LEER Y ESCRIBIR EN UN MUNDO CAMBIANTE

LEER Y ESCRIBIR EN UN MUNDO CAMBIANTE

EMILIA FERREIRO

Hace varios siglos, escribir y leer eran actividades profesionales. Quienes se destinaban a ellas aprendían un oficio.

Quienes formaban un grupo de profesionales especializados en un arte partícula: grabar en arcilla o en pintura, pintar en seda, tablillas de bambú, papiro o en muros, esos signos misteriosos tan ligados al ejercicio mismo del poder.

Quienes escribían no eran lectores autorizados, y los lectores autorizados no eran escribas.

Los lectores se multiplicaron, los textos escritos de diversificaron, apreciaron nuevos modelos de leer y nuevos modelos de escribir.

Leer y escribir son construcciones sociales. Cada época y cada circunstancia histórica dan nuevos sentidos a esos verbos, pero la escuela no ha acabado de apartarse de la antigua tradición: sigue tratando de enseñar una técnica.

Solo después de haber dominado la técnica surgirían, como por arte de magia la lectura expresiva (resultado de la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una puesta al servicio de las interacciones del productor).

El fracaso escolar en sus inicios, no como fracaso de la enseñanza si no del aprendizaje, algo que le impide aprovechar una enseñanza que, como tal, y por la bondad de sus intenciones, quedan más allá de toda sospecha, un fracaso de la alfabetización inicial que no puede explicarse por una patología individual.

Hubo una época en que los países se catalogaron en dos regiones: primer mundo y tercer mundo. El 80% de la población mundial vive en zonas de pobreza.

La escolaridad básica universal no asegura ni la practica cotidiana de la lectura, ni el gusto por leer, ni mucho menos el placer por la lectura. El tiempo de la escolaridad obligatoria se alarga cada vez más, pero los resultados de “leer y escribir”, siguen produciendo discursos polémicos.

Esta claro que estar alfabetizado para seguir en el circuito escolar, no garantiza el estar alfabetizado para la vida ciudadana.

El mundo laboral esta cada vez mas informatizado, y la escuela (nuestra escuela publica gratuita, obligatoria, esa gran utopía democrática del siglo XIX) esta, en los países periférico. No es posible seguir aportando a la democracia sin hacer los esfuerzos necesarios para aumentar el número de lectores (lectores plenos, no descifradores).

La escuela debe enfrentar el desafió de ver entrar el Internet en las aulas. Candidatos de la educación sostienen un discurso coincidente: Internet en la escuela, como si las computadoras pudieran ser el trampolín al acceso a niveles de alfabetización, sino acciones destinadas a elevar el nivel de alfabetización de la población en el entendido que designa un continuo que va de la infancia a la edad adulta y dentro de la edad adulta, un continuo desafió con el que cada vez nos enfrentamos, con un tipo de texto con el cual no hemos tenido experiencia previa.

Un libro es un objeto en busca de un lector y no pude realizarse como objeto. El libro se completa cuando encuentra un lector que interpreta. Tener conciencia de que tal objeto, por más cuidado y terminado que este, será siempre incompleto si no encuentra “el otro”, “los otros”

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