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Dialectografia


Enviado por   •  22 de Octubre de 2012  •  1.957 Palabras (8 Páginas)  •  560 Visitas

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1.2. Oposición estándar/vernáculo

Tradicionalmente se ha reconocido cierto papel al sistema

social en el fenómeno de la diversificación lingüística. Las

nociones de “Iengua” y “dialecto” son resultantes del proceso

social que ha dado como consecuencia la aparición de

lenguas normalizadas y la dialectalización de las restantes

variedades lingüísticas. Hoy, aparecen con frecuencia las

expresiones de lengua y dialecto como locuciones apreciativas

que connotan emoción y opinión, quizá como residuos

de la ambigüedad introducida por los términos de la traduc-

ción española de la dicotomía saussureana langue/parole

(nota 22), quizá como manifestaciones patentes de lengua

culta/inculta. Es posible que una propuesta no valorativa de

variedad, estándar y vernáculo sea preferible en la actualidad.

Con todo, hemos de abordar someramente un estado

de la cuestión sobre “lengua” y “dialecto”.

1.2.1. En un sentido general, lengua es un diasistema multilectal

del que se vale una comunidad idiomática (es decir, un

conjunto de individuos pertenecientes a una lengua histórica

o idioma), así p. ej., hablamos de lengua catalana, lengua

francesa, lengua española, etc. Por un lado, el diasistema lingüístico

se configura por un determinado haz de isoglosas,

de acuerdo con una “tradición lingüística” histórica común.

Por el otro, una lengua histórica se constituye de manera

inequívoca por la existencia de una “lengua común” por encima

de la diversidad geolectal, o –en su defecto– bien por la

conciencia lingüística de los hablantes (motivada sobre todo

por la intercomprensión), bien por el criterio de la afinidad

específica entre los geolectos, bien por ambas normas a la

vez. En su caso, las lenguas comunes son pautas constantes

para la delimitación de las lenguas históricas (nota 23).

En un sentido etimológico, dialecto es un modo interindividual

de hablar. La palabra griega dialektos era un sustantivo

abstracto que significaba inicialmente ‘conversación, modo

de hablar’, y después ‘variedad en la que se dialoga’. La asociación

con el nombre de regiones o de grupos étnicos introdujo

la idea de variedad regional, marcada (eólica, dórica,

jónica, ...), y se opuso a las formas de la prosa ática clásica,

base de la lengua común o koiné de los pueblos helénicos

antiguos, desde fines del siglo IV a. de J.C.

Por analogía, se ha hablado posteriormente de dialecto

picardo, normando y gascón en Francia (o de dialecto suabo

y bávaro en Alemania), y se consideraba así a tipos regionales

de hablas que se caracterizaban por un haz de caracteres

comunes. Ahora bien, una modalidad regional y tradicional

de hablar es un conjunto de isoglosas realizables en

el hablar mismo, y desde este punto de vista el concepto de

‘dialecto’ ingresa en el concepto general de ‘lengua’. Y si,

intrínsecamente, todo dialecto es un sistema lingüístico (o

“lengua”), no toda lengua es dialecto.

1.2.2. Los rasgos definitorios del concepto de ‘dialecto’ son:

a) modalidad de habla; b) subordinación a una lengua histórica,

y c) existencia de un espacio geográfico (o área dialectal)

como hecho de base. En este sentido, un dialecto es una

lengua subordinada a una lengua histórica como variedad

geográfica de ésta. De modo que una lengua histórica –salvo

casos especiales– es una familia histórica de modos de

hablar afines e interdependientes, y los dialectos son miembros

de esta familia, o constituyen familias menores dentro

de la familia mayor.

El término dialecto apareció documentado en épocas diferentes,

según las diversas lenguas: en francés, dialecte,

hacia 1550 (P. de Ronsard); en español, dialecto, hacia 1610

(S. de Covarrubias) (nota 24); en italiano, dialetto, hacia

1724; y en catalán, con la variante aparentemente castellanizada

dialecto, a principios del siglo XVIII (J. de Ullastra), y

con un original intento de adaptación, dialect, en 1802 (M. J.

Sanelo).

El hecho de que las isoglosas no coincidan llevó a algunos

romanistas de finales del siglo pasado y principios del presente

(G. Paris, P. Meyer y J. Gilliéron) a la negación de los

dialectos. Sin embargo, si aceptamos como criterio válido la

simultánea presencia –o la particular

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