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Amado Nervo


Enviado por   •  29 de Noviembre de 2013  •  1.867 Palabras (8 Páginas)  •  265 Visitas

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de carácter autobiográfico. Son evidentes en la narración las influencias y las aspiraciones naturalistas, sobre todo en lo que respecta a la presentación de los aspectos más desagradables y sórdidos de la realidad. Autor prolífico, hizo también numerosas incursiones en otros muchos géneros, como el cuento breve, el ensayo y la crónica; destaca entre ellos su estudio sobre sor Juana Inés de la Cruz, publicado con el título de Juana de Asbaje (1910).

Una recopilación de sus obras en prosa ya conocidas y de otras inéditas hasta entonces apareció póstumamente en la edición que, en 1938, publicó Alfonso Méndez Plancarte, acompañándola por el estudio Mañana del poeta. Entre sus obras narrativas merecen citarse Pascual Aguilera, El domador de almas, los cuentos de Almas que pasan (1906) y algunas de las novelas cortas y narraciones escritas en los años postreros de su vida. Sus Obras completas, ordenadas por el escritor y humanista Alfonso Reyes, que se encargó de la edición, aparecieron en Madrid, de 1920 a 1928, en veintinueve volúmenes.

La Amada Inmóvil

Nervo espera en un café a una joven con la que había pactado un encuentro. La muchacha no acude a la cita, pero manda a su hermana para disculparse.

-Bueno, estás tú -le dijo Amado

A lo que ella respondió:

-Yo no soy mujer para una sola noche.

-Más o menos, ¿para cuánto tiempo eres?

-Para toda la vida.

Y así fue

Ana Cecilia se convirtió en su amor secreto, su musa enjaulada. Así lo confirma el hecho de que, al ser nombrado segundo secretario de la embajada de México en Madrid, Nervo se instaló con Ana Cecilia en el piso segundo izquierdo del número 15 de la madrileña calle de Bailén, donde ni los porteros de la casa supieron de la existencia de aquella mujer. El 17 de diciembre de 1911, Ana Cecilia contrajo una fiebre tifoidea que le provocó una lenta agonía, también secreta, ya que Nervo la atendió a escondidas, hasta la noche del 7 de enero de 1912 en que murió su musa. La amada inmóvil es el poema que nació esa noche en que Nervo veló en soledad el cadáver de quien fue su amada. He aquí un pequeño fragmento:

La amada inmóvil:

III. Reparación

¡EN ESTA vida no la supe amar!

Dame otra vida para reparar,

¡oh Dios!, mis omisiones,

para amarla con tantos corazones

como tuve en mis cuerpos anteriores;

para colmar de flores,

de risas y de gloria sus instantes;

para cuajar su pecho de diamantes

y en la red de sus labios dejar presos

los enjambres de besos

que no le di en las horas ya perdidas...

Si es cierto que vivimos muchas vidas

(conforme a la creencia

teosófica), Señor, otra existencia

de limosna te pido

para quererla más que la he querido,

para que en ella nuestras almas sean

tan una, que las gentes que nos vean

en éxtasis perenne ir hacia Dios

digan: "¡Como se quieren esos dos!"

A la vez que nosotros murmuramos

con un instinto lúcido y profundo

(mientras que nos besamos

como locos): "¡Quizá ya nos amamos

con este mismo amor en otro mundo!"

28 de abril

Ana María Luisa Cecilia Dailliez recibió tras su muerte esta bellísima dedicatoria:

"Encontrada en el camino de la vida el 31 de Agosto de 1902. Perdida -¿para siempre... - el 7 de enero de 1912"

Ella fue la inspiradora del libro póstumo por el que todavía se recuerda a Amado Nervo.

Amado Nervo

En paz

Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida,

porque nunca me diste ni esperanza fallida,

ni trabajos injustos, ni pena inmerecida;

porque veo al final de mi rudo camino

que yo fui el arquitecto de mi propio destino;

que si extraje las mieles o la hiel de las cosas,

fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas:

cuando planté rosales, coseché siempre rosas.

...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno:

¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno!

Hallé sin duda largas las noches de mis penas;

mas no me prometiste tan sólo noches buenas;

y en cambio tuve algunas santamente serenas...

Amé, fui amado, el sol acarició mi faz.

¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!

En este conocido poema del gran autor Amado Nervo, se resumen las condiciones de nuestras vidas, para los que se piensan que la vida de alguien es diferente de la de otros, sin duda estas reflexiones de Amado Nervo resultarían más que aleccionadoras. Todos pasamos por las mismas circunstancias, todos habremos vivido nuestra cuota de pesar y habremos disfrutado la alegría, pero en realidad quizá no debiera hacer falta llegar al ocaso como dice el poeta, para caer en cuenta que somos eso que él mismo nos recuerda, “el arquitecto de mi propio destino”…

Construimos

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