Abraham Valdelomar
rosariom26 de Mayo de 2015
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ANALECTA LITERARIA
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Abraham Valdelomar
In Antologías by Christian G. Binderfeld // 2:00 //
Abraham Valdelomar
Nota Biobibliográfica y Selección de Textos
Ramiro J. Lozano
Pedro Abraham Valdelomar Pinto, fue un narrador, poeta, periodista, ensayista y dramaturgo peruano. El escritor y poeta peruano, Alberto Hidalgo, quien vivió muchos años y murió en Buenos Aires, en 1967, ha escrito sobre su colega y compatriota:
De los escritores peruanos es, sin duda alguna, Abraham Valdelomar uno de los más importantes y acaso el más complejo de todos [...] Fue un talento predestinado. Si no lo fue ya, estuvo muy cerca del genio. Sí; acaso era un genio. Pero el genio lo derrochaba a manos llenas en todo lo que no fuera escribir. A su obra nunca le dio más de dos o tres brochazos de genialidad: son los brochazos porque subsiste y por los que se la recordará siempre, por lo menos en los anales de la literatura peruana. Amaba la Gloria, la deseaba con frenesí, con avidez de sediento, y alguna vez logró cogerla, pero con tan poca firmeza que la muy coqueta se le escapó de entre las manos. Con alguna razón podría decirse que Valdelomar malparía. Sus hijos espirituales, la mayor parte de ellos por lo menos, son admirables; pero convengamos en que de ningún modo son tanto como debieron, como pudieron serlo.1
Abraham Valdelomar nació en la ciudad de Ica, Perú, el 27 de abril de 1888. Sus padres fueron Anfiloquio Valdelomar Fajardo y Carolina Pinto, y él fue el quinto de ocho hermanos (algunas versiones sostienen que era el sexto de seis hermanos). La infancia del poeta estuvo marcada por la pobreza y la desesperación, como lo revelo más de una vez en sus relatos. Su padre, por motivos de trabajo, se ausentaba a menudo del hogar, lo que hizo que la familia viviera en una constante estrechez económica. En 1892 la familia se traslada a Pisco y en 1899 a Chincha, en busca de mejores horizontes, en esta ciudad culmina sus estudios primarios. En 1900 Valdelomar llega a Lima y se matricula en el Colegio Nuestra Sra. De Guadalupe, donde concluye sus estudios secundarios en 1904.
Siempre recordará los primeros años los vivió en Ica, en una aldea de pescadores, como él mismo lo menciona: "Yo soy aldeano y me crié a orillas del mar, viendo mis infantiles ojos de cerca y permanentemente la naturaleza. No me eduqué en los libros sino en el crepúsculo. Mi profesor de religión fue mi madre; y lo fue después, el firmamento [...] Mis maestros de estética fueron el paisaje y el mar; mi libro de moral fue la aldehuela de San Andrés de los Pescadores, mi única filosofía la que me enseñara el cementerio de mi pueblo. Yo dejé el pueblo amado de mi corazón a los nueve años".
En 1903, estando en el colegio secundario, fundó la revista “La Idea Guadalupana” junto con su compañero de estudios Manuel A. Bedoya. Terminados sus estudios secundarios ingresa a la Escuela de Ingenieros, sin embargo, poco después se traslada a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos. En 1905 se matriculó en la Universidad, pero la dejó al año siguiente para emplearse como dibujante en las revistas “Aplausos y silbidos”, “Monos y Monadas”, “Actualidades”, “Cinema y Gil Blas”, donde también trabajó como director artístico. Retomó los estudios en 1910, pero tres años más tarde los abandonó de forma definitiva. En 1909 publicó sus primeros versos en la revista “Contemporáneos”.
En 1910, a raiz de un conflicto con Ecuador, Abraham Valdelomar se incorpora al Batallon Universitario, formado por estudiantes de San Marcos, y durante el acuartelamiento escribio una serie de cronicas bajo el titulo Con la argelina al viento que fueron publicadas en El Diario y La Opinion Nacional de Lima entre abril y junio de 1910, y que le valieron un premio por parte del Municipio de Lima; posteriormente viajo con una delegacion universitaria al sur del pais, visitando Arequipa, Cuzco y Puno. En este mismo año se publicaron sus primeros cuentos en las revistas “Variedades” e “Ilustración Peruana”, y al año siguiente sus novelas cortas “La ciudad de los tísicos” y “La ciudad muerta”. Éstas fueron publicadas por entregas en las mismas revistas. Publica también “El beso de Evans” un cuento que marca el transito del modernismo a la vanguardia, razón por la cual la critica ve en Valdelomar al fundador del cuento moderno en el Peru.
Ingresa a la política en defensa de las ideas de Guillermo Billinghurst. Llegado Billinghurst al poder lo nombra administrador de la Imprenta del Estado y director del diario oficial, en octubre de 1912. Al año siguiente renuncia a ambos cargos al ser nombrado Segundo Secretario de la Legación del Perú en Italia. El contacto con el viejo mundo amplía y enriquece su cultura estética y literaria, al mismo tiempo que despierta su anhelo por la patria lejana, y sus recuerdos de infancia afloran frescos y naturalmente en sus cuentos y narraciones. En Italia, además de escribir una serie de artículos llamados “Crónicas de Roma”, participó en el concurso literario organizado por La Nación con el cuento “El Caballero Carmelo”, que resultó ganador. Luego de enterarse del derrocamiento del presidente Billinghurst, renunció a su cargo diplomático y regresó a Lima. En su patria escribió su primer libro “La Mariscala” (1914). En ese entonces Valdelomar colaboraba con frecuencia para varios medios gráficos de su país, como: los diarios El Comercio y La Crónica, y las revistas “balnearios”, “Mundo Limeño” y “Variedades”, en los que publicaba sus poemas, cuentos y artículos.
En 1916 funda Colónida. Revista de combate, que reunió al movimiento colonidista conformado por los mas distinguidos escritores de su generación, como Enrique Bustamante y Ballivian, José María Eguren, César Atahualpa Rodríguez y José Carlos Mariategui, entre otros. El movimiento Colónida hizo del Palais Concert, un café limeño muy de moda en la Belle epoque, su cuartel general de dandismo y decadencia. Ésta revista, a pesar de su corta duración -sólo publicó cuatro números-, tuvo una gran influencia en el ambiente cultural de su país. La nueva literatura peruana comienza a gestarse con Valdelomar y el movimiento Colónida. Así lo afirma Mariategui:
En tanto que la literatura peruana conservó su carácter conservador y académico, no supo ser real y profundamente peruana. Hasta hace muy pocos años, nuestra literatura no ha sido sino una modesta colonia de la literatura española. Su transformación, a este respecto como a otros, comienza con el movimiento colónida.2
Desde 1915 hasta 1918, fue periodista del diario La Prensa donde tuvo a su cargo la sección “Palabras”. También publicó en este diario, con el seudónimo El Conde de Lemos, “Crónicas frágiles” y los “Diálogos máximos”. Valdelomar también firmó, en algunas ocasiones, como "Val del Omar", aludiendo a un supuesto ancestro árabe. En 1917 ganó el concurso organizado por el Círculo de Periodistas del Perú con su artículo “Ensayo sobre la psicología del gallinazo”. Posteriormente publicó los que fueron sus últimos libros: “Belmonte, el trágico”, “Ensayo de una estética futura a través del arte nuevo” (1918), y su exitoso primer volumen de cuentos bajo el título de “El Caballero Carmelo” (1918).
Ese año renunció a su puesto de redactor en La Prensa y comenzó una breve colaboración con la revista Sud América. Por ese entonces tomó la decisión de recorrer su país como conferenciante, cosa que hizo dando charlas sobre temas estéticos, patrióticos y sociales. Mientras tanto, se había postulado a la diputación regional de Ica y fue elegido para el cargo en 1919. Ese año Abraham Valdelomar sufrió un accidente que le fractura la espina dorsal. Fallece al día siguiente. Sus restos fueron velados en Lima y sepultado el 16 de noviembre de 1919. Exactamente un 3 de noviembre a las dos y media de la tarde muere Abraham Valdelomar Pinto, el Conde de Lemos.
Alberto Hidalgo que dice conocer la verdadera causa de su muerte sostiene que el poeta murió de una manera poco decorosa sobre una inmundicia. Hidalgo encuentra irónico que un hombre refinado y delicado haya encontrado una muerte poco decente o indecorosa. Hidalgo, quien dice conocer por cartas particulares recibidas con posterioridad a la noticia telegráfica, y luego confirmadas por Luis Góngora, la verdad del suceso. En un texto escrito en 1920, Hidalgo da una versión distinta de la muerte de Valdelomar que hasta hace poco era la más aceptada. Señala Hidalgo que, en Ayacucho, pueblo que Valdelomar asimilaba a Bolivia por ser uno de los sitios más atrasados del Perú, encontró la muerte al caer en el interior de un "silo", vale decir, por un hueco de una cámara séptica que en las casonas coloniales de Ayacucho cumple las funciones de un excusado. Sostiene Hidalgo:
Escribo esto en 25 de marzo de 1920. En los primeros días de noviembre último pasado, murió Abraham Valdelomar. Al redor de su muerte, como al redor de todas las muertes que en el mundo han sido, se ha hecho un poco de "literatura". Yo veo en eso una prueba más del espíritu menguado, sórdido y mojigato del periodismo. Han creído quizás los amigos póstumos de Valdelomar -digo póstumos, y digo bien, pues aquellos no lo fueron en vida del escritor: le han nacido frente al ataúd y la mortaja, ante los cirios lánguidos y los crespones de luto- han creído,
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