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MISIÓN ESENCIAL DEL EDUCADOR


Enviado por   •  24 de Enero de 2013  •  2.412 Palabras (10 Páginas)  •  421 Visitas

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MISION ESENCIAL DEL EDUCADOR

Cada niño o niña es un ser humano único, original e irrepetible. Su futura personalidad será el producto de la cultura y el ambiente emocional en la que se desenvuelva, irá creando una conducta en función de las relaciones que los adultos tengan con sus comportamientos y de las diferentes experiencias que vaya acumulando.

Por todo ello, debemos pararnos a pensar, en cómo queremos que sean nuestros niños. En ocasiones pensamos que como son muy pequeños no se dan cuenta de las cosas, y en realidad los que no nos damos cuenta de las cosas somos nosotros con respecto a ellos.

En efecto: ¡educar a una persona es una cosa grande! Tan grande, que constituye para quien la lleva a cabo una enorme, aunque colosal “tarea” -un trabajo que realizar, una responsabilidad que asumir, una obligación que atender- a la que no es sencillo renunciar sin más.

Como está de por medio la dignidad de una persona, la tarea de educarla no puede consistir en una actividad cualquiera; antes bien se torna, para quien la hace propia, en una auténtica “misión existencial”, esto es, en el llamado que la vida le hace para encontrar en ella su propia realización existencial. Enorme desafío que, sin embargo, es capaz de llenar de gozo el corazón, pues la plena “posesión de sí” que una persona puede alcanzar por medio de la educación que se le proporciona es una de las satisfacciones humanas más grandes que ninguna otra cosa en la vida puede dar.

Dentro de los diferente roles de educar se encuentra en ella inmersa tres escuelas, como son; la escuela, la familia y por ultimo la comunidad que es ese entorno donde se va a desenvolver el niño.

De igual forma, la educación es el vehículo natural como una persona aprende formas nuevas de relaciones fecundas con todos aquellos que considera próximos a su vida -esto es, los “prójimos”- como el compañerismo, la solidaridad, la amistad, el amor y la caridad, por un lado; así como la distancia respetuosa, la prudencia inteligente, la discreción obsequiosa, el amparo solícito, el perdón magnánimo, la reconciliación inmediata, por el otro lado. En resumen la educación que recibe dentro de su familia y su entorno comunitario.

Incluso la educación es el ámbito donde una persona puede descubrir los significados de las palabras más cercanas a su experiencia de hombre -como nacimiento y muerte, paternidad y filiación, amor y afecto, dolor y sufrimiento, felicidad y desdicha, tiempo e historia, trabajo y descanso, estudio y juego, obediencia y libertad, justicia y solidaridad, gratuidad y gratitud, arrepentimiento y perdón, asombro y respeto, admiración y veneración, palabra y silencio, compartir y recibir, etc.- que, de otra manera, permanecerían “distantes” a su propia vida, “extrañas” a su corazón humano e “incomprensibles” a su misma inteligencia; en una palabra, totalmente “abstractas”.

Sin embargo, como enseña la misma experiencia de la vida, para educar a una persona no son suficientes ciertas habilidades pedagógicas o determinadas disposiciones psicológicas por parte de quien asume esta importantísima “tarea”; tampoco el hecho que posea un basto saber en ciertos ámbitos de la cultura o una indispensable formación científica. Más decisiva es, en este sentido, la existencia de una determinada “imagen del hombre” en el corazón de quien educa a otra persona, esto es, en su mente y en su afecto.

La educación juega un papel en una doble dimensión. Como capacitadora ella transfiere habilidades y destrezas a los integrantes de un determinado grupo social, con la finalidad de incorporarlos al aparato productivo. Su eficiencia estaría en función de la capacidad de reducir la dependencia del individuo para subsistir por sí mismo. Una segunda dimensión, como agencia socializadora transmite los valores y comportamientos aceptados por el colectivo de generación en generación. En la medida en que los conflictos entre los individuos y las conductas expresadas en los códigos morales y éticos estén minimizadas, la educación se percibe acorde con la sociedad donde se inscribe.

En ambos casos la educación es esencialmente conservadora al perpetuar el sistema, y al anteponer el conocimiento, los valores, los principios rectores, ideales, códigos al hombre y a su propia realidad. De esta manera el ser humano viene asumiendo, desde el comienzo de su historia, la existencia de una sola manera de interpretar el mundo real, el conocimiento antes que la realidad. Aún cuando en diferentes momentos, han existido personas con caminos interpretativos que son complementarios para la evolución del conocimiento, estos enfoques han representado amenazas y transgresiones insalvables para quienes se consideran los responsables de la conducción de la humanidad. De hecho el resultado está en censuras y mediatizaciones del proceso de conocer. La educación es el proceso social encargado de sostener ideológicamente la epistémia institucionalmente aceptada.

Considerándose al campo educativo como uno de los mas vulnerables, pues la agitación de la vida actual y el sistema económico hace que la familia delegue esta responsabilidad a la escuela, y esta se convierte en verdadera familia de los estudiantes. de tal forma que el rol de la familia ha ido perdiendo espacios en el desarrollo integral de los niños/as.

La familia y la escuela comparten un objetivo común; la formación integral y armónica del niño a lo largo de los distintos períodos del desarrollo humano y del proceso educativo, estas dos agencias de socialización aportará los referentes que les permitan integrarse en la sociedad. Indiscutiblemente, estos sistemas de influencias necesitan converger para garantizar la estabilidad y el equilibrio para una formación adecuada de niños y adolescentes. El rol de los padres en la educación de sus hijos para mejorar la educación de los niños es fundamental el compromiso y participación de la familia desde la enseñanza preescolar hasta la enseñanza media o universitaria para que así les vaya bien. Hay diversas maneras en la que los padres pueden motivar la educación de sus hijos siendo éstos preocupados y brindándoles apoyo, mejorando en ellos el rendimiento académico, la autoestima, el comportamiento y la asistencia a clases. La educación puede realizarse armoniosamente cuando la familia y el jardín infantil, escuela o liceo trabajan en conjunto a favor del niño.

Los 'valores', como dicen los más puestos, se inculcan en la familia. La educación, los modales, como dicen los más, es cosa de la familia. A este coro se suman los profesores que, con un lenguaje o con otro, están de acuerdo en que los niños han de llegar 'educaditos'

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