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El Caballero De La Armadura Oxidada


Enviado por   •  21 de Abril de 2013  •  598 Palabras (3 Páginas)  •  311 Visitas

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Hace ya mucho tiempo, en una tierra muy lejana, vivía un caballero que pensaba que era bueno,

generoso y amoroso. Hacia todo lo que suelen hacer los caballeros buenos, generosos y amorosos.

Luchaba contra sus enemigos, que eran malos, mezquinos y odiosos.Mataba dragones y rescataba

damiselas en apuros. Cuando en el asunto de la caballería había crisis, tenia la mala costumbre de

rescatar damiselas incluso cuando ellas no deseaban ser rescatadas y, debido a esto, aunque muchas

damas le estaban agradecidas, otras tantas se mostraban furiosas con el caballero. Él lo aceptaba con

filosofía. Después de todo, no se puede contentar a todo el mundo.

Nuestro caballero era famoso por su armadura. Reflejaba unos rayos de luz tan brillantes que la gente

del pueblo juraba haber visto el sol salir en el norte o ponerse en el este cuando el caballero partía a la

batalla. Y partía a la batalla con frecuencia. Ante la mera mención de una cruzada, el caballero se ponía

la armadura entusiasmado, montaba su caballo y cabalgaba en cualquier dirección. Su entusiasmo era

tal que a veces partía en varias direcciones a la vez, lo cual no es nada fácil.

Durante años, el caballero se esforzó en ser el numero uno del reino. Siempre había otra batalla que

ganar, otro dragón que matar u otra damisela que rescatar.

El caballero tenía una mujer fiel y bastante tolerante, Julieta, que escribía hermosos poemas, decía

cosas inteligentes y tenia debilidad por el vino. También tenía un joven hijo de cabellos dorados,

Cristóbal, al que esperaba ver, algún día, convertido en un valiente caballero.

Julieta y Cristóbal veían poco al caballero porque, cuando no estaba luchando en una batalla, matando

dragones o rescatando damiselas, estaba ocupado probándose su armadura y admirando su brillo. Con

el tiempo, el caballero se enamoro hasta tal punto de su armadura que se la empezó a poner para cenar

y, a menudo, para dormir. Después de un tiempo, ya no se tomaba la molestia de quitársela para nada.

Poco a poco, su familia fue olvidando que aspecto tenia sin ella.

Ocasionalmente, Cristóbal le preguntaba a su madre que aspecto tenia su padre. Cuando esto sucedía,

Julieta llevaba al chico hasta la chimenea y señalaba el retrato del caballero.

-He ahí a tu padre- decía con un suspiro.

Una tarde, mientras contemplaba el retrato, Cristóbal le dijo a su madre:

-Ojalá pudiera ver a padre en persona.

-!No puedes tenerlo todo!- respondió bruscamente Julieta.

Estaba cada vez mas harta de tener tan solo una pintura como recuerdo del rostro de su marido y estaba

cansada de dormir mal por culpa de ruido metálico de la armadura.

Cuando paraba en casa y no estaba absolutamente pendiente de su armadura,

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