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Poemas Del Romanticismo


Enviado por   •  7 de Enero de 2014  •  1.927 Palabras (8 Páginas)  •  322 Visitas

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"Dieciséis de septiembre", de Andrés Quintana Roo

I

Renueva, oh musa, el victorioso aliento,

con que fiel de la patria al amor santo,

el fin glorioso de su acerbo llanto

audaz predije en inspirado acento:

cuando más orgulloso

y con mentidos triunfos más ufano,

el ibero sañoso

tanto ¡ay! en la opresión cargó la mano,

que al Anáhuac vencido

contó por siempre a su coyunda uncido.

A Iturbide en su coronación

¡Y pudiste prestar fácil oído

a falaz ambición, y el lauro eterno

que tu frente ciñera,

por la venda trocar que vil te ofrece

la lisonja rastrera 5

que pérfida y astuta te adormece!

¡Sús! despierta y escucha los clamores

que en tu pro y del azteca infortunado

te dirige la gloria:

oye el hondo gemir del patriotismo, 10

oye a la fiel historia,

y retrocede ¡ay! del hondo abismo.

Poema Al Río De Cosamaloapan de Manuel Carpio

Arrebatado y caudaloso río

que riegas de mi pueblo las praderas,

¡quién pudiera llorar en tus riberas

en la redonda luna al rayo frío!

De noche en mi agitado desvarío

me parece estar viendo tus palmeras,

tus naranjos en flor y enredaderas,

y tus lirios cubiertos de rocío.

¡Quién le diera tan sólo una mirada

a la dulce y modesta casa mía,

Pero tus olas ruedan en el día

sobre las ruinas, ¡ay!, de esa morada,

donde feliz en mi niñez vivía.

PROFECIA DE GUATIMOC

Tras negros nubarrones asomaba

Pálido rayo de luciente luna

Tenuemente blanqueando los peñascos

Que de Chapultepec la falda visten.

Cenicientos a trechos, amarillos,

O cubiertos de musgo verdinegro

A trechos se miraban, y la vista

De los lugares de profundas sombras

Con terror y respeto se apartaba.

Los corpulentos árboles ancianos,

En cuya fuente siglos mil reposan,

Sus canas venerables conmovían

De viento leve al delicado soplo

O al aleteo de nocturno cuerco,

Que tal vez descendiendo el vuelo rápido

Rizaba con sus alas sacudidas

Las cristalinas aguas de la alberca,

En donde se mecía blandamente

La imagen de las nubes retratadas

En su luciente espejo. La llanuras

Y las lejanas lomas repetían

El aullido siniestro de los lobos

O el balar lastimoso del cordero,

O del todo el bramido prolongado.

¡Oh soledad, mi bien, yo te saludo!

¡Cómo se eleva el corazón del triste

cuando en tu seno bienhechor su llanto

consigue derramar! Huyendo al mundo

me acojo a ti. Recíbeme y piadosa

divierte mi dolor, templa mi pena.

Alza mi corazón al infinito,

El velo rasga de futuros tiempos,

Templa mi lira, y de los sacros vates

Dame la inspiración.

LOS NARANJOS

Perdiéronse las neblinas

En los picos de la sierra,

Y el sol derrama en la tierra

Su torrente abrasador.

Y se derriten las perlas

Del argentado rocío,

En las adelfas del río

Y en los naranjos en flor.

Del mamey el duro tronco

Picotea el carpintero,

Y en el frondoso manguero

Canta su amor el turpial;

Y buscan miel las abejas

En las piñas olorosas,

Y pueblan las mariposas

El florido cafetal.

Deja el baño, amada mía,

Sal de la onda bullidora;

Desde que alumbró la aurora

Jugueteas loca allí.

¿Acaso el genio que habita

De ese río en los cristales,

Te brinda delicias tales

Que lo prefieres a mí?

¡Ingrata! ¿por qué riendo

Te apartas de la ribera?

Ven pronto, que ya te espera

Palpitando el corazón

¿No ves que todo se agita,

Todo despierta y florece?

¿No ves que todo enardece

Mi deseo y mi pasión?

En los verdes tamarindos

Se requiebran las palomas,

Y en el nardo los aromas

A beber las brisas van.

¿Tu corazón, por ventura,

Esa sed de amor no siente,

Que así se muestra inclemente

A mi dulce y tierno afán?

¡Ah, no! perdona, bien mío;

Cedes al fin a mi ruego;

Y de la pasión el fuego

Miro en tus ojos lucir.

Ven, que tu amor, virgen bella,

Néctar es para mi alma;

Sin él, que mi pena calma,

¿Cómo pudiera vivir?

Ven y estréchame, no apartes

Ya tus brazos de mi cuello,

No ocultes el rostro bello

Tímida huyendo de mí.

Oprímanse nuestros labios

En un beso eterno, ardiente,

Y transcurran dulcemente

Lentas las horas así.

En los verdes tamarindos

Enmudecen las palomas;

En los nardos no hay aromas

Para los ambientes ya.

Tú languideces; tus ojos

Ha cerrado la fatiga

Y tu seno, dulce amiga,

Estremeciéndose está.

En la ribera del río,

Todo se agosta y desmaya;

Las adelfas de la playa

Se adormecen de calor.

Voy el reposo a brindarte

De trébol en esta alfombra

De los naranjos en flor.

Un beso nada más

Bésame con el beso de tu boca,

cariñosa amistad del alma mía,

un sólo beso el corazón invoca,

que la dicha de dos... me mataría.

¡Un beso, nada más! Ya su perfume

en mi alma derramándose, la embriaga;

y mi alma por tu beso se consume

y por mis labios impaciente vaga.

¡Júntese con la tuya...! Ya no puedo

lejos tenerla de tus labios rojos...

¡Pronto...! ¡dame tus labios...! ¡tengo miedo

de ver tan cerca tus divinos ojos!

Hay un cielo, mujer, en tus abrazos;

siento, de dicha el corazón opreso...

¡Oh! ¡sosténme en 1a vida de tus brazos

para que no me mates con tu beso!

Manuel M. Flores

ANTE UN CADAVER

¡Y bien! Aquí estás ya..., sobre la plancha

donde el gran horizonte de la ciencia

la extensión de sus límites ensancha.

Aquí, donde la rígida experiencia

...

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