Revoluciones de 1830 y 1848.

Revoluciones de 1830 y 1848

En 1830 se llevó acabo en la mayoría de los actuales países de Europa una gran cantidad de movimientos revolucionarios que fueron inspirados una vez más por los franceses, que pusieron fin al reinado de Carlos X en Paris. Después de esto otras importantes ciudades de Europa estallaron en conflictos. Aunque cada ciudad protestaba por razones diferentes, la mayoría de las protestas tenían algunas características similares a las demás, por lo que se les conoce a todas como “Las Revoluciones de 1830”.

Las ideologías que compartían estos movimientos eran el liberalismo, el nacionalismo y el romanticismo.

Las revoluciones de 1830 acabaron exitosamente en algunos países, como Bulgaria, que logro independizarse de Holanda. También termino bien para Francia, Gran Bretaña, España y Portugal ya que en estos países se produjo una quiebra al movimiento de las monarquías conocido como “La Restauración”. Pero en muchos otros fracasaron, aunque al final las revoluciones que no triunfaron del todo, fueron el primer paso hacia las grandes Revoluciones de 1848.

Después de unos pocos años países como Francia, donde la monarquía había traicionado a la revolución, Italia donde los austríacos mantenían su presencia, Alemania donde muchos estados siguen gobernados por soberanos con un régimen prácticamente absolutista y Polonia donde los rusos han suprimido todas las libertades; seguían viviendo en una situación similar a la que llevaban antes de “Las Revoluciones de 1830”.

Esto provoco que en Paris nuevamente se destronara al Rey lo que al igual que en 1830 le fue seguido por movimientos similares en los países Europeos que tenían un estado absolutista.

A diferencia de lo que exigían los Revolucionarios de 1830, estos exigían el sufragio universal, la soberanía popular, la igualdad social y la república como forma política, estas constituyen las nuevas ideas sobre la democracia.

A pesar de que el movimiento fracaso al final, le debemos a este movimiento algunas conquistas políticas y sociales: la implantación del sufragio universal en Francia y de constituciones en diversos países; la eliminación del régimen feudal agrario en los pueblos de la Europa central; la aparición de Prusia y Piamonte como núcleos de atracción de los movimientos nacionales alemán e italiano; y, en el ámbito social, los trabajadores han descubierto que no obtendrán ventajas de una revolución protagonizada por la burguesía y se impone contar con las propias fuerzas.

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