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La Escuela Y La Juventud


Enviado por   •  28 de Junio de 2013  •  1.520 Palabras (7 Páginas)  •  342 Visitas

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LA ESCUELA Y LA JUVENTUD

Todos los días, a través de los medios de comunicación, se expresa lo que ya se ha instalado en la sociedad como un estado continuo de inseguridad, en el que siempre aparecen involucrados los jóvenes. Estos jóvenes que viven inmersos en dos corrientes, una la que sostiene que nada les interesa, que no estudian, no trabajan, consumen alcohol, se drogan y/o están en la violencia y el delito. Y otra que exalta su condición de jóvenes manifestado en la publicidad y el marketing de consumo.

En este último caso aparece la juventud como un modelo donde ubicarse e instalarse para siempre. Se define una estética en la cual es hermoso lo muy joven haciéndolo perdurar mientras se pueda y como se pueda. Se venden rutinas de gimnasia, dietas, moda unisex, cirugías plásticas de todo tipo, entre otras prácticas.

El adulto deja de existir como modelo físico, se trata de ser joven mientras se pueda y después viejo. Ser viejo es a su vez una especie de la muestra del fracaso ante el paso inexorable del tiempo. Pero no es sólo una ruptura desde lo estético sino que conlleva un paso sin solución de continuidad, donde una generación se desestima como trasmisora de valores y experiencias hacia la otra.

¿Pero quiénes son estos jóvenes?

La juventud no ha sido la misma a lo largo del tiempo. Por otra parte, desde siempre este colectivo ha sido producto de tensiones y luchas por derechos entre grupos sociales diversos.

Sin embargo, definir juventud parece relativamente fácil porque en todas las culturas a lo largo de la historia existe la experiencia del tránsito de la etapa de la niñez y adolescencia a la vida adulta. Así observamos que ciertas culturas, grupos humanos y sociedades celebran ritos de iniciación cuando niños y niñas llegan a cierta edad constituyéndose en jóvenes.

La dificultad al tratar de definir qué es la juventud consiste en que el objeto de estudio se refiere a un conjunto social muy heterogéneo, caracterizado por una gran diversidad interpersonal, ya se considere su hábitat (rural o urbana, Villas, asentamientos marginales), su condición socioeconómica, su pertenencia a un credo en particular, su nivel educativo, su participación en distintos subgrupos, sus diferencias de género. Es por eso que se ha tratado de definirla desde aproximaciones demográficas, sociales, psicológicas, culturales, etc.

Tan amplio es el campo de estudio que para autores como Bordieu, juventud “no sería más que una palabra, un término convenido para referirse a un grupo de población en particular”.

Desde el punto de vista etario la juventud sería la etapa que comienza a los 15 años y se extiende hasta los 25 años donde se iniciaría la edad adulta. Durante este período si bien biológicamente el joven se encuentra desarrollado carece de la necesaria experiencia y madurez emocional para tratar todos los problemas que caracterizan la vida adulta.

En líneas generales, socialmente y como agentes productivos, se estima que son jóvenes aquellos individuos comprendidos en la franja de edad que abarca los 15 y 29 años, que aún teniendo edad y capacidad suficiente para vivir con autonomía e independencia respecto a su familia de origen, han debido postergar este hecho por la precariedad del mercado laboral que los obliga a prolongar dicho período en aras de encontrar mejores condiciones de empleo.

Si bien es cierto que tanto adultos como jóvenes comparten las dificultades del mercado del trabajo, la desigualdad se hace mayor en el caso de los jóvenes cuya manifestación es la discriminación, al momento de la asignación de tareas laborales, las tasas de temporalidad y precariedad de los contratos de trabajo, siendo las mujeres quienes más padecen esta situación.

La “juventud” es un proceso de transición por el cual se pasa de la dependencia completa, que caracteriza a la infancia, a la plena autonomía que es la propia de la vida adulta y obviamente este proceso no siempre transcurre de igual forma para todos.

Tal es así, que en ciertos casos algunos jóvenes, de condiciones sociales humildes, empiezan a trabajar en el campo como agricultores, jornaleros o en fábricas como aprendices siendo en el caso de las mujeres incorporadas al servicio doméstico. Estos jóvenes sobrellevan la exclusión que significa ser joven y pobre lo que los hace vulnerables. El joven en estas condiciones es estigmatizado transformándose en “pobre, morocho y/o extranjero y peligroso”, constituyéndose así su identidad social.

Muy distinta es la situación de aquellos niños y jóvenes que crecen junto a su familia y reciben educación básica, media y en ocasiones formación profesional y hasta superior, haciéndolos competitivos, cualitativamente preparados para el desempeño ocupacional y consecuentemente

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