«... Y su Madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él os diga."»
Enviado por Elio Azuaje • 9 de Febrero de 2016 • Reseña • 797 Palabras (4 Páginas) • 386 Visitas
«… Y su Madre dijo a los sirvientes:
"Haced lo que él os diga."» (Jn, 2, 59
El milagro acaecido en el marco de las Bodas de Caná, (Jn. 2, 1-12) es un ejemplo clásico para fundamentar el poder de intercesión de la Virgen María ente su Hijo Jesús. Es claro que el ruego de la Madre hace que el Hijo adelante su momento de manifestarse como Mesías a través de los Milagros (Jn 2, 4). Considero que el pasaje evangélico es mucho más profundo a la hora de mostrar la figura de María, y no es justo reducirlo a mostrar sólo el poder intercesor de la Madre de Dios sin negar por supuesto que sea de fundamental importancia. Creo que en su conjunto lo que relata el Evangelio es una de las actitudes marianas que nos pueden ayudar a los creyentes a creer, confiar y crecer en nuestra fe hacia el Mesías.
La gloria de María se fortalece no sólo por un parentesco consanguíneo que pueda influir en las decisiones de su Hijo. Ya nos lo muestra otro Evangelio cuando le avisan a Jesús que le buscan su Madre y sus parientes y Él casi con un tono aparentemente despectivo responde que su Madre, hermanos y parientes son todos aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. (Mc. 3).
Evidentemente podemos deducir que María es la primera que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica especialmente en el momento de la Encarnación (Lc. 1, 26-38 ) dando su clásico “fiat” (Lc 1,38), ella escucha con atención la Palabra de Dios proclamada por el ángel, la recibe preguntando: “ ¿cómo es posible, pues yo no conozco varón?” (Lc. 1,34). Y la acepta al escuchar el plan Divino, pero esa aceptación implica una fidelidad, aceptar la palabra y ponerla en práctica es aceptar todas las consecuencias, todos los inconvenientes, todas las incertidumbres, es poner toda la confianza en Dios.
En las Bodas de Cana podemos encontrarnos con María atenta a los acontecimientos; su atención se centra en las posibles necesidades que puedan surgir y de las cuales ella pueda servir de ayuda para poder remediarlas. A diferencia muchas veces de nosotros que en muchas situaciones estamos atentos, pero muy lejos de descifrar cuáles son las necesidades para solucionarlas, más bien con la intención de aprovecharnos de ellas, para sacar en cara los defectos y desgracias de nuestros hermanos. Es clara la actitud de servicio de María para quien lo necesita; precedida de una especial atención para poder captar e interpretar los “signos de los tiempos”, y plena disposición y confianza en su Hijo para solucionarla.
Lejos de venerar a María con una actitud de religiosidad supersticiosa, los cristianos y con más razón los devotos fieles de la Madre de Dios, debemos estar dispuestos a aprender de su ejemplo. Estamos en una sociedad que nos exige una cierta finura en la sensibilidad para poder captar esos momentos puntuales, en los cuales el Señor, al igual que a María, se nos muestra con necesidades concretas y en hermanos concretos a los que debemos estar atentos. Son muchos los ruidos, las interrupciones, las distracciones que nos pueden desviar de la atenta captación del paso del Señor en nuestras vidas. Podríamos especular en muchos casos, que la misma sociedad busca las maneras de que los cristianos no nos percatemos de los momentos propicios para ejercer nuestra misión de servicio. Necesitamos afinar nuestros sentidos, sobre todo los del alma, para poder solidarizarnos con las necesidades de nuestros contemporáneos. Es verdad que no podemos resolver toda la problemática que se nos puede presentar, pero también es claro que algo podemos hacer, y poner la palabra de Dios en práctica es hacer lo que debemos, lo que está a nuestro alcance, no conformarnos con pensar que tenemos buena intención porque eso no basta. Como María debemos confiar plenamente que el Señor a través de nosotros puede hacer presente en el mundo su poder sanador y aliviador.
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