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EDUCACION


Enviado por   •  1 de Julio de 2015  •  2.483 Palabras (10 Páginas)  •  166 Visitas

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Acuarela

Respirabas en mí, en mí; pero muy dentro,

como los tiernos brotes de una planta pequeña.

El aire de tu vaho llegaba al pensamiento

dándole vida al canto del pájaro que sueña.

Corrías en la sangre de mis noches ingrávidas

y en los ríos crecidos de minutos sin fin,

también como una lluvia perdurable de lágrimas

caías en el golfo que ronda mi Delfín.

Piel rizada en la tibia caricia de otros labios,

verbo de la neurosis deshecho en el trastorno.

Brújula sin imán, dirigiste mis barcos

en una travesía que no tuvo retorno.

El derecho al amor que ejercían tus ojos

era el escrito largo de una pluma inexperta,

buscando pertinaz, maravillas de un cosmos,

y percibiendo sólo mi geografía desierta.

Las mágicas reuniones de mis dudas antiguas

inexcusablemente llegaban como niños

a desatar la enorme borrasca de tu risa

sobre el casto pelambre de enero y sus armiños.

Debí cansarte mucho, sin notarlo siquiera;

a los reinos de abajo mis reyes han caído.

La historia de sus vidas, las sepultó la arena

del médano más grande que levantó el olvido.

Agonía

Dondequiera, ya no es alguna parte,

ya no es hotel ni plaza ni alameda,

ya no es un restaurante

ni una casa friolenta

donde todos acechan,

amargando el frescor de la sorpresa.

Se terminaron todos los lugares,

los destruyó la vida sin decirme,

los destruyó el destino sin contarme;

los destruyeron para destruirme.

El éxtasis no corre por mi carne,

crucificaron todos los momentos,

y mi vista no es nave

bregando en las ondas de tu cuerpo.

A veces, la llovizna,

trae aroma distraído de tu aliento,

y emigro a los túneles de octubre

a fumar y a degollarme en tu recuerdo.

No ha pasado la crisis,

y no podrá pasar, es lo que siento.

En ninguna parte

te encuentro.

Tenemos que buscarnos mucho, mucho,

con deseo fuerte y pensamiento;

desgarrando las casas con la vista

y viajando en la alfombra del afecto.

Tenemos que buscarnos,

en el pecho y la espalda, si es posible,

del tiempo.

Yo te miraba de reojo,

mostrándome disperso.

El ámbito aceptaba mi soborno,

y sentía que el momento

y la vida...

¡por fin, valían un poco!

Voy a peinar la ciudad de arriba abajo,

voy a poner en la nariz de mi sabueso

la parte tuya que dejaste en mí,

para que rastree tu recuerdo

en la tierra y el cielo,

para ver

si te encuentro.

Deseo

Hoy mi halcón degollador

en las embriónicas aguas

busca espiritosa noche

para clavarle las garras.

El crimen del paraíso

siendo negro y siendo blanco,

es congruente silogismo

entre Sanguinario y Santo.

Tamborilea la lluvia

con deditos de agua clara

hierba nueva en el Edén

y musgo de la esperanza.

Luego, empieza a anochecer

por donde voy caminando;

incompetentes y torpes

salen a brincar los sapos

No culpen la reacción

cataléptica de mi alma,

si mi pico meneador

les destroza la garganta.

La madrugada impostora...

con pisadas de geranio.

turistea en un papel...

donde no puse la mano.

Mi cernícalo reflejo

en pesadilla adversaria

deja un azul Vaticano

para salir a matarla.

Y el cántico de mi halcón

vuelve de nuevo al trabajo

con viejos números griegos

en su garganta de mármol.

Diluvio

Ayer fui con los curas de mi pueblo

a exorcizar el angustiado azogue

del misterioso rostro de tu espejo.

Se disfrazó la rosa con tu nombre

en la frase más triste que han escrito

mis manos, al llegar la media noche.

Subiste al barco donde duerme el trino

sin llevar la pareja necesaria,

y por cuarenta días no ha llovido.

El código nocturno es una araña

bajando por los húmedos cabellos

del sueño que alimenta nuestra patria.

En vano purifico tu evangelio

en esta esquina fresca como el agua.

¡No vale ningún encantamiento!

Y desperdicio aquí, mi última carta.

Evocación

Nos amaremos más cuando la hierba crezca

y envuelva los caballos que asustaban al aire,

y envuelva aquellos potros que iban cual cometas,

convulsionadamente, en un macabro baile.

Le robaré tus besos a meteoros de Australia

y a electrónicas lluvias que bañan pastizales,

y gritaré, radiante, que la suerte no es mala,

porque la suerte tiene, para andar, muchas calles.

Buscaré tu figura en los ríos del tiempo,

¡mitológico aspecto de excéntrico donaire!

Buscaré tu figura para llevarla lejos

a mirar los canguros a la tierra de nadie.

¡Persistente locura! En los días aciagos

cobra vida el fantasma disuelto en la memoria,

y empieza a galopar como hacen los caballos

después de haber pastado en los campos de euforia.

¿Llegan a tus oídos las palabras de mi alma?

¿Llegan a ti las voces de viejos caminantes?

no me respondas hoy, respóndeme mañana,

cuando esté más tranquila tu celestial imagen.

Ayer, al recordarte, sangró la vieja herida.

En esta gran planicie, ¡no te deseo menos!

Pienso: ¿Estará soñando como estaba Cristina

sentada en la llanura, mirando siempre lejos?

Amazona vehemente cabalgando en el río

donde purpúreas alas de cardenal se baten;

libera la serpiente que muere en el delirio,

hazla volver de nuevo al trópico de antes.

Te sigo imaginando en la cara del agua,

proyectando a la vida ambarinos colores.

Te sigo imaginando, conflictiva adversaria,

dentro del receptivo cóctel de medianoche.

Marina

Surgías como hada en el

...

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