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siempre busca tener más que el otro y somos capaces de hacer lo que sea por ser idolatrados, admirados y obedecidos por los demás.

Capitulo III: A ver quién manda aquí

Los hombres tienen la necesidad de obedecer a alguien siempre y cuando ese alguien de indicios o muestre ser superior a nosotros, sino, no lo aceptamos. Lo que nos hace aceptar a un mandatario es la idolatría, el endiosarlo. Antes era el más fuerte el que mandaba, o el más sabio, el que más guerras ganaba. Después fue el que mejores convenios hacía con las demás sociedades y que brindaba una “paz” más conveniente. Los que mandaban eran descendientes de héroes, de seres míticos, o incluso de dioses (según ellos o según eso se decía). Unos nacían para mandar y otros nacían para obedecer. Entonces llegaron los griegos con sus ideas revolucionarias y todo comenzó a cambiar.

Capitulo IV: La gran invención griega

La democracia una idea revolucionaria que vino a romper con los estereotipos de mandatarios endiosados. Vino a cambiar la forma de pensar de la gente, todos eran iguales pero no indistintos. Ahora la polis (como llamaban los griegos a su comunidad ciudadana) podía promulgar leyes o abolirlas, si no funcionaban. Ya no era un solo hombre el que imponía las leyes ahora era la polis y todos debían obedecer por igual. Ya no gobernaba la voluntad enigmática de los dioses, ahora gobernaba la libertad

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