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Transfisica y postfisica

PoetaylocoEnsayo4 de Diciembre de 2017

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Andrea Ortíz Soto.

Planteamiento de lo divino en la Post-física y de lo religioso en la Trans-física, y sus consecuencias.

     El objetivo de este trabajo es la exposición del planteamiento de lo divino en la post-física y de lo religioso en la trans-física, para así poder extraer las consecuencias que cada una acarrean. Posteriormente determinar por cuál de estas corrientes estamos más influidos actualmente

     Como sabemos la ciencia Metafísica trata sobre “los principios y las causas más altas”, pero, ¿de qué clase de principios trata que se distinguen como "los más altos"?

      A partir del vocablo metafísica surgen dos interpretaciones: Post-física y Trans-física, cada una de ellas fundamentada en cosas distintas, con objetos de estudio distintos, y por supuesto con objetivos distintos.

     Cada uno de estos dos términos posee sus implicaciones religiosas importantes que marcaron una época, y que en cierta medida siguen repercutiendo en nuestro pensamiento.

     Damos paso a la exposición de cada uno de estos términos, para posteriormente extraer las consecuencias que acarrean.

•Planteamiento de lo divino en la Post-física.

     La interpretación de la metafísica como post-física nos habla de una ciencia que va más allá de las fronteras de la física, pues trata del ser en cuanto ser, y que por tanto es más fundamental y más universal. Una ciencia que está detrás de la física haciendo referencia a la posterioridad y profundización de su investigación, y por tanto una ciencia cuyo objetos de estudio son más lejanos para nosotros.

     Así, se busca ese principio y sustento de todas las cosas: el arché. Arché "es el nombre que le dieron los filósofos griegos a aquello que preserva en el ser al mundo, a aquello que lo acompañe en su eterno despliegue sin abandonarlo nunca. Arché es el basamento que, al sustentar al mundo en su ser, no puede verse reducido a una mera iniciación cronológica que abandona el ser del mundo una vez que éste ha sido engendrado. En efecto, el mundo como tal se está creando siempre".[1]

¨    Evidentemente hablar de Metafísica como post física, es hablar de Aristóteles. Así, este arché puede ser identificado con el "motor inmóvil" de Aristóteles, el cual es concebido como eterno y divino, pues el estagirita consideró como divino aquello que subyace en las cosas, a partir de lo cual se genera su desarrollo y devenir, aquello que siempre es y que se sobrepone al cambio.

     "Por ello, el filósofo que busca la Sabiduría, que busca el conocimiento de lo que es inmutable y eterno, ansía alcanzar una ciencia que, por su objeto de estudio, muy bien puede ser concebida como una ciencia teológica (teologiké), ciencia divina".[2] 

     Así, llegamos a la post-física como Ciencia Teológica. Para la época de Aristóteles ya se había dado el paso de cuestionar la concepción antropomórfica y politeísta perteneciente a la tradición, se habla ahora de lo divino como "lo Uno", "lo inengendrado", pero su carácter de no-trascendencia, de no separación del mundo, permanece intacto.  Así como conserva la noción de mundanidad, se conserva también la noción de que el dios no es un dios creador, por lo tanto su función es precisamente la de "motor inmóvil" que pone en movimiento, con su puro intelecto, algo que ya estaba ahí.

     Hemos ya mencionado en la característica más importante de la concepción divina que ofrece la post-física: la idea de creación no tiene lugar. 

     Se ha señalado ya que el objeto de estudio de la física -que ahora sabemos también Ciencia Teológica-  es por su naturaleza más lejano a nuestro conocimiento; esto se debe a dos razones, la primera, es que no posee ningún órgano sensorial, pues no tiene forma humana. La segunda, es que no posee magnitud alguna y, por consiguiente no ofrece percepción sensible de sí. En este sentido se afirma que la post-física se refiere a lo que es de posterior investigación, pues lo primero para nosotros es contrario a lo que es primero por naturaleza, pues lo primero por naturaleza es el fundamento de todo, es decir, lo divino.

     Lo divino es, además, acto puro de energía, éste reside en el mundo, pues para Aristóteles, y por tanto para la post-física, no puede haber nada fuera del universo.

     "Él es la fuente originaria de las cosas, es un poder de surgir, es la fuente de la cual surge todo en su poder de emerger, es aquello que sostiene la eternidad del universo, pero que no es trascendente ni anterior a él, pues siempre lo ha acompañado en su eterno devenir. Es pues, la fuerza misma de un universo eterno e inengendrado".[3] 

     Como decíamos, no se habla aquí de un dios creador/ordenador trascendente y anterior al mundo, sino que se entiende lo divino como "el cosmos mismo en la totalidad de la fuerza de su eterna manifestación".[4] 

     En la post-física cuando hablamos de naturaleza nos referimos a ella como una potencia animada que "tiene en sí misma el principio de su propia producción"[5], y tal principio "yace en las cosas mismas... por virtud de lo que ellas son"[6]. Esta naturaleza puede ser llamada "daimonia", pues se encuentra tan cerca de lo divino como lo está de los hombres, dicho esto afianzamos que lo divino, lo que procura el ser, no está fuera de las cosas de este mundo, sino en el mundo mismo. Así, no existe en este pensamiento una distinción radical entre el cielo y la tierra, entre lo divino y el mundo.

     Cuando hablamos de lo divino, debemos entender en virtud de qué se le considera tal. Para Aristóteles -y por tanto para la post- física- lo divino es tal, debido a que es eterno (inalterable y fijo); y por esta misma razón, por abarcar todo el tiempo y la infinitud, es que se piensa en una presencia divina extendida en todo el universo. Puede describirse a eso divino como aquello en lo que lo eterno, lo inmutable y lo supremo convergen.

     De lo anteriormente dicho podemos extraer que al no ser dios el creador y ordenador de este mundo, y por lo tanto de las criaturas que lo habitan, no podemos asegurar que tenga un interés o preocupación, por ejemplo, en las cuestiones humanas. El mundo se regula a sí mismo, se sustenta a sí mismo en su movimiento perpetuo, en un ciclo eterno donde todo es algo siempre; este ciclo no tiene ni principio ni fin, porque ambos implican la nada, y aquí se afirma que el ser ha sido siempre.

     Este orden autosustentable previó verse y comprenderse, es por eso que el hombre posee la razón que abraza al mundo, y lo divino está en este orden, el cual está separado sólo en el sentido de que no está en una cosa, sino en el todo.

     Y así, el mundo es sujeto (por ser auto-producido) y no objeto, porque lo divino es pensamiento que se piensa a sí mismo, pues constituye la totalidad.  

     Hemos expuesto hasta ahora las concepciones que en la post-física se tienen sobre lo divino y su relación con el mundo. Es momento de decir que este pensamiento no ha sido en general el más aceptado ni el más difundido, incluso se ha visto sumido -aunque no por eso aniquilado- en algunas épocas, sin embargo ha resurgido en algunas otras, y con ello ha dado paso a una gama más variada de posibilidades tanto en la filosofía como en el ámbito cultural en general.

Consecuencias.

     Ya hemos dicho que el planteamiento divino presente en la post-física no ha sido el más aceptado ni el predominante, y sin embargo a partir de él ha surgido la necesidad de explicar el ser sobre otras bases, y esto a su vez ha sido causa de gran diversidad de ideas. A esto debemos la amplia gama de ideologías que tenemos en la actualidad.

     Considerando que la búsqueda de este 'origen de todas las cosas' aún persiste, hemos de decir que el planteamiento de la post-física abre paso, pues recorrer caminos que no son afines a las creencias tradicionales puede acercarnos a la verdad.

     Especialmente en filosofía, esta contraposición nos da mucho material para trabajar, pues a partir de dos supuestos contrarios las posibilidades son inagotables. Esto nos recuerda bellamente que la filosofía es un constante diálogo con la tradición.

     Hemos de decir que siendo la noción contraria la que ha predominado, la post-física constituye siempre una alternativa de pensamiento. Tanto, que en el siglo XVII, donde se posibilita su aceptación, pone absolutamente en duda todo el sistema de pensamiento contrario, y además deriva posteriormente en corrientes quizá no imaginadas ni pretendidas, pues al no asumir a Dios como creador, se da paso al escepticismo y al ateísmo, por mencionar algunas. Estas dos corrientes mencionadas no deben ser consideradas como malas, ya que como decíamos, amplían la gama de posibilidades y nos invitan -y nos obligan-  a la reflexión y evaluación de nuestras creencias, derivando beneficios en diferentes ámbitos. Por ejemplo, en el siglo XVIII, cuando a partir de un Dios no-creador puede cuestionarse su interés e intervención en los asuntos humanos, y con ello se ve surgir la necesidad de una ética que tenga como fundamento la razón y no los supuestos de la religión.

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