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La Sexualidad En Personas Con Discapacidad Intelectual


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  2.174 Palabras (9 Páginas)  •  331 Visitas

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A parte de las incomodidades y dificultades que se puedan presentar en la

realización del proyecto de vida individual, esta el hecho de que con la simple

presencia, las personas con discapacidad intelectual están recordando que el

hombre es un ser finito y limitado, que la vida humana también tiene un lado de

dolor y sufrimiento, y esto es algo que el hombre moderno no desea asumir, por lo

que intenta evitar en la medida de lo posible cualquier contacto con la naturaleza.

Y por lo tanto la misma cultura es el “patrón integrado del comportamiento

humano que incluye el pensamiento, los actos del habla y los artefactos, y

depende de la capacidad del hombre para aprender y transmitir conocimientos a

las generaciones siguientes”.

Con esto me refiero que el hombre es capaz de realizar un proyecto de vida en el

cual la persona con discapacidad intelectual desarrolle todas sus habilidades y

destrezas y se integré ante la sociedad como persona activa y participe de esta y

se desenvuelva lo mas “normal” posible, y que forme parte insoslayable de dicha

sociedad.

Dentro de la integración significa generar y potenciar en el individuo la capacidad

de desarrollar habilidades y recursos que le permitan llevar a cabo un encuentro

interpersonal de mayor calidad posible.

Hay que resaltar nuevamente que el papel que juega la sociedad en la vida de una

persona con discapacidad intelectual y para su familia no es muy generosa y

comprensiva porque se siguen viendo con compasión o lastima, o si bien es cierto

como niños en un cuerpo grande y todo ello por las propias creencias sociales que

reflejan e influyen en la imagen de quienes somos y de quienes queremos ser ante

la sociedad.

La persona con discapacidad intelectual no, es un ser asexuado ni un exacerbado

sexual.

Todo ello en ultima instancia, viene a significar que no se acepta realmente al

discapacitado como un igual, pues no se puede disociar aspectos del ser humano,

ni elegir a unos y relegar a otros.

Y como profesionales de la docencia se debe tener conciencia de las

implicaciones de sus propias concepciones y de las posibles alternativas para

tratar el tema de la sexualidad con personas con discapacidad intelectual y su

familia.

Por consiguiente vamos a ver la sexualidad de la persona con discapacidad intelectual, reconociendo como orientación de base que es una dimensión humana nuclear y un valor moral a defender y potenciar también en su caso. Queremos determinar cómo deben encarnarse las exigencias de esta concepción de la vida afectivo-sexual con la persona con discapacidad.

• Deberes y derechos de la persona con discapacidad.

Debemos partir de la afirmación del carácter personal de las personas con discapacidad intelectual. El retrasado mental sigue siendo discutido en su propia humanidad. El respeto y la promoción de la dignidad humana deben ser el presupuesto básico sobre el que construir una ética de la deficiencia mental. El minusválido psíquico es una persona, un ser humano total, un ciudadano, un miembro de la comunidad con pleno derecho.

Cuando no se toman en consideración sus deseos y opiniones, cuando a priori se renuncia a educarlo para que tome sus propias decisiones, cuando se le dispensa un trato infantilizante, cuando los términos que se acuñan para designarlos en cuanto grupo acaban entrando a formar parte de los insultos, etc., todo esto deja patente que no se le está reconociendo como un sujeto, sino que, por el contrario, es tratado como un objeto que a lo sumo inspira compasión.

La apelación al valor absoluto de la persona con discapacidad intelectual conduce a su comprensión desde la originalidad de un ser único e insustituible. Sólo tiene sentido la afirmación de la dimensión ética del ser humano si está sustentada sobre la afirmación de la dimensión de éste como un ser. Mientras se le siga considerando un ser humano marginal, descentrado con relación a los que se hallan dentro de los patrones sociales, que no tiene nada que aportar al resto de la comunidad, habría que decir que cualitativa y cuantitativamente no sería un hombre en el sentido pleno del término.

En la sociedad actual existe una gran mayoría de ciudadanos que todavía no ha desarrollado la sensibilidad ética suficiente para comprender y aceptar el modo de ser de aquellas personas que tienen limitada y obstaculizada su inteligencia. No comprenden que no es lo mismo ser valioso que ser útil. En la actualidad se valora a las personas por lo que son capaces de hacer y por lo que poseen, no por el mero hecho de ser personas. Dentro de este planteamiento, la dignidad de la persona aparece disminuida.

En nuestra sociedad subsisten formas de pensar y actuar que tienden a marginar a las personas diferentes, a pesar de que paralelamente se proclama con toda solemnidad la dignidad de todos los seres humanos. Es cierto que en un plano material hay grandes diferencias entre los individuos: hay personas más lista que otras, o más guapas. Pero la cuestión consiste en saber si tales diferencias propician a su vez una dignidad humana diferenciada, si existen dos grupos humanos bien definidos, el de los normales y el de los deficientes. Tal frontera no puede existir, porque la dignidad humana no deriva de esos factores, sino que acompaña al individuo con independencia de las limitaciones físicas o psíquicas que padezca.

La afirmación universal de la dignidad de la persona significa que todo ser humano posee esa dignidad en cuanto tal, pura y simplemente por el hecho de existir.

Las personas con discapacidad intelectual poseen un lenguaje rudimentario y limitado, lo cual ha llevado a muchos a la devaluación de su calidad como sujetos. Esta situación lleva a poner a estas personas en un nivel inferior, casi análogo al de los animales, con el resultado práctico de la utilización de conceptos y modos también semejantes. Al actuar de este modo, se olvida que el ser humano se expresa no sólo a través de palabras sino también por medio de los gestos y que la dignidad humana no radica exclusivamente en el lenguaje, sino que es mucho más densa y significativa. En tal caso, será mayor el papel que habrán de desempeñar los demás en la vida de estas personas, empezando por la familia, pero bajo ningún pretexto esto supone que su vida sea menos valiosa: la educación se justifica por la naturaleza indigente y por la necesidad de perfeccionamiento comunes a todos los seres humanos.

Otro elemento que contribuye a dificultar la afirmación del carácter personal de la persona con discapacidad intelectual es

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