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Elogio A La Locura


Enviado por   •  20 de Julio de 2012  •  2.184 Palabras (9 Páginas)  •  554 Visitas

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el principe

Todos los estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han sido y son republicas o principados. Los principados son hereditarios y nuevos. Los dominios así adquiridos están acostumbrados a vivir bajo un príncipe o a ser libres; y se adquieren por las armas propias o por las ajenas.

Parece que es más fácil conservar un estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores, y con temporizar después con los cambios que pueden producirse. Si el príncipe es de mediana inteligencia se mantendrá siempre en su estado. El príncipe natural tiene menos razones y menor necesidad de ofender: de donde es lógico que sea más amado; y a menos que vicios excesivos le atraigan el odio, es razonable que lo quieran con la naturalidad los suyos.

Las dificultades empiezan en los principados nuevos. Se llama principado mixto cuyas incertidumbres nacen de una natural dificultad que se encuentran en todos los principados nuevos que consiste en que los hombres cambian con gusto de Señor, creyendo mejorar y esta creencia los impulsa a tomar las armas contra el, el cual se engañan pues luego la experiencia les enseña que han empeorado; esto resulta que el príncipe se vea obligado a ofender a sus nuevos súbditos.

Estos estados al adquirirse se agregan a uno mas antiguo o son de la misma provincia y de la misma lengua; es muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están acostumbrados a ser libres. Y quien los adquiere debe tener dos cuidados: primero; que la descendencia del anterior príncipe desaparezca. Segundo; que ni sus leyes ni sus tributos sean alterados. Esto haría más segura y más duradera su posesión.

El príncipe debe ingeniarse para debilitar a los de mayor poderío y cuidarse de que bajo ningún pretexto entre en su estado un extranjero tan poderoso como el. Esta parte se refiere; el que no gobierne bien perderá muy pronto lo que hubiere conquistado, y aun cuando lo conserve, tropezara con infinitas dificultades y obstáculos. Así pasa en las cosas del estado: los males que nacen en el, cuando se les descubre a tiempo, lo que solo es dado al hombre sagaz, se les cura pronto, pero ya no tienes remedio cuando, por no haberlos advertido, se les deja crecer hasta el punto de que todo el mundo los ve.

El príncipe asistido por siervos goza de mayor autoridad: por que en toda la provincia no se reconoce soberano sino a él, y si se obedece a otro, a quien además no se tienen particular amor, solo se lo hace por tratarse de un ministro y magistrado del príncipe.

Hay tres modos de conservar un estado: primero; destruirlo, segundo; radicarse en el, tercero; dejarlo regir sus leyes.

No hay nada mejor para conservar si se la quiere conservar, una cuidad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus propios ciudadanos. Cuando las ciudades o provincias están acostumbras a vivir bajo un príncipe están habituados a obedecer y por otro no tienen a quien, y no se ponen de acuerdo entre ellos, ni saben vivir en libertad, y tampoco se deciden tomar las armas contra el invasor, un príncipe puede tomarlas fácilmente o retenerlas.

Un hombre que se convierta de la nada en príncipe presupone talento o suerte. No hay nada mas difícil de emprender, ni mas dudoso de hacer triunfar, ni mas peligroso de manejar, que el introducir nuevas leyes. El innovador se transforma en enemigo de todos los que beneficiaban con las leyes antiguas, y no se granjea sino la amistad tibia de los que se beneficiaron con las nuevas. Tibieza en estos cuyo origen es, por un lado, el temor a los que tienen por su parte a la legislación mas antigua, y por otro, la incredulidad de los hombres, que nunca fían en las cosas nuevas hasta que se ven los frutos, dado que los que son enemigos tienen oportunidad de atacar, lo hacen enérgicamente, y aquellos otros asumen la defensa con tibieza, de modo que se expone uno a caer con ellos.

Los que por la suerte se convierten en príncipes poco esfuerzo necesitan para llegar a serlo, pero no se mantienen sino con muchísimo. Las dificultades no surgen en su camino, porque tales hombres vuelan, pero se presentan una vez instalados. Estos príncipes no se sostienen sino por la voluntad y la fortuna y nacen si pueden conservar aquella dignidad. No saben por que, si no son hombres de talento y virtudes superiores, no es presumible que conozca el arte del mando, ya que han vivido siempre como simples ciudadanos.

Hay dos modos de llegar hacer príncipe: por merito o por suerte. Acerca de estos dos modos esta el de Francisco Sforza y el de Cesar Borgia. Francisco con los medios que correspondían y con un gran talento de la nada se convirtió en duque de Milán, en el campo opuesto esta Cesar Borgia que adquirió el estado con la fortuna de su padre, y con la de este la perdió. El que no coloca los cimientos con anticipación podría colocarlos luego si tiene talento, aun con riesgo de disgustar al arquitecto y de hacer peligrar el edificio.

El príncipe nuevo que crea necesario defenderse de enemigos, conquistar amigos, vencer por la fuerza o por el fraude, hacerse amar o temer de los habitantes, respetar y obedecer por los soldados, matar a los que puedan perjudicarlo, remplazar con nuevas las viejas leyes, ser severo y amable, magnánimo y liberal, disolver las milicias infieles, crear nuevas, conservar la amistad de reyes y príncipes de modo que lo favorezcan de un buen grado o lo ataquen los recelos; el que juzgue indispensable hacer todo esto. Los hombres ofenden por miedo o por odio.

Hay otros dos modos de llegar a príncipe que no se pueden atribuir enteramente a la fortuna o a la virtud. Me refiero, primero, al caso en que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos como lo fue el siciliano Agatocles, segundo, al caso que se llega a ser príncipe por el favor de los ciudadanos, caso de Oliverotto da Fermo.

Un príncipe pues , que gobierne una plaza fuerte, y a quien el pueblo no odie, no puede ser atacado; pero si lo fuese, el atacante se vería obligado a retirarse sin gloria, por que son tan variables las cosas de este mundo que es imposible que alguien permanezca con sus ejércitos un año

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