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EL MEJOR REGALO Nueve meses de espera


Enviado por   •  30 de Marzo de 2017  •  Ensayos  •  491 Palabras (2 Páginas)  •  93 Visitas

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Nueve meses de espera, ansiedad, curiosidad, noches en vela y felicidad para al fin conocer lo que verdaderamente es el amor: ¡Mi nuevo hermano estaría pronto en casa! No sabía aún cómo sería él, si iba a tener el cabello como mamá, la cara de papá, o si tal vez tendría mis gustos –cosa por la que crucé los dedos desde que supe que venía en camino-, pero lo que sí sabía era que mi mamá había creado a un pequeño ser que venía no sólo a hacernos trasnochar a todos con su llanto, si no a llenar de felicidad y amor nuestro hogar.

Oficialmente llegó el día, ¡Vaya sorpresa! Era idéntico a mamá, moreno, cachetón, con los ojos enormes y brillantes. Lo abracé, le di un beso en la frente y le dije: “¡Bienvenido a casa!”. Aquel 5 de agosto ya se había convertido en uno de los días más felices de mi vida porque descubrí el amor a primera vista, y porque ya sabía quién más adelante me ayudaría a vestir mis Barbies y a conducir el auto de Ken. 

El amor es una sensación indescriptible, aunque se manifieste de manera diferente en la vida de las personas, pero… ¿Quién iba a saber que el amor usa pañales, que se despierta lleno de lágrimas en las noches, o, que simplemente, te enseña a sonreír? Esas cosas solamente las sabe una mamá, no una niña de cinco años que apenas piensa que dibujarle una carita triste en la mano a otra persona, es el acto más cruel que se puede cometer.  

Los mejores regalos son los que duran para toda la vida, los que crecen, te hacen sonreír, enojar, llorar y sonrojar no sólo en el momento de recibido, si no día a día, los que no puedes guardar en un armario o en un cajón porque viven y piensan. Todas esas cosas las supe cuando mi hermano creció, cuando comprendí el verdadero significado de tener que compartir mis juguetes con él: mi Barbie ya no sería mía, sería nuestra, y el auto de Ken ya no sólo serviría para recoger a Barbie en su penthouse, si no que ahora también transportaría soldaditos de guerra a combate. Pero en eso consistía el amor, en compartirle cosas tanto físicas como invisibles para que fuera feliz. Para que fuéramos felices.

En la actualidad tengo la oportunidad de seguir disfrutando a mi mejor regalo, de seguir aprendiendo de él, de seguir corrigiendo sus errores y aplaudiendo sus virtudes en mi rol de hermana mayor. Crecimos. Tuvimos que ver cómo Barbie, Ken y los soldaditos se jubilaban de nuestra infancia, pero eso no nos afectó. Cerramos un ciclo y abrimos otro juntos, de eso siempre se trató, y, aunque hace quince años crucé los dedos para que fuera como yo, las cosas no se me dieron, fue totalmente diferente a mí, pero con una única cualidad que nos hace parecer iguales: la tolerancia.

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