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Muxes


Enviado por   •  21 de Mayo de 2014  •  Prácticas o problemas  •  2.282 Palabras (10 Páginas)  •  421 Visitas

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Introducción.

Desde el punto de vista social, varias son las culturas que hace tiempo aceptan que la sociedad no está dividida en hombres y mujeres. Es el caso de los muxe de los pueblos zapoteca de Oaxaca, que desde la época precolombina tienen no sólo un reconocimiento, sino desempeñan roles especiales en la sociedad e incluso hay familias donde se llega a alentar su desarrollo.

La sociedad zapoteca a esta organización dicotómica agrega otro rasgo peculiar: no hay estigma y marginación social del homosexual, (muxe en zapoteco), al contrario hay una actitud social y cultural peculiarmente permisiva y participativa ante la homosexualidad, el afeminamiento y el travestismo, en gran contraste con el patrón nacional. Lo encontramos desempeñando funciones socialmente reconocidas y prestigiadas tanto en la familia cuanto en el ámbito público y comunitario. Se trata de una homosexualidad institucionalizada, de un tercer elemento constitutivo e integrado a la organización genérica de la sociedad y al universo cultural étnico poco usual en nuestra sociedad occidental, que algunos autores consideran como un tercer sexo socialmente concebido y aceptado, un hombre-mujer que reúne las características de ambos sexos. A esta liberalidad hacia la homosexualidad masculina, sin embargo, no corresponde una igual actitud hacia la homosexualidad femenina. Al contrario de un muxe que tiene presencia y prestigio social, el ser lesbiana está considerada como una desviación o una enfermedad jamás alcanza el status social del muxe y generalmente es reprimida – las mismas palabras usadas para nombrarlas - nguiu, en zapoteco y marimacho, en español - tienen una connotación despectiva que no tienen la palabras muxe. Lo que denota que no deja de ser una sociedad heterosexista aunque presenta una menor homofobia respecto al modelo mestizo.

¿Qué es un ser Muxe?

Los Muxes son personas que nacieron con el sexo masculino pero que asumen roles femeninos, algunos desde muy pequeños, en los ámbitos social, sexual y/o personal. Visten trajes típicos, usan maquillaje y adornos florales sin temor a ser objeto de burla.

Se cree que el término muxe viene de la palabra española mujer, una derivación fonética que los zapotecas empezaron a usar en el siglo XVI.

Desde la época precolombina, los zapotecas consideraban a los muxes parte de un tercer sexo, no mejor o peor que los hombres y mujeres, simplemente diferentes. Algunos muxes formaban parejas monógamas con hombres, otros vivían en grupos y otros se casaban con mujeres y tenían hijos.

Cabe notar que el núcleo de la cultura zapoteca era la unidad familiar organizada en un sistema similar al matriarcado. Los hombres se hacían cargo de cazar, cultivar la tierra y tomar decisiones políticas mientras que las mujeres controlaban el comercio y las decisiones económicas. Un muxe podía participar en decisiones que por lo general se reservaban para las mujeres de la familia.

Lejos de la homofobia, los Muxes tienen un lugar muy respetado dentro de esta comunidad zapoteca, en las familias tradicionales son considerados los hijos preferidos.

Tradicionalmente algunos muxes también tenían el rol de iniciar sexualmente a los muchachos adolescentes, ya que no era socialmente aceptado que las jovencitas perdieran la virginidad antes del matrimonio.

En otras culturas de esta región han existido grupos que cumplen funciones similares de tercer sexo, como en el caso de los biza’ah de Teotitlán.

"Ser muxe es una manera de ser, como el ser mujer, como el ser hombre, nada más que tiene otro comportamiento muy distinto al del gay. Es más apegado a la mujer, a las costumbres, a su manera de comportarse. En el caso de los gays, andan unos con otros. En el caso de los muxes, ellos no son pareja de otros. Nunca tienen una pareja muxe, ellos andan con hombres. Lo que sí es que a algunos desde que nacen se les nota"

Usos y costumbres.

En una familia tradicional el muxe suele ser considerado por su madre como "el mejor de sus hijos". En una sociedad donde la mujer trabaja fuera del ámbito doméstico, el hijo muxe se vuelve un elemento valioso para su vida productiva. Él se ocupará de realizar las tareas relacionadas con la reproducción de la vida familiar - cuidar a los niños y a los ancianos, limpiar la casa y el patio, dar la comida a los animales, cocinar para la familia - es decir cumple la función de "dador de atención" como la de la hija soltera en el modelo familiar mestizo. A parte, los muxe son personas productivas fuera del ámbito doméstico, tienen fama de trabajadores y al igual que las mamás, aportan sus ganancias para sustento de la familia y cuidan del bienestar de los familiares. Otro elemento muy apreciado es que el hijo muxe nunca abandona a los padres en los momentos difíciles de la vida: la vejez y las enfermedades, pues a diferencia de los hijos heteresoxuales se casan y van a formar otro núcleo familiar que necesita cuidados - el hijo muxe se queda, inclusive cuando se junta - por temporadas - con un compañero, ya que los casos de parejas estables son muy raras. Para una mamá zapoteca, entonces, tener un hijo muxe representa tanto una seguridad económica como un apoyo moral, sobre todo cuando en edad madura se quedan solas, ya sea por quedarse viuda, ya sea porque el hombre se va con otra mujer más joven o porque ella misma decide separarse. El hijo muxe entonces viene a llenar el vacío de afectividad y atención dejada por un marido ausente y por los otros hijos que casándose se han ido. Si bien un padre no se regocija de tener un hijo muxe, por lo general y mamá mediando, lo acepta como algo irremediable.

La aceptación y el apoyo que el muxe recibe de su familia constituye un elemento de gran seguridad y autoestima personal que le permite desenvolverse con libertad en el ámbito comunitario, contrariamente a lo que pasa en ámbito nacionales donde el proceso de coming out (salir del closet) es un proceso traumático y desgarrador que en la mayoría de casos se prefiere evitar. Es notable como los comportamientos de los niños que no corresponden a la asignación cultural de hembra y macho – por ejemplo un niño que juega con la muñeca de su hermana - son interpretados como signos de un destino social y de una ubicación genérica ya prevista por la cultura. No es de extrañar que en muchos casos, sobre todo cuando hacen faltas hijas y el hijo no expresa la “natural” agresividad de los varones, la misma madre cría al niño estimulando o favoreciendo una serie de comportamientos atribuidas socialmente a las niñas. Así que no es raro ver a niños muxe de 7,8,

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