos instruye y guía, si dejamos que Él lo haga, Dios se compromete a comunicar a cambio. La caída en el Jardín del Edén se precipitó cuando Adán y Eva trataron de vivir de forma independiente de Dios, y esta independencia humana continúa en el corazón pecaminoso hasta nuestros días.

Auto-suficiencia y auto-dependencia, han sido la ruina de la humanidad desde la caída. El gran pecado de la raza humana es su esfuerzo continuo para vivir de forma independiente de Dios, cuando la gente ignora el Señor en las cosas que hacen.

Confianza completa en Dios es la única posición sólida para los cristianos. Dios es todo poderoso y conocedor de todo, y prevé los problemas que surgen en el hombre. Que cualquiera pueda confiar en su propio entendimiento es tontería total.

Si somos fieles a leer la Palabra de Dios, estudiarla, meditarla, y obedecerla, Dios nos guía. El Espíritu Santo nos enseña (Juan 14:26; 16:13-14) y nos dirige cuando oramos y buscamos la voluntad del Señor. Es nuestra responsabilidad de ponernos en las manos del Señor, a través de la entrega, a través del estudio de su Palabra, a través de la comunión con Él

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