El efecto Patagones

 El efecto Patagones

La Masacre escolar de Carmen de Patagones, fue un incidente que ocurrió el 28 de septiembre de 2004, en el instituto N° 202 Islas Malvinas, de Carmen de Patagones, en la Provincia de Buenos Aires en el cual un alumno, Rafael Solich, disparó contra sus compañeros de aula, provocando víctimas: 3 muertos y 5 heridos. Disparó 13 veces, con la Browning 9 MM, de su padre.

Los investigadores policiales, establecieron que Rafael, se había cansado de que sus compañeros se burlaran de él por su forma de vestirse y sus gusto musicales. Era un chico, que nunca pudo lograr la empatía, con sus compañeros de grado. Este era un caso de acoso escolar, pero con un final extremo.

 El acoso escolar, es una conducta de hostigamiento de persecución física o psicológica que realiza un alumno contra otro, a quien elige como blanco de repetidas ataques.

 Es alarmante como este tipo de caso y la violencia escolar en general ha crecido en los últimos años en los establecimientos educativos del país. Estos acosos, están atravesado en las diferentes prácticas institucionales como, las escuelas, institutos, espacios recreativos y terapéuticos; cada sujeto (maestro, preceptor, profesores, terapeuta, padre, madre y los adolescente). []

El efecto Patagones, fue un antes y después, con respecto a la violencia escolar y se promovió un debate un acerca de las problemáticas.  

El miedo de que vuelva a ocurrir, un hecho de estas características, pone una sobre carga a los educadores, en cuanto a sus responsabilidades. Donde muchas veces cuando un adolecente no se puede adaptar, y por lo contrario  pone al descubierto sus asuntos personales, el sistema educativo, no consigue el involucramiento, y no llega  a ser motivo de reflexión, no ceden hasta lograr la exclusión.

El efecto traumático, en el plano social,  lo que provoco es que se pusiera más atención sobre los indicios y supuestas señales “de peligrosidad para sí mismo y para terceros” que tiene que ver con una manera de relación los otros. El modo en el cual, se transmite la angustia, es un decir sin palabras, que se desliza  en el continuo del sufrimiento subjetivo y bajo el riesgo de la plasmación psicopatológica.

Los dos roles dejan vislumbrar conflictos para relacionarse. Tanto el acosado como el acosador son víctimas. Sin embargo los hostigadores no llegan al consultorio, de hecho por sus propios padres, que sostienen que son líderes.

La participación donde docentes, padres y alumnos  es primordial para que se puedan prevenir y solucionar situaciones violentas.

...