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ANTONIO BALLESTEROS


Enviado por   •  14 de Marzo de 2013  •  1.277 Palabras (6 Páginas)  •  629 Visitas

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2. Leer el texto de Antonio Ballesteros y ubicar el tiempo y lugar en el que se escribió, así como las características de la escuela en ese momento.

SIGLO XIX

 Los factores que condicionan los cambios en la enseñanza y en qué o cómo se manifiestan

 ¿Cuál ha sido, según el autor, la función de la escuela y del maestro, y cuáles son sus tareas actuales en relación con la formación ética de los alumnos? R= La escuela tiene una finalidad esencialmente moral. Su aspiración máxima es el perfeccionamiento del individuo para acercarlo a un ideal superior de humanidad. La compleja institución educativa de nuestros días, que aspira a la formación de su personalidad, la escuela tiene como base de su existencia un imperativo moral que cumplir.aun reduciendo su misión a la simple instrucción elemental. El siglo XIX respondía a una concepción basada en la comunicación de normas y principios impuestos, como reglas de conducta, a los alumnos y al maestro.

La organización de la escuela se basaba en la autoridad indiscutible del maestro, que se erigía en árbitro de la conducta de sus alumnos, juzgando, con arreglo a su criterio, si esa conducta se acomodaba o no a las normas consideradas como fundamentales para la educación del individuo. La escuela pone en manos del educador un sistema de sanciones, que sirve de estímulo a quienes subordinen su actuación escolar a los principios de moralidad y de castigo a los que no se atengan a ellos.

El programa tradicional recibe la denominación de “instrucción moral y cívica” y que se considera como una asignatura más entre los conocimientos que la escuela debe transmitir. Esta ense;anza tiene una doble finalidad: que los ni;os adquieran un conocimiento teórico de las ideas morales y que, mediante este conocimiento, se despierte en ellos una apetencia por eso que se muestra como bienes, influyendo así en su conducta, en sus acciones dentro y fuera de la escuela.

La doctrina pedagógica triunfante entonces, acorde con el fin de la educación, se;alaba como método propio de esta ense;anza, ratificando anteriores criterios, el inductivo. Esto es, que los principios morales deberían comunicarse al ni;o fundándolos en su propia experiencia y basándolos en el ejemplo de las grandes figuras históricas: de los héroes, de los mártires, de los benefactores de la humanidad.

Se consideraba como medios para formar una concepción moral en los alumnos y dirigir su conducta: la autoridad del maestro y de otra, la instrucción.

La enseñanza no puede incluirse entre los medios de educación moral. No basta el conocimiento del bien, en efecto, para quererlo, como no es suficiente el conocimiento de deber para que se traduzca en imperativo de la conducta. La instrucción de la educación es un instrumento de ella.

La escuela debe dotar al ni;o de la capacidad y de los medios culturales que son precisos para captar por su propio esfuerzo, y de acuerdo con sus propias necesidades individuales y sociales, un concepto moral.

La escuela, ha de procurar no estorbar este doloroso esfuerzo de adaptación que espontáneamente realiza todo hombre, sino ayudarlo, estimularlo, favorecerlo, no con la imposición, sino con las sugestiones indirectas de su propio ambiente y desarrollando en el niños las más agudas capacidades críticas.

La pedagogía tradicional. Partía del supuesto de que la autoridad del maestro, reconocida e impuesta por la disciplina, en cuanto acción sistemática, tenía bastante poder para señalar al niño sus deberes y conducir su conducta. El maestro era su guía exclusivo, su mentor constante.

La acción de la escuela, para no perder su eficacia, ha de contribuir a la formación de los valores no imponiéndolos sino marcando sus jerarquías.

La escuela debe crear una atmósfera social de tales sugerencias y de tan complejos estímulos que no sólo permita, sino que estimule el desarrollo natural de los sentimientos y del carácter del niño, haciendo nacer en él un concepto propio

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