Filosofía Y Educación
Enviado por cfr.carc • 2 de Junio de 2014 • 3.021 Palabras (13 Páginas) • 246 Visitas
En la Grecia clásica se consideraba al mundo como un conjunto de relaciones físicas y sociales, dinámicas y cambiantes, además regidas por una justicia u orden superior a los individuos, reflejando y haciendo pensar en una mente ordenadora, lo religioso totalmente superior, y nadie tenía el derecho de tocar los fundamentos del orden sagrado, quienes tenían sus raíces en el derecho divino.
Con el transcurrir del tiempo se da una renovación en el clima moral de Atenas a mediados del s. V. Comienzan a suceder una serie de situaciones que acaban por determinarla tanto en ámbito cultural, económico y sobre todo político. Digo sobre todo político, dado que se quiebra el equilibrio entre la cohesión del organismo ciudadano y la autonomía de la voluntad y de la acción individual, en el sentido de un predominio de los valores individuales sobre los sociales. Dando lugar a cada individuo para afirmarse y hacerse valer como ciudadano. Los que se dedicaban a la cosa pública por amor del bien público veían como una exigencia una preparación técnica. Además, había instituciones democráticas que permitían la participación activa de los ciudadanos en el gobierno, y así se difundía cada vez más la fe en la posibilidad de ordenar sobre bases racionales toda la vida humana y el estado. Es por ello que resultaba necesario un nuevo tipo de educación, dando lugar a nuevos conceptos de la misma. Se fue dando una profundización conceptual en el modo de pensar del hombre y lo que es el saber. Más que nada con el concepto de “virtud”, la cual siempre fue el fin de la educación, pero su concepción variaba según quien lo plantee.
Los sofistas, en dicha época eran considerados como maestros de sabiduría o de virtud, del arte de vivir y del arte de persuadir. Para ellos, la virtud es una mera capacidad de éxito social que no remite en su concepto a un ejercicio particularmente personal y responsable; es transmisible, enseñable y aprendible, una enseñanza de contenidos morales, de buenas costumbres, leyes o preceptos. Se encontraban en diferentes puntos de Atenas, rondando de una ciudad a otra, buscando dinero y aplausos. En realidad, no era un movimiento uniforme y homogéneo, más bien criticaban al pasado, a la visión de la tradición como limitadora al pensamiento y la voluntad, la fe en el poder de la razón y de la palabra esclarecedora. El hombre es la medida de todas las cosas y la representación que se forma el hombre de la realidad se determina por él mismo. Una mera relación entre sujeto y objeto. Es por ello que se considera principalmente que la verdad es relativa a los diversos momentos y estados de los diversos individuos. Para cada uno es verdadero lo que le parece en ese instante. Concluyentemente la labor de los sofistas se trataba de engendrar con la fascinación de la palabra una momentánea y sugestiva persuasión.
A fines del siglo V, la polis se descomponía, y dejaba al individuo consciente de su autonomía y su libertad, entre las distinciones de lo justo y lo injusto. Dejando atrás la consagración de la tradición y la religión como ley suprema, y remarcándolas como fruto de las convenciones humanas. Llamo por convención todo aquello determinado como algo bueno para la sociedad. Se hablaba principalmente de justicia, como lo que convenía al más fuerte, y los débiles destinados a obedecer por naturaleza. Lo justo era sufrir violencia del más fuerte, creo que eso explica la forma de vivir en la época antigua, en la que muchas personas eran sometidas, sin tomar conciencia del valor de muchas cosas. Sócrates, fue quien apuntó al saber de que existen valores y normas que deben ser absolutamente respetadas, más allá de todo (amistad, piedad, justicia). Planteaba que existe un saber inexpresable, que existen algunas certezas que se poseen sin estar en grado de expresarlas y explicarlas con fundamentos en un discurso lógico. En la práctica ejercemos un saber que no somos capaces de explicar teóricamente. Es la norma y regla de nuestra acción, integrando lo absoluto de los valores y de la obligación moral. Sócrates surge luego de la crisis sofística, y apunta a la posibilidad del hombre de conocer un absoluto, un indecible, y así orientar la propia conducta moral. Este proceso, según él, se da en dos etapas: en primer lugar, liberar el alma de la ignorancia y la falsa apariencia, para estimular la búsqueda de la verdad, y segundo de la maiéutica, nos hace descubrir un saber que, sin saberlo, ya poseemos. Es decir, existe una verdad, que está dentro de nosotros y hay que hacerla salir a luz mediante la formulación de preguntas.
Si bien los sofistas planteaban un relativismo, subjetivismo con respecto a la verdad, Platón es quien se persuade de que el verdadero saber no se refiere específicamente a eso, a lo que cambia, más bien a algo que se mantiene, algo permanente. Afirma que el verdadero saber, deberá ser constante, riguroso, inmutable, absoluto, verdaderamente real. Al igual que Aristóteles, discípulo de Platón, que plantea que la verdad está en la realidad en el mundo en que vivimos, en buscar una explicación a dicha realidad: cuál es el principio originario, cuáles son los principios que permiten que el universo evolucione, las fuerzas del universo, etc. Ambos realizan una mirada realista, dejando de lado el subjetivismo, el relativismo y escepticismo de los Sofistas. Además, con Sócrates y Platón y Aristóteles, el concepto de virtud se interioriza y remite a un ejercicio personal que se manifiesta como autonomía, dominio de sí y capacidad de reflexión y decisión, a favor del Bien. Comienza a remitir a lo moral, es intransferible, intransmisible, no enseñable ni aprendible, a diferencia de los sofistas. Platón, conviene con los sofistas, pero estima que la virtud implica conocimiento, y requiere de un ejercicio personal por el que se ordena y somete a la razón. El hombre educado es el hombre virtuoso porque autónomamente se somete a la racionalidad de la polis y el cosmos divino. Pero Platón y Aristóteles usan también el término paideia (educación), para el proceso de instrucción, dado que no son lo mismo, sino se refuerzan entre sí. La educación, es una operación personal que realiza algo que naturalmente no se produce, implica algo más que lo natural. Exige esfuerzo personal y técnico, y conocimiento de cómo debería ser el hombre. Es indudablemente una formación, es decir, ser educado es tener la forma, la manera constante de elegir la buena vida y mantener este ideal en cada elección particular.
Aristóteles ve a la educación como un ejercicio de la virtud, hábito operativo bueno que la persona ejerce y que le otorga como resultado la felicidad y la perfección.
Individualmente, Platón expresa que el verdadero conocimiento no se encuentra en el mundo sensible, en el cual percibimos con los sentidos, sino
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