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UN ESTUDIO SOBRE LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS DE IDA Y VUELTA EN URUGUAY (2008-2015)


Enviado por   •  18 de Mayo de 2018  •  Informe  •  11.067 Palabras (45 Páginas)  •  227 Visitas

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UN ESTUDIO SOBRE LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS DE IDA Y VUELTA EN URUGUAY (2008-2015)

Silvia Facal Santiago[1] y Carla San Pedro[2]

Agradecimientos

Queremos agradecer la ayuda brindada para la realización de esta investigación al señor

1. Introducción

Los movimientos migratorios de ida y vuelta –inmigración, emigración y emigración de retorno- han formado parte de la historia de Uruguay desde su independencia en 1825 hasta el presente. Hasta el año 1963 Uruguay presentó siempre saldos migratorios positivos debido a las importantes oleadas inmigratorias que fueron llegando al país procedentes, principalmente, de Europa y en menor medida del Cercano Oriente y de países vecinos como Brasil y Argentina. A pesar de ello también se produjo una continua emigración de uruguayos hacia el exterior  la cual pasó desapercibida debido a la importancia de la inmigración. En la década de 1960 se invierte esta situación debido a la menor llegada de inmigrantes y a la fuerte salida de uruguayos hacia el exterior provocada por la crisis económica vivida por el país a la cual se le suma, a partir de 1973 una crisis institucional seguida por otras sucesivas crisis económicas como la de 1982, 1999 y 2002. De este modo, los saldos migratorios presentaron un saldo negativo hasta el año 2008 fecha en la cual se produjo una crisis económica en los principales destinos de nuestra emigración – España y Estados Unidos- provocando con ello una desaceleración en la salida de uruguayos hacia el exterior acompañada también por un proceso de retorno y de llegada de nuevos inmigrantes al país procedentes principalmente de la región y también de Estados Unidos y Europa.

En el presente trabajo presentamos los resultados de una investigación realizada durante los años 2015 y 2016 sobre los movimientos migratorios de ida y vuelta en el país. En el mismo hacemos hincapié, principalmente, en los movimientos migratorios recientes, es decir, en los acaecidos entre el año 2008 y 2015 a través de la variable inmigración, emigración y emigración de retorno.

2. Medición de los movimientos migratorios recientes en Uruguay

La migración es una de las variables utilizadas para medir la evolución de una población. Esta última no se mantiene constante a lo largo del tiempo y se ve modificada como efecto de la inmigración, la emigración, la emigración de retorno, la fecundidad y el envejecimiento.  

Desde los inicios mismos de su vida independiente, Uruguay presentó acuciantes problemas demográficos que se intentaron subsanar a través de la atracción de inmigrantes de procedencia europea. No obstante, a la par que se intentaba captar inmigrantes también se producía una emigración de uruguayos hacia el exterior, principalmente a la Argentina. La llegada de los inmigrantes al país conjuntamente con la de refugiados a la cual habría que agregar la salida de uruguayos hacia el exterior e incluso su retorno se produjo a lo largo de nueve etapas bien diferenciadas entre el último tercio del siglo XIX y los primeros años del siglo XXI.

La primera etapa se  produjo desde los inicios de la vida independiente del país hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) con un paréntesis producido entre 1839 y 1851[3]. El Uruguay que nació a la vida independiente apenas contaba, en 1830, con 70.000 habitantes, si bien en 1875 poseía ya 450.000, y en 1908 un poco más de un millón de habitantes (Censo, 1908). Este espectacular crecimiento se debió a la variable natalidad, dominante hasta 1890, unida al descenso en la tasa de mortalidad y a la inmigración procedente fundamentalmente de Europa. La mayor parte de los inmigrantes ingresados, por ejemplo, según las listas de pasajeros de ultramar de la Dirección Nacional de Migración (DNM), procedían de España, Italia, Francia y de países vecinos como Brasil. A pesar de la llegada masiva de inmigrantes al país también se produjo una importante emigración de uruguayos hacia la Argentina y en menor medida hacia Brasil. Los flujos emigratorios de cierta envergadura habían empezado ya en nuestro país en tiempos de la presidencia del coronel Lorenzo Latorre (1876-80) como efecto de la importante desocupación acaecida en el medio rural (Aguiar, 1982). En el año 1912, Luis Alberto de Herrera, una destacada figura de la oposición política perteneciente al Partido Nacional, manifestaba que “un éxodo sin pausas, cuyo severo estudio desdeñan los gobiernos más ocupados de arrancar al pueblo sus derechos que de robustecer el porvenir de la patria mediante una sabia política interna y externa”. Unos años después, en concreto en 1920, Julio Martínez Lamas, economista no profesional pero gran conocedor de la realidad uruguaya, hablaba de que 120.000 uruguayos residían fuera de nuestras fronteras y Emilio Frugoni elevaba esa cifra, en 1932, a 220.000 (Aguiar, 1982). Volviendo a las cifras de la inmigración se puede afirmar que el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) supuso un freno a la entrada de los 3.500 inmigrantes que, en promedio, habían estado llegando al país anualmente (Pereira y Trajtenberg, 1966). Durante los años de la guerra, los cuales constituirían la segunda etapa se hizo prácticamente imposible salir de los países en conflicto y esto afectó de forma negativa los saldos migratorios de Uruguay. Una vez finaliza la contienda mundial comienza la tercera etapa la cual transcurrió hasta la entrada en vigor de la Ley 8.868 de 1932 de migración. Durante este periodo la llegada de contingentes inmigratorios procedentes tanto de España como de Italia, mayoritarios hasta el momento, fue eclipsada por el arribo al país de un conjunto de nacionalidades europeas y de otras procedencias –rusos, polacos, lituanos, húngaros, rumanos, checoslovacos, yugoslavos, turcos, armenios, palestinos…- que representaron el 72% del total de los inmigrantes. En general, los inmigrantes que arribaron al país, unos 107.000 aproximadamente (Pereira y Trajtenberg, 1966) escapaban de sus países de origen por efecto de los problemas económicos que trajo aparejada la Primera Guerra Mundial, por cambios de fronteras o por persecuciones étnicas sufridas por algunos pueblos, como los armenios del Imperio turco-otomano. A partir de 1932 y hasta el estallido del Segunda Guerra Mundial (1939-1945) se produce la cuarta etapa. Debido a la legislación restrictiva de la época descienden las cifras de entrada de extranjeros al país. Los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) marcaron una nueva etapa, la quinta, en la cual se produce un descenso dramático de la entrada de inmigrantes y principalmente de refugiados a consecuencia de la guerra y a la prohibición impuesta a los judíos de los territorios alemanes u ocupados por ellos de emigrar fuera de los mismos. Una vez finalizada esta nueva contienda mundial se produce la sexta etapa la cual se extendió hasta el año 1955. En este período se vivió la recuperación provocada por la posguerra; se pasó de un saldo neto negativo a poco más de 5.000 efectivos anuales. Pero, para esta época, Uruguay ya no era el territorio atractivo que fue en otros momentos debido a la rigidez de las estructuras agropecuarias, el estancamiento y la desocupación creciente en el sector industrial, junto con el súper poblamiento de los servicios, todo lo cual trajo aparejado una visión menos atractiva del país para los inmigrantes. Luego de estos años, en los cuales se produjo el último gran aluvión de inmigrantes y refugiados llegados al Uruguay, se inicia la séptima etapa que se extendió hasta el año 1963. En la misma se presentó una disminución en la llegada de inmigrantes al país por dos razones: por un lado, la recuperación económica de los países europeos que recibieron la mayor parte de la ayuda del Plan Marshall, como Alemania Federal, el Reino Unido y Francia, motivó la necesidad de mano de obra inmigrante para su industria y sus servicios que llegaría, en un principio, de los países menos desarrollados de Europa y que, con anterioridad se había dirigido a otros países como Uruguay. Por otra parte, también influyó la finalización del ciclo de crecimiento económico motivado por la posguerra y por la Guerra de Corea (1950-1953). En 1963 se abría, por lo tanto, la octava etapa la cual llegaría hasta 2008. En esta larga etapa Uruguay se convirtió en un país de emigración, presentando durante todo el período saldos migratorios negativos, debido a la fuerte crisis económica de 1965, luego la de 1973 - acompañada por una crisis institucional, el golpe de estado del 27 de junio debido al cual se instaló una dictadura cívico-militar hasta 1985 -, seguida por la de 1982 y la de 1999 y 2002. Durante este período Uruguay perdió más de 700.000 personas (Cancillería, 2008). Al mismo tiempo, continuó recibiéndose inmigración pero de forma marginal y de nueva procedencia, como los países de la región (Arocena, 2009). A partir de 2009 se comenzaron a producir cambios en los saldos migratorios uruguayos como efecto de la crisis global económica iniciada en 2008 en los Estados Unidos a consecuencia de la burbuja inmobiliaria vivida en el citado país y acompañada por la nueva ley de migración la 18.250 de 2008. A partir de ese año se inicia la novena etapa, la cual se encuentra caracterizada, como podremos ir observando en los siguientes puntos, por el fuerte retorno de emigrantes uruguayos del exterior, acompañado por la entrada de inmigrantes procedentes no sólo de la región sino también de países del norte desarrollado. De este modo, Uruguay ha ido presentando saldos migratorios positivos desde 2009 hasta el momento actual.

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