Sexualidad

La sexualidad involucra no sólo nuestra esfera física, no sólo es un campo de realización de nuestros placeres, sino que por el contrario, en su plenitud, está inspirada en profundos valores éticos y morales como la confianza, amor y fidelidad. De esta forma podemos ver que el sexo traspasa las barreras biológicas llegando a ser una manifestación espiritual del ser humano. La sexualidad es un don, en el cual convergen lo físico y mental, llegando a su cúspide cuando cumpliendo con nuestro ideal (dado por Dios) se convierte en un lazo espiritual. Es evidente su importancia física (reproducción y satisfacción). Nosotros podemos dar un paso más y ver en ella una demostración de nuestros sentimientos hacia otra persona y de lo que ella significa para uno. Pero, ¿Qué involucra el aspecto espiritual? Es una entrega hacia aquella persona que llega a ser nuestro complemento, en la que depositamos nuestro ser llegando a ser como “uno solo”, no buscando ser satisfecho, sino satisfacer al otro (a), en una entrega mutua, en donde el amor es sinónimo de compromiso, inspirado en un maravilloso principio divino “en el amor no hay temor...” “Si en una pareja sólo existe atracción física, sus relaciones sexuales serán instintivas y superficiales. Si solo hay conveniencia, el sexo se parecerá mucho a la prostitución. Si solo hay comunicación espiritual, el sexo se convertirá en un sucio “tramite carnal”, si solo existe voluntad de satisfacer al otro, el acto sexual será un sacrificio” (Cuauhtemoc. C “Juventud en Extasis”.. Pag. 165) Todos estos aspectos llegan a coexistir cuando alcanzamos una madurez que nos permite establecer un compromiso con alguien a quien consideramos como nuestra permanente compañía, en un vínculo eternamente conocido como el matrimonio, un bien mayor que es preciso procurar.

...