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El Perigrinito

Diego Escobar SantosBiografía12 de Mayo de 2021

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EL PERIGRINITO

Rodolfo Colin Correa

El Pequeño migrante


Mis padres fueron: Florencio Colin Morales y Tomasa Correa Sotelo; mis abuelos paternos fueron el Sr. Erasmo Colin y la Sra. Virginia Morales y mis abuelos maternos fueron el Sr. Manuel Correa y la Sra. Isabel Sotelo.

Un día mi madre y mi padre de una ranchería del municipio de Amealco del estado de Querétaro, cansados en los campos y rendidos por el frío de 1931, iban caminando hacía San Juan del Rio saludando a los caballerangos y los de a pie; mi mamacita iba embarazada de mí y por eso la caminata fue lenta. Llegaron a San Juan del Rio a la casa de unos parientes donde se quedaron unos días. Por la tarde llegó el día de mi nacimiento que fue el 19 de julio de 1931, mis ojos vieron la luz de un cielo azul porque no había contaminación en ese pueblecito tranquilo; había muy pocos automóviles, para transportar algunas semillas lo hacían con asnos, caballos y carretas, en la actualidad hasta hay estacionamientos para los coches, en las rancherías hay pocos caballerangos en lugares de caminos hay carreteras o brechas por donde circulan coches, camionetas y camiones en lugar de animales de carga, los adelantos los han sustituido.

Después del término del parto que mi mamá cumpliera a medias del nacimiento, ya que cumplió la cuarentena en casa de los parientes de San Juan del Río, de allí partieron hacía México, D.F. caminando, mi mamá me contaba que cuando alguien se cruzaba en el camino con mis papás, respondían el saludo con energía no con desgano, aunque estuvieran cansados, desde luego mi mamá me llevaba en brazos por eso respondía con pocas energías. Mi papá cargaba su guitarra o bandolón por que el cantaba en algunos lugares como cumpleaños, casamientos y bautizos, porque él tocaba algunos instrumentos como tipo mariachi. En Amealco tocaba con tres personas violinistas, en pocas palabras “músicos de pueblo”. Mi mamá no me dejó porque siguió caminando por ir tocando en los pueblos para ganar algún dinero, ya que era a lo único que se dedicaban principalmente. También compraba ganado o reses y las iba a vender al Real del oro, en esa época había mucho comercio, así fueron pasando pueblo hasta llegar a Tlanepantla y de allí a Tacuba, estuvieron unos días y conocieron a la que invitaron para que fuera mi madrina o padrinos, ya que no recuerdo que mi mamacita me hubiera hablado de mi padrino. Me bautizaron el 14 de enero de 1932.

A mis hermanos Juan, Carmen y Manuelita los habían dejado encargados en poder de mi abuela Isabel Sotelo. Me platicaron que mi hermana Manuelita estaba celosa de mí y que no me quería, además estaba triste porque no tenía a sus papás con ella. Manuelita murió, no se sabe si de tristeza o de alguna enfermedad, para entonces mis papás estaban todavía en Tacuba y mi mamá decía que el día que Manuelita murió, estaba a fuera de la casa y más o menos a la hora en que había muerto pasó una palomita a un lado de ella, siempre se quedó con la idea de que su alma y su espíritu fue a despedirse de su mamacita.

Mi mamá no me había hablado de mi padrino, pero al leer la hoja de mi bautizo si dice que mi padrino fue el Sr. Carmen Mejía y mi madrina la Sra. Elena Martínez. No sé porque el bautizó fue en México D.F. o sea en Tacuba, talvez las iglesias estaban cerradas por un problema que había entre el gobierno y la iglesia, incluso en ese tiempo llegaron a matar algunos sacerdotes por hacer misas, confesar y bautizar a escondidas.

Estuvieron un tiempo en Tacuba y después se fueron para Amealco, en el viaje de regreso me platicó mi mamá en que forma fue que murió mi hermana Manuelita. Ya en Amealco recogieron a mis hermanos Juan y Carmen que se habían quedado con mi abuela Isabel, porque manuelita había muerto.

Ya reunidos mis papás con mis dos hermanos y yo vivimos en un lugar que mi mamá mencionaba como «El Batán», en una ranchería fuera del pueblo de Amealco. Allí nació otro hermano al que le pusieron por nombre Eleuterio o sea el quinto hermano, por este tiempo nos fuimos a vivir con la abuela Isabel Sotelo, en su casa pero antes de ir a vivir con ella fuimos a casa de mi mamá, y me traía en brazos a mi hermano Eleuterio, cuando regresamos para la casa de mi mamá, llevaba un caballo con una cuerda, yo iba caminando a un lado de mi mamá, vi un hongo cerca de las patas del caballo y me pegó con su pesuña en la cabeza, desde luego me hirió; mi mamá al ver que ya sangraba e inconsciente me cargo en sus brazos y gritó a mis hermanos. Cuando volví, recuerdo que iba a un lado de mi hermano, ambos en brazos de mi mamá y el caballo lo dejó libre. Ese caballo era de mi papá, el caballo era arisco, lo que pasó fue que me acerqué muy rápido al caballo, el golpe fue suave, porque de lo contrario me habría matado, hasta la fecha tengo la marca de la pesuña en el cráneo. Ya estando viviendo con la abuelita fui creciendo, mi papá se iba a tocar a las fiestas de cumpleaños, casamientos y bautizos, con otros dos compañeros, también compro ganado y lo llevaba a vender al Real del Oro, a veces mataba borregos y vendía la carne, el menudo lo dejaba para mi mamá, lo cocía y comíamos muy sabroso, bien preparado.

Nació el sexto hijo, Gomercindo; la séptima, María; la octava fue Mónica y la novena Guadalupe. Crecimos todos allí, el lugar se llama San Diego, en una loma, tenía 6 años cuando me fui de vaquero con unos vecinos, no duré allí. Regresé a casa y acompañé a la abuela de mi mamá a cuidar las vacas, su nombre era Anastasia Correa y era la más chica de cinco hermanos. Se casó la tía cuando tenía 14 años, con un señor mayor, él se llamaba Ramón Rodríguez, la abuela se fue con su hija Faustina y su yerno Celestino Laguna, yo extrañé mucho a la abuela, le pedía a mi papá que me dejara ir a vivir con ellos porque extrañaba mucho a mi abuelita, le insistí mucho hasta que acepto dejarme ir, me monto al burro y estuvo al pendiente que no me tirara el animal. Llegué hasta la casa donde vivía mi abuelita y su hija Fátima; me quedé a vivir con ella y cuidé las vacas con mis primos José, Justo Guadalupe y Teresa. Pasó el tiempo y mis tíos y mis primos se fueron a vivir a México, Distrito Federal. Me quedé solo con la abuela, yo me encargaba de ordeñar las vacas y ella se iba a vender la leche a Amealco. Nos ofrecieron un rancho para sembrar a medias en San Miguel Tlaxcaltepec en 1947, en ese año surge la fiebre apestosa, afecto a mucha gente, mató a miles de reses antes de que se logrará controlar ese mal bovino.

Yo tenía 15 años cuando conocí a una jovencita de 13 años que se llamaba Lidia Rodríguez, nos hicimos novios y más adelante nos casamos el 9 de septiembre de 1949, en la parroquia de Amealco. De allí nos fuimos a vivir a la manzana de un ejido de la hacienda de La Piedad, ahí trituran con arado de madera las parcelas e hicimos una casita de cantera rosa, tenía un cuarto y una cocina con su corredor y con techo de teja. Lidia y yo estábamos muy contentos por nuestra casita, aunque muy humilde, pero la teníamos al fin. En siete meses terminamos la casita, era el mes de abril, recuerdo que era Semana Santa y mis hermanos Carmen y Eleuterio fueron a ver a mi mamá, ella vivía cerca de nosotros. Venían de México a trabajar en la fábrica de cigarros “El Águila” y mi hermano Eleuterio me dijo que me fuera con ellos porque el día lunes entraría a trabajar, cuando llegamos a Amealco nos encontramos con la abuela Isabel quién me pregunto si me iría a México, le comenté que Lidia se quedaría y me dijo la abuela que nos fuéramos los dos porque a ella la iban a molestar los hombres y porque me podría buscar otra mujer ya estando en México. Y fue así fue, nos fuimos los dos para México, arrimados con la tía Faustina, hermana de mi mamá, su marido era velador en un almacén de la mina.

No entre a trabajar como decía mi hermano, trabajé con los albañiles, después de velador en una bodega, allí nos quedamos Lidia y yo. Me dio la fiebre tifoidea y me llevaron al hospital general, cuando salí regresamos a la manzana, precisamente en Amealco y mi hermano Juan me dijo que se iba con su mujer para México, me pidió que entregará las parcelas y vendiera todo para después llevarle el dinero a México, y así fue, vendí todo lo de mi hermano y la mía y Lidia y yo nos fuimos otra vez a México, para entonces Lidia ya estaba embarazada. Una vez en México intenté entrar a la cigarrera y lo logré, había días que tenía trabajo y otras no, así paso un año y el dinero se terminó, con lo poco que sobraba le dije a Lidia que me preparara unas tortas para irme a buscar trabajo en un puente del rio consulado para ver si con suerte algún camión de carga me aceptaba. Un caminero que cargaba lamina rosa me aceptó y me pagaba siete pesos al día. Cuando un chofer llevaba el camión donde se guardan los camiones, en la oficina les pedí ocho pesos prestados, llegué a la casa gustoso pus llevaba ocho pesos, ya éramos tres, pues había nacido nuestro primer hijo al que registramos con el nombre de Gaudencio y bautizamos con el nombre de Rodolfo, por sugerencia del padrino. Trabajé como machetero por tres meses, luego pedí trabajo en donde subían carga de lámina, allí llegaba de Monclova, Coahuila, calibramos lamina y descargamos los furgones, allí estuve tres años.

Regrese a la fábrica de cigarros para ver si ahora ya me aceptaban, pues ya había dado mi servicio militar y ya contaba con mi cartilla, ya que era por eso que no me dejaban trabajar antes. Me presenté al sindicato y me dijeron que me presentará con el personal estable, como extra me dieron contrato por seis meses.

Nació mi hija Lupe, ya éramos cuatro con mi esposa Lidia. Lupe nació el 7 de febrero de 1953.

La planta me la dieron en diciembre de 1953, ya contábamos con seguro social, mi hermano Eleuterio me decía que después de salir del trabajo estaría bien que nos inscribiéramos en la escuela nocturna, sabíamos leer y escribir pero no habíamos asistido a una escuela y así lo hicimos, cuando íbamos a terminar sexto año el maestro nos dijo que necesitábamos el acta de nacimiento, mi mamacita busco el acta de mi hermano y yo la de Eleuterio, si la encontré pero la mía no, la que hayo fue la de bautizo pero me faltaba la del registro civil, traté de informarme en el registro civil de Tacuba pero no estaba registrado. Fui al registro de la delegación Azcapotzalco y me dijeron que asistiera con mi mamá, y nos presentamos al registro para que me registraran en 1954, mi mamá y yo no nos habíamos puesto de acuerdo del lugar de mi nacimiento, y cuando pregunto la secretaria en donde había nacido, mi mamá contesto que en Av. Azcapotzalco con número 23 del Distrito Federal; quise aclarar que no, pero me quede callado porque lo que yo quería era el acta para mi certificado de primaria. Ahora soy nacido en San Juan del Rio, Querétaro y en el Distrito Federal y a mi hermano Eleuterio no le llamamos así, si no Florencio y como mi papá encontró en su acta que no se llamaba Florencio si no Eleuterio, tuvo que hacer un juicio para cambiar su nombre en todos sus documentos del trabajo, de la cartilla militar y seguro social.

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