TP Filosofía de la educación
Enviado por nadiav1985 • 21 de Octubre de 2020 • Trabajo • 1.249 Palabras (5 Páginas) • 302 Visitas
TRABAJO PRÁCTICO N° 1
Materia: FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN [3° 2020- B]
Docente: Adam, Claudio Alejandro.
Alumna: Vanzetti, Nadia.
- Vicisitudes que abren los legados de la modernidad:
Algunos de los rasgos distintivos de la modernidad, tales como el afianzamiento del individuo, el valor de su libertad y sus intereses mundanos, el valor de la razón como vía emancipatoria junto a la racionalidad científico-técnica llevan a considerar a la educación en este período como favorecedora de una individualidad libre, reflexiva y crítica. La educación fue concebida como un proceso de socialización necesaria para la formación de un ciudadano requerido por el nuevo Estado Social, que pretendía ahuyentar los miedos, desamparos e inseguridades del estado de naturaleza.
Sin embargo surge un dilema entre cómo educar al individuo para que desarrolle sus actitudes y capacidades para la reflexión crítica, que le permitan un ejercicio pleno de su libertad y autonomía, y cómo proveer al mismo tiempo una educación para que se adapte a un determinado orden social. Es decir, por un lado se prioriza el valor de la libertad individual, por el otro una moral cívica que demanda la propia sociedad.
Algunos autores del período moderno como Humboldt y Mill destacan el valor del individuo, sus intereses y su libertad y no conceden al Estado un papel preponderante para impartir educación, reconociendo así el privilegio del ámbito familiar, rechazando la educación pública como acción del estado porque produce una uniformidad entre los individuos que desmerece su calidad formativa, empobrece su carácter moral y su propia autonomía personal: “Una educación homogénea no es aconsejable para la formación del individuo dado que una excesiva actuación del Estado conduce a la mediocridad individual y cívica” (Juan Carlos Geneyro – pág. 257). Sostienen además que una educación del Estado servía sólo para moldear al pueblo haciendo a todos exactamente iguales.
La segunda perspectiva que apela a una necesaria adaptación del individuo acorde con los legados establecidos y a una identidad cívica encuentra a autores como Comte y Durkheim influenciados por J. Dewey. Su visión está ocupada por analizar el sentido y la calidad de la democracia; el papel de la educación en la formación del individuo y del ciudadano; en establecer mejores condiciones para la expresión y el ejercicio de los valores de igualdad y libertad en la sociedad y en todos y cada uno de los individuos que la constituyen. La educación debe estar a cargo de un Estado ético-educador capaz de responder al interés social general que sustenta una sociedad democrática.
- Según afirma el autor, la filosofía ha sufrido una fractura vital producida por las desviaciones y reacciones modernas contra los métodos y dogmas de tipo teológico. La separación que se produjo entre la Iglesia y el Estado, entre los intereses temporales y los llamados eternos, dio origen a las divisiones especiales que determinaron los problemas fundamentales de las “filosofías modernas” en sentido histórico. El resultado neto del descuido de temas urgentes, y la preocupación por otros alejados del interés humano explica el descrédito popular en el que ha ido cayendo progresivamente la filosofía. Este descrédito constituye a su vez un factor decisivo en la determinación de su función en el mundo.
- El soberano es quien legisla e interpreta la ley misma, la ley civil y la conciencia pública, también en materia religiosa. Su poder es absoluto e indivisible. De aquí surge el problema teológico- político en el pensamiento hobbesiano. Y la soberanía adquiere un carácter antiprofético ya que es la creencia y no el conocimiento la que funda la verdad de las conclusiones sobre la confianza en la autoridad y “en efecto, toda declaración de verdad de una profecía o de un milagro depende de la interpretación oficial del soberano, esto es de la ley civil positiva” (Altini, C., 2005, p. 108). En este sentido el poder público se concentra en el estado, el verdadero profeta es sólo el Soberano y la verdadera religión es la religión civil.
- Para Locke el hombre vive en un permanente estado de naturaleza “Un estado de perfecta libertad para ordenar sus acciones y disponer de sus posesiones como juzguen adecuado, dentro de los límites de la ley de la naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de ningún otro hombre” (Locke, J., 2010, p. 17). El hombre tiene el derecho y el deber de conservar su vida y no es súbito de ningún otro hombre, sino que es libre. El pasaje de Estado de naturaleza a sociedad civil sostiene el autor, se da cuando se quiere evitar el estado de guerra (estado de enemistad y destrucción) ya que los hombres se agrupan en sociedades y abandonan el estado de naturaleza, puesto que allí hay una autoridad, un poder sobre la tierra “La falta de un juez común con autoridad pone a todos los hombre en estado de naturaleza; la fuerza sin derecho sobre la persona de un hombre produce un estado de guerra” (Locke, J., 2010, p. 34) El estado es una entidad que está configurada por la voluntad de los hombres que libre y democráticamente aceptan que alguien los gobierne y ejerza el poder sobre ellos, y sobre todo ejerza el poder en bien de la protección de la propiedad privada.
Hobbes describe un estado de naturaleza anterior a la organización social, caótico donde la ley no existe, por lo tanto nada es justo ni injusto, y no existe la propiedad privada, solo pertenece a alguien aquello que puede tomar y conservar, por eso los hombres arriban necesariamente a una guerra que los enfrenta para la consecución de sus deseos. El tiempo en que los hombres viven sin un poder común que los atemorice a todos, se hallan en condición o estado que se denomina guerra; una guerra tal que es la de todos contra todos. Es por eso que el único camino es la creación de leyes y de un pacto político mediante el cual se pueda vivir socialmente, la creación de un estado civil para que los hombres dejen la guerra de todos contra todos. Un Estado, soberano, absoluto con poderes por encima de cualquier normalidad existente, sin necesidad de rendirle cuentas a sus súbitos de sus actos “Elegir un hombre o una asamblea de hombres que represente su personalidad; y que cada uno considere como propio y se reconozca a sí mismo como autor de cualquier cosa que haga o promueva quien representa su persona” (Hobbes, T., 2005, p. 7)
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