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EL PAPEL DE LA EDUCADORA EN EL DESARROLLO DEL LENGUAJE ORAL DE LOS NIÑOS.


Enviado por   •  27 de Agosto de 2012  •  6.172 Palabras (25 Páginas)  •  2.155 Visitas

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TEMA: EL PAPEL DE LA EDUCADORA EN EL DESARROLLO DEL

LENGUAJE ORAL DE LOS NIÑOS.

Por medio del proceso de socialización, los niños absorben las creencias, los sentimientos y las conductas

apropiadas a su papel particular en su propia cultura. Mucha socialización se efectúa explícitamente, por

medio del lenguaje, en las instrucciones verbales que los padres dan a sus hijos durante las actividades

cotidianas así como mediante cuentos y aforismos que expresan los valores culturales. Además, los niños

se socializan en el empleo del lenguaje mismo: los padres y otros dan instrucciones explícitas a los niños

acerca de lo que deben decir, y cómo y cuándo deben decirlo. Por último, los niños se socializan

indirectamente por medio de su participación en interacciones verbales que están sutilmente marcadas por

el papel, la categoría y otros aspectos de la estructura de su sociedad.

Los procesos de socialización: unas teorías

¿Cómo se define y se efectúa la socialización, en su sentido más general? Los conductistas consideraron a

los padres como activos y al niño como pasivo (Skinner, 1957). Según la teoría conductista, los adultos

forjan la conducta infantil mediante refuerzos selectivos: recompensando las respuestas deseadas, y

determinando así gradualmente la conducta de los niños. Los teóricos del aprendizaje social (Bandura,

1977) añadieron la modulación y la imitación al repertorio de medios que, según creíase, influían sobre la

socialización. De este modo, los adultos refuerzan selectivamente la conducta del niño, y le ofrecen

modelos para que los imite.

En contraste con la teoría conductista, el modelo psicodinámico de socialización subraya el conflicto

(Freud, 1924/1952). De acuerdo con la teoría psicoanalítica, el niño tiene motivaciones intrínsecas y

disposiciones conductuales (impulsos) que son opuestos a los de los padres y de la sociedad. Los padres y

los adultos son los encargados de contener las tendencias naturales del niño, y al mismo tiempo le

infunden insensiblemente conductas y valores que son compatibles con los de la comunidad. Por ejemplo,

en el caso antes citado, el niño puede verse impulsado por su deseo inmediato de leche; la conducta de la

madre puede interpretarse en el sentido de que dirige al niño para que exprese su necesidad de una manera

que sea socialmente aceptable. Los aspectos básicos de la socialización se completan cuando el niño

resuelve su conflicto edípico y se identifica con aquel de sus padres que es de su mismo sexo. El niño

internaliza el sistema de valores de su padre o de su madre adoptando un papel apropiado para su género y

un sistema moral. La “madre o el padre interno” se convierte en el superego del niño, lo que en adelante

asegura que se desarrolle la conducta socializada, o bien castiga al niño con sentimientos de culpa.

En años recientes, las teorías socioculturales de la socialización han desafiado las tradicionales

suposiciones conductuales y psicodinámicas. En contraste con los enfoques psicodinámico y conductista,

los cuales se centran en procesos psicológicos universales que se encuentran en todas las familias, estos

enfoques subrayan las fuerzas sociales, culturales e históricas y sus diversos efectos sobre el desarrollo

individual (Vygotsky, 1978, 1986; Rogoff, 1990; Wertsch, 1985, 1991). Según el enfoque vygotskiano

sociocultural, el hincapié se hace en el intercambio social: todas las funciones mentales superiores, como

pensar, hablar y la conciencia se convierten en fenómenos intrapsíquicos sólo después de que han ocurrido

entre el niño y los adultos. Los procesos mentales del niño se forman bajo la influencia de los adultos que

los rodean (Wertsch, 1991). Vygotsky (1986) consideró el lenguaje como una herramienta social, tomada

del medio social del niño. Por ejemplo, en su explicación del uso del “habla privada” (hablar solo en voz

alta) afirmó que los niños se valen del habla privada no como manifestación de egocentrismo (Piaget,

1959) sino como medio para comprender, planear y guiar su propia conducta. Como hemos anotado en

otro lugar (Gleason, 1988), parte del lenguaje que el niño emplea en su habla privada es, en realidad, una

repetición de lo que han dicho sus padres.

La perspectiva social interaccionista (Bruner, 1983; Snow, 1986). Esta perspectiva reconoce tanto las

aportaciones de la teoría del aprendizaje como del modelo sociocultural antes descritos. Al mismo tiempo,

subraya que el desarrollo individual evoluciona por medio de interacciones; adultos y niños calibran un

lenguaje y otras conductas como respuesta a claves sutiles que se dan mutuamente. Papeles recíprocos son

desempeñados por niños y adultos en el proceso de socialización. Los niños buscan activamente

intercambios sociales, y los padres son unos asociados sociales sensibles.

El lenguaje y la socialización

Aunque el proceso de socialización sea universal, el contenido de la socialización varía grandemente, y de

manera sistemática, en todas las culturas. Cada sociedad desarrolla un enfoque de la cría del niño que

refleja sus valores culturales autóctonos. Sin embargo, cualquiera que sea el contexto particular, la meta

de la socialización lingüística siempre es promover la eficiencia comunicativa: la capacidad de usar

apropiadamente el lenguaje en la comunidad.

El lenguaje se vincula con la socialización en tres dominios distintos. Primero, los padres y otros

cuidadores emplean el lenguaje para instruir al niño sobre lo que debe hacer, sentir y pensar:

esencialmente, las “órdenes de marcha” del niño. Aquí, las reglas sociales y morales de conducta son el

tema, y el lenguaje es el medio. Para transmitir estas reglas sociales y morales puede emplearse toda una

variedad de formas lingüísticas, entre ellas órdenes, explicaciones y anécdotas.

El segundo ámbito en que ocurre la socialización es explícitamente lingüístico; los padres enseñan a los

niños lo que deben decir (o no decir) en diversas ocasiones. Desde temprana edad se instruye a los niños a

producir formas particulares de habla, incluyendo frases de cortesía, saludos y rituales religiosos y festivos

(por ejemplo, a decir “gracias”, a decir “hola”, y a dar gracias). Estas instrucciones suelen tomar toda una

variedad de formas. Se puede pedir a los niños que digan

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