ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

APOGEO DE LA FILOSOFÍA, LA SOFÍSTICA Y SÓCRATES.


Enviado por   •  24 de Mayo de 2015  •  Tesis  •  3.479 Palabras (14 Páginas)  •  463 Visitas

Página 1 de 14

Introducción

Los primeros filósofos, los jonios, eran principalmente cosmólogos, se preocupaban por elemento originario, el movimiento. Más adelante durante el siglo V a.c. el pensamiento adquirirá una orientación diferente: de las especulaciones cosmológicas se pasara al tema del hombre. Son los sofistas los primeros en preguntarse sobre el hombre y su papel en el mundo. Pero es Sócrates quien revoluciona el pensamiento filosófico, Sócrates nos enseña en que consiste vivir y cómo hacer para lograr una existencia feliz.

En este capítulo conoceremos el papel de los sofistas en el desarrollo del pensamiento filosófico y la importancia de Sócrates como el primer gran filósofo, en quien se fundían armoniosamente la vida y la doctrina.

APOGEO DE LA FILOSOFÍA, LA SOFÍSTICA Y SÓCRATES.

“Solo hay un bien, el conocimiento

Solo hay un mal, la ignorancia”

Sócrates.

Desde el siglo V a.c. se inicia una fase nueva de la filosofía en Grecia, en este periodo es el hombre el tema de debate principal. En esto influyeron algunas razones ajenas a la filosofía: el predominio de Atenas después de las guerras medicas contra los persas, el triunfo de la democracia, etcétera. Como señala Julián Marías, “aparece en primer plano la figura del hombre que habla bien, del ciudadano, y el interés del ateniense se vuelve a la realidad política, civil y, por lo tanto, al hombre mismo” (Marías, 2007, p. 34).

Grecia cambia y este cambio se refleja en la filosofía, los intereses y reflexiones ya no son la naturaleza, el movimiento o el elemento fundacional. En el centro del pensamiento griego se encuentra ahora el ciudadano, en el sentido del desarrollo de la esencia de la persona y la vida en sociedad. Así describe Ortega y Gasset en el Espíritu de la letra la sociedad ateniense en el siglo V a.c.:

Cada hombre se siente vitalmente ---no como nosotros, idealmente--- parte del cuerpo público. No sabría vivir por sí y para sí. El griego de este tiempo hubiera sentido su propia individualidad como una soledad trágica y violenta, como una amputación que conlleva el dolor y la muerte (Ortega, 1985, p. 83).

Fruto de esta época es el movimiento sofístico, y frente a este surgirá la trascendental figura de Sócrates.

LOS SOFISTAS

En su acepción actual, la palabra sofista, tiene una connotación muy peyorativa, designa a un hombre que con igual facilidad puede probar la verdad que la falsedad de la misma afirmación. Esta definición no vale, desde luego, para los primeros sofistas. En la época de su emergencia sofista significaba “sabio”. Durante el gobierno de Pericles hubo en Atenas y en otras ciudades griegas profesores de filosofía que se apodaban ellos mismos sofistas. Carl Grimberg afirma “la significación intelectual de los sofistas fue enorme; hicieron posible en este tiempo que la ciencia se divulgara, enseñando a pensar al pueblo. El nuevo período iniciado por ellos es una época de intensa vida intelectual, semejante a la corriente cultural que hizo del siglo XVIII el siglo de las luces” (Grimberg, 1967, p. 95).

Al contrario de los filósofos de la escuela jónica que, encerrados en su torre de marfil, trataban de desentrañar los enigmas de la existencia, los sofistas tendían a enseñar conocimientos y filosofía útiles para la vida. Estos pensadores presentan, también, otras esenciales diferencias con respecto a cualquier expresión filosófica anterior: son profesores ambulantes, que van de ciudad en ciudad, enseñando a los jóvenes; y enseñan por dinero, mediante una retribución, caso nuevo en Grecia y que sorprendió no poco. Tenían gran brillantez y éxito social; eran oradores y retóricos, y fundamentalmente pedagogos. Pretendían saber y enseñar todo, desde luego, cualquier cosa y su contrario, la tesis y la antítesis. Tuvieron una gran influencia en la vida griega, y fueron personajes importantes; algunos, de gran inteligencia. Para Julián Marías, “el sofista parece filósofo, pero no lo es. Surgen entonces dos problemas: 1) la filosofía que pueda haber en la sofística; 2) el problema filosófico de la realidad del sofista” (Marías, 2007, p. 35).

Se mueve la sofistica en un ámbito de retórica. Se trata de decir las cosas de modo que convenzan, de decirlas bien. No importa la verdad, y por eso es una falsa filosofía. Frente a esto, Sócrates y Platón reclamarán el bien pensar, es decir, la verdad. Además, es algo público, dirigido al ciudadano; tiene, pues, una clara tendencia política. Y, por último, es una paideía, una pedagogía, la primera que propiamente existe.

Hubo muchos sofistas importantes. Varios de ellos nos son conocidos de un modo vivo y penetrante por los diálogos de Platón y las comedias de Aristófanes. Los de mayor importancia fueron Hipias, Pródico, Eutidemo y, sobre todo, Protágoras y Gorgias.

PROTÁGORAS. Nació en Abdera el año 481 y murió el 411 a. c. Tuvo gran influencia en Atenas, en tiempo de Pericles. Se ocupó de gramática y del lenguaje, fue gran retorico y mostro gran escepticismo respecto a la posibilidad del conocimiento, especialmente de los dioses. Pero su fama mayor procede de una frase suya, transmitida por varios filósofos posteriores, que dice: “El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son, en tanto que son, y de las que no son, en tanto que no son.” De esta frase se han dado numerosas interpretaciones, que van desde el relativismo al subjetivismo.

Protágoras defendía el relativismo y el convencionalismo de las normas, costumbres y creencias del hombre.

GORGIAS. Gorgias era de Leontinos, en Sicilia, vivió entre el 485 y el 380 a. c. Fue embajador en Atenas en el 427 a.C. donde se radicó. Contemporáneo de Protágoras. Fue uno de los grandes oradores griegos. Escribió un libro titulado Del no ser, donde afirmaba que no existe ningún ente, que si existiera no sería cognoscible para el hombre, y que si fuera cognoscible no sería comunicable. La filosofía viene a perderse en retórica y en renuncia a la verdad. Sostenía que para cada ocasión y para cada persona hace falta un comportamiento distinto, y entonces la moral es un instinto y no un conocimiento resumible en palabras y, por lo tanto, enseñable.

No obstante las críticas a los sofistas por su relativismo extremo, su escepticismo, su poca valoración de la verdad y la excesiva importancia a la retórica, tuvieron el mérito de provocar un constante avance en el conocimiento del lenguaje y de los procesos mentales discursivos, avance que culminaría en los primeros tratados sistemáticos de Aristóteles sobre el estilo literario, oratoria y principalmente la lógica formal.

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (21 Kb)
Leer 13 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com