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Los Desafíos De Una "nueva Evangelización" En América Latina


Enviado por   •  28 de Febrero de 2014  •  2.416 Palabras (10 Páginas)  •  461 Visitas

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En margen al Sínodo de los Obispos sobre

“La Nueva Evangelización para la trasmisión de la fe cristiana”

Introducción

El 11 de octubre de 2011 el Papa Benedicto XVI convocó a toda la Iglesia Católica al “Año de la fe”, que será también certera respuesta a las solicitaciones del próximo Sínodo de los Obispos sobre el tema “La nueva Evangelización para la trasmisión de la fe cristiana”. El tema de la evangelización retorna de actualidad. En efecto, el abandono masivo de la fe de parte de numerosos católicos; la frialdad en sus celebraciones sacramentales y la falta impactante de conocimiento y profundización de la misma han seguramente inducido a su Santidad a reavivarla a través de un nuevo impulso evangelizador. La Iglesia Latinoamericana, con motivo de las Conferencias Episcopales de Medellín, Puebla, Santo Domingo y, más recientemente, de Aparecida, ha sentido permanentemente la urgencia de seguir evangelizando y lo ha hecho convocando a la ‘Misión Permanente’. Laicos y ministros se han movilizado con entusiasmo y entrega, sin embargo, no ha sido como nos esperábamos. La cosa es que la fe no se ha fortalecido y la evangelización se ha estancado. La invitación del Papa hacia una nueva evangelización, ahora a nivel mundial, nos ayudará, sin lugar a duda, a reiniciar nuevos procesos evangelizadores o a dar continuidad a los iniciados anteriormente.

La Evangelización en el documento de Aparecida

Haciendo referencia al documento de Aparecida, vale la pena retomar su preocupación para evangelizar con la participación de todos los agentes de pastoral. En efecto, sigue siendo el mayor desafío de la Iglesia, hoy. De manera específica, Aparecida pide a la ‘parroquia’ un renovado compromiso evangelizador por ser ella espacio privilegiado de la iniciación cristiana, educación y celebración de la fe. En efecto, así se expresa Aparecida acerca de ella: “Espacio de la iniciación cristiana, de la educación y celebración de la fe, abierta a la diversidad de carismas, servicios y ministerios, organizada de modo comunitario y responsable, integradora de los movimientos de apostolado” (n. 170). Para que sean evangelizadoras de verdad se les pide, a las parroquias, reformular sus estructuras, dejando atrás la imagen de la parroquia “agencia de servicios religiosos” (n. 172). Puesto que se reconoce que es inmenso el número de alejados, a las parroquias se les pide, entonces, que sean “misioneras”, convocando y formando, para ello, a sus laicos (n. 173-174). Central, para la eficacia del proceso evangelizador, será la celebración de la Eucaristía, verdadera escuela de vida cristiana sin descuidar, por supuesto, los otros sacramentos, que serán celebrados en la alegría del Señor (n. 175).

Por coherencia con la fe, que se profesa, y con el carácter social de la Eucaristía, las parroquias serán, también, centro de “acción caritativa y social”, recordándonos que “toda auténtica misión unifica la preocupación por la dimensión trascendente del ser humano y por todas sus necesidades concretas” (n. 176). Por vivir en una cultura fuertemente marcada por el relativismo y por la pérdida del sentido del pecado, Aparecida propone la práctica de la confesión e invita a recorrer caminos de conversión (n. 177).

La nueva evangelización, por cierto, por ninguna razón debe descuidar la ‘dimensión social’ de la fe en orden a la construcción efectiva del Reino de Dios, si quiere ser integral. Dar una verdadera dimensión social a la Evangelización constituye, por cierto, el reto más urgente de la Iglesia Latinoamericana.

Las Comunidades Eclesiales de Base y pequeñas comunidades

En las indicaciones pastorales del documento de Aparecida también las Comunidades Eclesiales de Base son estimuladas a seguir siendo formadoras de “cristianos comprometidos” con la transformación de la realidad social, en la que viven, (n. 178) y a contribuir a “revitalizar las parroquias haciendo de las mismas una comunidad de comunidades” (n. 179). A estas Comunidades Eclesiales de Base se les pide, entre otras cosas, que mantengan la comunión con su obispo y que se inserten en la pastoral diocesana. A los Párrocos, además, Aparecida pide un claro “cambio de actitudes” pastorales. Sin actitudes nuevas –se reconoce en el documento– no habrá renovación de las parroquias. En efecto, sólo un sacerdote enamorado del Señor podrá renovar su parroquia, caminar “hacia los alejados” (n. 201), integrar en la unidad a todos los colaboradores, crear cauces de comunión y dedicarse, de manera especial, a las familias cristianas (n. 202-204). La conversión de los ‘pastores’ hacia una evangelización integral parece ser el desafío más imperioso del momento eclesial que estamos viviendo. Contundente, en este sentido, es el documento de Aparecida cuando, refiriéndose a la pastoral urbana, pide que: “Brinde atención especial al mundo del sufrimiento urbano, es decir, que cuide de los caídos a lo largo del camino y a los que se encuentran en los hospitales, encarcelados, excluidos, adictos a las drogas, etc.” (517).

La misión de los ‘discípulos misioneros’ al servicio de la ‘vida plena’

El documento de Aparecida, acerca de la tarea evangelizadora, o sea, de la Misión eclesial, indica concretamente cinco acciones y ‘dos requisitos’ para realizarla:

a) Acciones:

1. La primera acción misionera indicada es “el anuncio” y la aceptación del Kerigma (n. 348-352).

2. La segunda acción consiste en “la imitación de las actitudes de Jesús”, que son la de estar siempre al servicio de la “vida plena” de los enfermos, hambrientos, pobres y pecadores (n. 353-357).

3. La tercera acción se vive en la “lucha” por una vida más digna para todos, puesto que muchos son, aun hoy, los excluidos sociales, privados o disminuidos en su dignidad (n. 358-359).

4. La cuarta acción consiste en una ardiente “actividad misionera”, incluyente del anuncio de la ‘vida’ en Cristo. En efecto, es dándola a quien la carece, que se consolida (n. 360-361).

5. La quinta acción consiste en el compromiso de una “Gran Misión Continental”, en vista de un nuevo Pentecostés, al estilo del Maestro y mirando a María, imagen perfecta de discípula misionera (n. 362-364).

b) Requisitos para la realización de la Misión:

1. Para realizar esta gran misión evangelizadora urge una “Conversión Pastoral y Renovación Misionera” de las comunidades, que permita abandonar las “estructuras caducas”, con reformas institucionales audaces, sea pastorales que espirituales. Además, los proyectos pastorales de las Diócesis,

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