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Bachiller En Ciencias

rosadiamante211 de Mayo de 2013

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PROYECTO

LA EVALUACION APLICADA AL CONTEXTO DE LO SOCIAL

INTRODUCCION

La evaluación ha tomado una importancia decisiva en un universo donde el número y diversidad de las políticas públicas no cesan de extenderse y donde la acción pública no institucionalizada tiende a ampliarse. Las exigencias múltiples de transparencia, de rendimiento de cuentas y de optimización de los recursos destinados a la gestión de políticas, ha hecho de la evaluación un elemento indispensable. Esto ha provocado la aparición de discursos de la evaluación muy diversos tanto en sus objetivos, como en sus contenidos éticos y sus dispositivos metodológicos.

El contexto de la evaluación en el campo social puede ser analizado según sea la visión de la evaluación que se maneje. Cabe señalar que son varios y novedosos los intentos de quienes se han planteado las interrogantes de ¿para qué la evaluación? llegando a vincular los enfoques tradicionales (empiristas y pragmáticos) con la filosofía ética, el resultado ha sido un enfoque de enorme pertinencia.

En el presente se pretende esbozar todo lo inherente a la evaluación aplicada en el contexto social, aquí se desarrollaran temas como la evaluación y sus diversas concepciones, los tipos de evaluación obedeciendo a ciertos criterios, los criterios de evaluación y los requisitos indispensables para una buena evaluación

LA EVALUACIÓN APLICADA EN EL CONTEXTO SOCIAL

La Evaluación: definición y características.

Aunque en muchos aspectos los paradigmas se superponen, en términos teóricos o prácticos, en general, es posible distinguir dos paradigmas: uno de ellos es el Racionalista, llamado también paradigma clásico o positivista que sigue las reglas de las ciencias exactas, donde su método es el experimento controlado y sus variaciones (cuasiexperimento), cuyas partes pueden ser separadas para estudiarlas, el uso de muestras aleatorias, etc. su pretensión es llegar a conclusiones generalizables.

El otro paradigma es el “naturalista” que sugiere que el comportamiento humano debiera ser “estudiado tal como ocurre naturalmente, en ambientes naturales y dentro de su contexto total no pretende obtener leyes generales, sino comprender la situación específica que puede transferirse de un contexto a otro. Independiente de lo anterior, se debe considerar que, para entender el proceso de evaluación en el campo de las ciencias sociales, se tiene que considerar ambos enfoques, ya que basados en uno u otro paradigma, distintos especialistas han elaborado algunas definiciones, de las cuales cabe mencionar las siguientes:

Cohen y Franco señalan que “evaluar es fijar el valor de una cosa; para hacerlo se requiere un procedimiento mediante el cual se compara aquello a evaluar respecto de un criterio o patrón determinado”

Briones, a su vez, señala que el término evaluación se utiliza “para referirse al acto de juzgar o apreciar la importancia de un determinado objeto, situación o proceso en relación con ciertas funciones que deberían cumplirse o con ciertos criterios o valores, explicitado o no.

H.S. Bhola, señala que evaluación significa “asignación de valores para juzgar la cantidad, el grado, la condición, valor, calidad o efectividad de algo”

A partir de estas definiciones, es posible distinguir un elemento fundamental del proceso de evaluación, y sobre el cual existe relativo consenso: la evaluación consiste en “juzgar y asignar un valor a algo”. Si bien es cierto que las definiciones mencionadas anteriormente no son congruentes, si coinciden en la importancia de la medición, comparación y la calificación del objeto sometido a análisis.

Por su parte, las definiciones señaladas anteriormente, interrelacionan el proceso de la evaluación donde la evaluación es concebida y practicada, por un lado como medición y, por otro, como determinación de logros o resultados en comparación con objetivos propuestos en un programa o proyecto.

En este contexto, la evaluación no puede ser entendida como sinónimo de investigación ni como actividad exclusivamente intelectual, pese a que entre ambas acciones, si bien existe una estrecha relación, se evidencia una diferencia dada por los objetivos que persiguen, en tanto la investigación tiene un fin puramente cognitivo, la evaluación, por su parte, pretende además, la utilización o aplicación del conocimiento obtenido. Por lo mismo, es común en ambas tareas el uso de procedimientos metodológicos rigurosos que viabilicen la obtención de sus objetivos.

Desde esa perspectiva, el concepto de evaluación es una actividad científica enmarcada dentro de la denominada “investigación aplicada” y lleva implícita la idea de que permite “generar información”. En este sentido, la evaluación podría identificarse con un carácter instrumental ya que, como señala Briones “la razón de ser de la evaluación es la utilización de sus hallazgos, la aplicación al programa de los resultados de la investigación evaluativa.

Por otro lado, las evaluaciones desarrollan y enfatizan la objetividad, para lo cual se debe generar o contar con información suficiente para llegar a resultados válidos, sistemáticos y confiables

El desarrollo posterior de la evaluación en otras disciplinas como la sociología, las ciencias de la educación, la psicología, etc. han permitido la construcción de distintos tipos de evaluación, las que responden a diversos criterios definidos principalmente por el ciclo de vida de los proyectos sociales y el enfoque abordado por los especialistas. En efecto, sobre la base de algunos criterios generales se han venido desarrollando con cierta frecuencia al menos cuatro tipos de evaluación, entre los que encontramos, entre otras, la evaluación ex - ante, durante o intermedia (proceso) y la ex - post; la evaluación interna, mixta o participativa.

Es posible reconocer diversos ámbitos donde la evaluación se ha constituido como una necesidad para elevar la eficiencia y eficacia de los proyectos y programas; por ejemplo el desarrollo que ha alcanzado la evaluación en el tema medio ambiental, sobre todo con las denominadas evaluaciones de impacto ambiental. Pero ha sido en el campo de las ciencias sociales donde se perciben mayores deficiencias, por su dispersión conceptual, ausencia de paradigmas teóricos y escasa experiencia práctica, no obstante lo cual, la evaluación ha tenido un fuerte impulso debido a su reciente incorporación como herramienta de retroalimentación de la planificación social. Considerando la necesidad de identificar los mejores programas o proyectos, esto es, aquellos que contribuyen en mayor grado al desarrollo o a la superación de una determinada problemática, resulta necesario preguntarse cómo medir esta contribución.

Por ello, en algunas ocasiones suele confundirse la evaluación social de proyectos con la evaluación de proyectos sociales. La diferencia existente entre ambas se relaciona con el hecho de que la evaluación social de proyectos utiliza un análisis económico en proyectos a desarrollarse en un contexto social, empleando básicamente el método de análisis costo – beneficio para ordenar los componentes del proyecto y proponer medidas sobre la contribución del proyecto a la sociedad. Fundamentalmente se trata de una evaluación ex – ante que requiere transformar los productos del proyecto (beneficios) en unidades monetarias para poder compararlos con los costos de los insumos.

Por su parte, la evaluación de proyectos sociales se centra en evaluar la eficiencia operacional de un proyecto como asimismo precisar los cambios experimentados por la población objetivo en la implementación del proyecto. Dicho de otro modo, busca entregar información para aumentar la racionalidad con que se toman las decisiones y asignan los recursos, jerarquizando los proyectos, proporcionando instrumentos para escoger la mejor alternativa de ejecución y mejorando los procesos de implementación y ejecución. La evaluación de proyectos sociales utiliza la metodología de investigación social como instrumento para medir el impacto o para determinar en qué medida los programas/proyectos sociales alcanzan sus objetivos

Cohen y Franco mencionan una definición de evaluación que señala que es aquella rama de las ciencias sociales que se ocupa del análisis de la eficiencia

Su origen y principal desarrollo estarían en el área de la economía, donde los enfoques costo – beneficio, costo - eficiencia, responderían a la evaluación de proyectos económicos y a proyectos sociales respectivamente.

La Evaluación de Programas y Proyectos Sociales.

Plantea Salamanca, que el ciclo decisional de los proyectos y programas tiene criterios formales para la asignación de los recursos hacia los sectores sociales a intervenir. Pero además, señala Briones, los proyectos sociales han enfatizado su rol de herramienta complementaria a los programas, siendo los propósitos y niveles de cada uno distintos; por lo tanto, son distintos también los niveles y propósitos de la evaluación de éstos.

La variedad de proyectos y programas sociales responden a la diversidad de fenómenos sociales que afectan a las sociedades en las que vivimos. No obstante, estos han carecido de necesaria evaluación como práctica institucional. En no muchos casos, la eficiencia y efectividad de estas iniciativas se ha medido, siendo desconocida hasta hoy la real factibilidad técnica y también económica de los programas y proyectos, así como también es prácticamente desconocido el grado de eficiencia operacional, los resultados, efectos e impactos de estas iniciativas.

En el contexto del ciclo de vida

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