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GUIA DE CIENCIAS SOCIALES


Enviado por   •  21 de Febrero de 2014  •  2.068 Palabras (9 Páginas)  •  416 Visitas

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LECTURA Y REDACCION

Un rasgo generoso

Miércoles, 26

Precisamente esta mañana se ha dado a conocer Garrón.

Cuando entré en la escuela –un poco tarde, porque me había detenido

la maestra de la primera clase superior para preguntarme a qué hora

podía ir a casa y encontrarnos– el maestro no estaba allí todavía, y

tres o cuatro muchachos atormentaban al pobre Crosi, el pelirrojo del

brazo malo y cuya madre era verdulera. Le pegaban con las reglas, le

tiraban a la cara cáscaras de castañas y le ponían motes y

remedaban, imitándolo con su brazo pegado al cuerpo. El pobre

estaba solo en la punta del banco, asustado y daba compasión verlo,

mirando ya a uno, ya a otro, con ojos suplicantes para que lo dejaran

en paz; pero los otros lo vejaban más y entonces él empezó a temblar

y a ponerse encarnado de rabia. De pronto Franti, el de la cara sucia,

saltó sobre un banco y haciendo ademán de llevar dos cestas en los

brazos, remedó a la madre de Crosi, cuando venía a esperarlo antes a

la puerta, pues a la sazón no iba por estar enferma. Muchos se

echaron a reír a carcajadas. Entonces Crosi perdió la paciencia, y

tomando un tintero se lo tiró a la cabeza con toda su fuerza; pero

Franti se agachó y el tintero fue a dar en el pecho del maestro, queentraba precisamente. Todos se fueron a su puesto y callaron

atemorizados. El maestro, pálido, subió a la mesa y con voz alterada

preguntó:

¿Quién ha sido?

Ninguno respondió. El maestro gritó otra vez, alzando más la voz:

– ¿Quién?

Entonces Garrón, dándole lástima el pobre Crosi, se levantó de pronto

y dijo resueltamente:

–Yo he sido.

El maestro lo miró; miró a los alumnos, que estaban atónitos, y luego

repuso con voz tranquila:

–No has sido tú– y después de un momento añadió- El culpable no

será castigado. ¡Que se levante!

Crosi se levantó y comenzó a llorar:

– Me insultaban, me pegaban, y yo perdí la cabeza y tiré

–Siéntate –interrumpió el maestro– ¡Que se levanten los que lo han

provocado!

Cuatro se levantaron, con la cabeza baja.

– Ustedes –dijo el maestro– han insultad a un compañero que no los

provocaba y se han reído de su desgracia. Han golpeado a un débil

que no se podía defender. Han cometido una de las acciones más

bajas y más vergonzosas con que se puede manchar un ser humano...

¡Cobardes!

Dicho esto, salió por entre los bancos. Tomó la cara de Garrón, que

estaba con la vista en el suelo, y alzándole la cabeza y mirándole

fijamente, le dijo:

– ¡Tienes un alma noble!

Garrón, aprovechando la ocasión, murmuró no sé qué palabras al oído

del maestro, y éste, volviéndose hacia los cuatro culpables, dijo

bruscamente:

– Los perdono.

*Fragmento tomado de Corazón diario de un niño /Edmundo de Amicis, 2ª. Ed. Cd. Nezahualcóyotl ;

Ediciones Leyenda, 2003.

1.3 ¿A qué persona gramatical pertenecen?

1.4 ¿Quién es el narrador del texto anterior?

1.5 ¿Qué persona gramatical utiliza el narrador para referirse a los

otros personajes?

1.6 ¿Cuál es el propósito de la existencia de varios narradores en

este relato?

1.2 Lee con atención los siguientes fragmentos1 y ordénalos de manera que la narración tenga lógica y sentido. Para ello, anota las letras en el orden correspondiente.

a) La niña quedó nuevamente sola y no sabiendo qué hacer y no resolviéndose, tampoco, a comenzar, se asomó a la ventana. Al cabo de un rato vio llegar a tres mujeres de muy extraño aspecto, pues una de ellas tenía un pie muy ancho y muy largo, otra el dedo pulgar de la mano muy largo y aplastado y la tercera el labio inferior tan grande que le cubría la barba. Al llegar debajo de la ventana y viendo que la joven tenía los ojos llorosos, una de ellas preguntó qué pena le afligía.

La niña les contó la causa de su aflicción y luego una de las extrañas mujeres

le dijo:

Si nos prometes invitarnos a tu boda con el príncipe, llamarnos primas

tuyas, no avergonzarte de nosotras y sentarnos a la mesa del festín nupcial, haremos el trabajo que te ha sido encomendado y terminaremos muy pronto.

Con el mayor gusto –contestó la niña–. Entren y empezarán

inmediatamente, Las ayudó a entrar escalando la ventana y en cuanto ellas estuvieron dentro, empezaron a trabajar.

La primera estiraba el copo de lino y hacía girar la rueda, la segunda mojaba el hilo y la tercera lo retorcía y lo apoyaba en la mesa con el pulgar y cada vez que pasaba el dedo dejaba terminada una madeja de hilo del más fino.

En cuanto estaba hilado el lino que llenaba la primera habitación, pasaron a la segunda y luego a la tercera, de modo que terminaron en poco tiempo.

Cuando estuvo listo, las tres mujeres se dispusieron a marchar, pero antes dijeron a la niña:

No olvides tu promesa y te aseguramos que no te arrepentirás.

b) El príncipe, asustado, juró que, en adelante, su esposa no volvería siquiera a mirar la rueca, y así la joven se libró de aquel trabajo que tan desagradable le resultaba.

c) Una vez había una muchacha muy linda y buena, pero tenía el grave defecto de que no le gustaba trabajar. Pasábase el día mirándose al espejo y riendo o bailando, pero no había manera de que su padre consiguiera que se dedicase a hilar un poco. Diarias eran las reconvenciones de la madre, pero todas eran inútiles, hasta que llegó un día en que perdiendo la paciencia, ni pudo contenerse y dio a la niña un soberbio bofetón.

Ésta se echó a llorar a gritos a tiempo de que, por la carretera que había

delante de la puerta de su casa, pasaba la carroza en que iba la reina del país.

La soberana, que tenía muy buen corazón, al oír el llanto de la niña, ordenó que parasen el vehículo y tras bajar de él, entró en la casa para preguntar qué ocurría.

La madre, que no quería confesar a la reina la verdadera causa del llanto de su hija, para no avergonzarla, contestó:

Mi hija llora porque quisiera estar siempre hilando y como somos pobres no tengo bastante lino que darle.

Es lamentable que esta querida niña no pueda cumplir tan buen deseo – replicó la reina– A mí me encanta el ruido de la rueca. Por consiguiente, deja que me lleve a tu hija a mi palacio

...

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