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Sembrando Semillas


Enviado por   •  26 de Agosto de 2013  •  469 Palabras (2 Páginas)  •  277 Visitas

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SEMBRANDO SEMILLAS

SEMBRANDO SEMILLAS

Un hombre trabajaba en una fábrica distante cincuenta minutos de autobús de su casa.

En la siguiente parada entraba una señora anciana que siempre se sentaba junto a la ventana.

Ella abría la bolsa, sacaba un paquetito y se pasaba todo el viaje arrojando alguna cosa para fuera.

La escena siempre se repetía y un día, curioso, el hombre le preguntó qué arrojaba por la ventana.

- Tiro semillas, respondió ella.

- ¿Semillas? ¿Semillas de qué?

- De flores. Es que veo para afuera y la calle está tan vacía...

Me gustaría poder viajar viendo flores coloridas por todo el camino. ¡Imagine cuán bello sería!

- Pero las semillas caen sobre el asfalto, son aplastadas por las ruedas de los coches, devoradas por los pájaros...

¿Cree usted señora que las semillas germinarán a la orilla de la carretera?

- Así es, hijo mío. Aunque muchas se pierdan, algunas acaban cayendo en la tierra y con el tiempo van a brotar.

-Aún así... tardarán en crecer...necesitan agua...

-Ah, yo hago mi parte. Siempre hay días de lluvia. Y si alguien arroja las semillas, las flores nacerán.

Diciendo esto, se dió vuelta hacia la ventana y recomenzó su trabajo.

El hombre descendió luego más adelante, pensando que la señora ya estaba senil.

Un tiempo después...

Un día, en el mismo autobús, el hombre al mirar para afuera percibió flores en la vera del camino ...Muchas flores... ¡El paisaje colorido, perfumado y hermoso!

Se acordó entonces de aquella señora. La buscó en vano. Le preguntó al chófer, que conocía a todos los pasajeros de viaje.

- ¿La viejecita de las semillas?....Pues ...Murió hace cerca de un mes.

El hombre se volvió a su lugar y continuó mirando el paisaje florido por la ventana,

“Quién diría, ¡las flores han brotado!”

“¿Pero de qué le valió su trabajo? Murió y no pudo ver toda esta belleza.”

En ese instante, oyó risas de criatura. En el asiento de enfrente, una niña señalaba por la ventana, entusiasmada:

- ¡Mira qué hermoso! Cuántas flores por la calle... ¿Cómo se llaman aquéllas...?

Entonces, entendió lo que aquella señora había hecho.

Aunque no estaba ahí para ver, hizo su parte, dejó su marca, la belleza para la contemplación y la felicidad de las personas.

Al día siguiente, el hombre subió al autobús, se sentó junto a la ventana, sacó un paquetito de semillas del bolso...

Y así dio continuidad a la Vida, sembrando con entusiasmo y alegría sus semillas...

El futuro depende

...

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