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El Adoslencente

Nathaly06199713 de Julio de 2013

551 Palabras (3 Páginas)283 Visitas

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El adolescente vive una difícil "postura existencial". Ello puede ayudar a comprender

las "inestabilidades" y "vaivenes" emocionales a los que se ve sometido y que suele

expresar en su conducta.

El adolescente suele tener una afectividad muy rica pero inestable; extremista en sus

estados de ánimo (grandes alegrías y grandes tristezas) como si también en esto -

como ocurre en el mundo intelectual- "quisiera probar de todo" y "a tope".

En efecto, vive todo de forma comprometida: se mete hasta el fondo. Es capaz de

grandes depresiones o entusiasmos "irreflexivos". "Son capaces de lo mejor y de lo

peor"...

A veces, se muestran irreflexivos, se angustian, o les entra el pánico y "salen con

bobadas" de lo más pueriles.

Por eso, su conducta resulta "rara" y muchas veces "desconcertante". Podemos

plantearnos el "porqué" de todo esto:

I. Ya hemos visto que gran parte de los cambios que se dan en el adolescente (los

cambios corporales y sociales) tienen un denominador común en cuanto a

consecuencias: les provoca angustia.

La angustia es uno de los fenómenos más frecuentes en el adolescente. Esta

angustia a veces se expresa en forma de miedos, o de sentimientos de extrañeza, o

en "nostalgias" (el adolescente que durante la noche se imagina que "sus padres no

son sus padres", "que se mueren y él se queda solo"... etc.).

Otras veces se elabora en forma de rebeldía, de "depresiones", de soledad... etc.

II. Junto a la angustia, e inseparable de ella, surge la inseguridad. El adolescente se

nota incierto ante sí y ante lo que le rodea, por eso es ambivalente frente a la

mayoría de las cosas.

III. La inseguridad y la angustia, unidas a su capacidad de conceptualización,

conducen al adolescente a un "meterse en sí mismo". Se vuelve introvertido y se

plantea una serie de cuestiones acerca de él mismo: ¿Quién soy yo?, ¿qué quiero?,

¿adónde voy?. No le resulta fácil contestarse: no se comprende a sí mismo y por eso

piensa que los demás tampoco le comprenden. Esto le desanima, duda de sí, se

siente inseguro... y todo ello contribuye a que se aísle (se "encierra en su

habitación"... etc.).

Esto no quita para que, frente a los demás, "mantenga el tipo" y se muestre fuerte,

arrogante, incluso agresivo. Dará "contestaciones" a todo, expresará "convicciones"

firmísimas... se convertirá en el prototipo de la edad difícil.

No hay que olvidar que esta manera de comportarse, excéntrica y rara, obedece a

dos necesidades:

a) La de autoafirmarse y "sentirse alguien" en medio de su caos y angustia.

b) La de poner a prueba a los adultos.

IV. Esta situación afectiva incómoda del adolescente justifica -al vivir tan centrado

en sí mismo- la aparición en esta fase de la vida de numerosos mecanismos de

defensa a los que tiene acceso por su recién adquirida capacidad de

conceptualización.

Los mecanismos de defensa más frecuentes utilizados por el adolescente y que

explican alguna de las conductas que observamos en ellos, son:

- La fantasía (el "soñar despierto" imaginándose grandes, queridos, admirados...).

- La sublimación (eleva el móvil de sus acciones al no saber cómo enfrentarse con

situaciones concretas y al alcance de sus manos: Es esta la época de las

"vocaciones misioneras", del amor a la humanidad, del pensar en un mundo limpio y

justo, de los "idealismos"...).

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