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Antecedentes


Enviado por   •  29 de Mayo de 2014  •  Síntesis  •  5.646 Palabras (23 Páginas)  •  167 Visitas

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Antecedentes[editar]

En octubre de 1861, Francia, Inglaterra y España suscribieron la Convención de Londres, en la cual se comprometieron a enviar contingentes militares a México para reclamar sus derechos como acreedores por una deuda que ascendía alrededor de 80 millones de pesos, aproximadamente eran 69 millones para los ingleses, 9 millones para los españoles y 2 millones para Francia.

El contingente europeo, estaba compuesto de la siguiente manera:

España: 6000 hombres al mando del General Juan Prim

Francia: 3000 hombres dirigidos por el Contraalmirante Jurien de la Gravière.

Reino Unido: 700 marines bajo el comando del Comodoro Dunlop.2

Poco después de reunirse, los representantes de los tres países enviaron un ultimátum al gobierno mexicano en el que pedían el pago de sus deudas; de lo contrario, invadirían el país. Juárez, quien gobernaba a un país que apenas empezaba a levantarse de la postración económica, respondió con un exhorto a lograr un arreglo amistoso, y los invitó a conferenciar. Acompañó ese mensaje con la derogación del decreto que suspendió los pagos. Al mismo tiempo, en vista de la posibilidad real de una invasión militar que buscara llegar hasta la Ciudad de México, ordenó el traslado de pertrechos y la fortificación de Puebla, así como crear una unidad, a la que se designó como Ejército de Oriente, que fue puesta bajo el mando del general José López Uraga. En vista del desempeño deficiente de este mando, fue destituido y en su lugar se designó a Zaragoza, quien dejó el Ministerio de Guerra y se dirigió a Puebla para organizar la oposición al avance francés con cerca de 10,000 hombres; cantidad mínima si se toma en cuenta el vasto territorio que debía cubrirse .

Reproducción de los Tratados preliminares de la Soledad. Al calce se observan las firmas de Manuel Doblado, Juan Prim, Dubois de Saligny y Charles (Carlos) Wyke

Los representantes aceptaron el llamado y en febrero de 1862 se reunieron con los ministros juaristas del Exterior, Manuel Doblado, y de Guerra, Ignacio Zaragoza, en la hacienda de La Soledad, cerca de Veracruz. Gracias a la habilidad como negociador de Doblado se firmaron los Tratados preliminares de La Soledad, en los que se obtuvo el reconocimiento como interlocutor para el gobierno de Juárez y se garantizó el respeto a la integridad e independencia del país. Además, se convino que las negociaciones sobre la deuda se realizaran en Orizaba, donde se establecerían las fuerzas aliadas, además de Córdoba y Tehuacán, para evitar el rigor del clima tropical del puerto; si no se llegaba a un acuerdo, se retirarían a la costa para así comenzar las hostilidades.

El 5 de marzo, cuando aún se realizaban las negociaciones en Orizaba, llegó a Veracruz un contingente militar francés bajo el mando de Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, quien relevó en el mando a Jurien de la Gravière y se dirigió a Tehuacán. También llegó el general conservador Juan Nepomuceno Almonte, quien de inmediato se proclamó "jefe supremo de la nación" y empezó a reunir a las tropas conservadoras, remanentes de la Guerra de Reforma, para apoyar a los franceses.

En abril de 1862 la alianza tripartita se rompió debido a que España e Inglaterra se dieron cuenta de que Francia tenía un interés soterrado, de tipo geopolítico, bajo el reclamo económico: derrocar al gobierno republicano de México para establecer una monarquía favorable a su política colonial, con miras a contrarrestar el creciente poderío de Estados Unidos [cita requerida]. De las instrucciones de Napoleón III dadas al jefe militar de la expedición, se sabe que el objetivo imperialista francés consistía en ampliar sus dominios estableciendo un protectorado, cuya administración serviría para ampliar los mercados, sostener las colonias en las Antillas y del sur de América y, de ese modo, garantizar el abasto de las materias primas en Francia.3 Los representantes español (Prim) e inglés (Charles Wyke) negociaron con el gobierno juarista por separado y en última instancia aceptaron las propuestas de moratoria del gobierno mexicano, y reembarcaron a sus tropas. La posición de Francia, en contraste, presentada por el diplomático Dubois de Saligny, fue la de exigir el pago inmediato de la deuda, que incluía un cobro exagerado por parte de la Casa Jecker por los destrozos causados durante la Guerra de Reforma, y tener control total y absoluto de las aduanas, así como intervención directa en la política económica del país.

A finales de abril, Lorencez desconoció los Tratados de Soledad y se puso en marcha, junto con sus efectivos, hacia Puebla, con el fin último de conquistar la Ciudad de México. A los militares franceses los rodeaba un aura de invencibilidad en combate dado que no habían sido derrotados desde Waterloo, casi 50 años antes, con sonadas victorias en las batallas de Solferino, Magenta y Sebastopol. Esta actitud quedó de manifiesto en el siguiente mensaje, que Lorencez envió al conde Jacques Louis César Alexandre Randon, ministro de Guerra francés, poco después de la Batalla de Las Cumbres: "Somos tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a Su Majestad Imperial, Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros 6,000 valientes soldados, ya soy dueño de México”. La confianza del alto mando francés no se debía sólo a un palmarés militar impecable, sino a la fragilidad general de México y sus instituciones. Con una economía destruida por casi 50 años de guerras civiles, con un Estado débil y una población dividida por las pugnas entre facciones, la conquista del país parecía una empresa factible con un contingente reducido.

Al conocer sobre el avance, el general Alejandro Constante Jiménez al mando de 2000 soldados se unió al general Zaragoza, que partió de Puebla con 4000 soldados para salir al encuentro de los franceses, quienes ya sostenían escaramuzas con guerrilleros. El comandante mexicano había enfrentado diversos problemas para conformar su ejército. Ante la falta de voluntarios y a que aún se mantenían hostilidades con grupos conservadores remanentes de la Guerra de Reforma, se había recurrido a la leva. Aunque se contaba con un cuerpo de oficiales joven pero experimentado, la mayor parte de la tropa carecía de la disciplina mínima, y estaba mal equipada y alimentada. En los días anteriores a la batalla, Zaragoza solicitó una y otra vez al alto mando en la Ciudad de México, el envío urgente de recursos económicos, ya que

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