Celulas Madre
arelyruizcruz6 de Abril de 2015
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¿Qué es una célula madre? ¿Dónde podemos
encontrar las células madre? ¿Para qué sirven las
células madre en el individuo adulto? ¿Cuantas
tenemos? ¿Qué podemos esperar de la revolución
tecnológico-terapéutica que se nos avecina?
Buenas preguntas que tienen una respuesta
cambiante cada semana que transcurre.
El misterio de la vida se concreta, desde una
perspectiva meramente biológica, en cómo la
complejidad de un organismo se encuentra preprogramada
en un minúsculo embrión (zigoto).
Cuanto más ampliamos nuestro conocimiento
molecular y celular, más lejos nos parece estar
del maravilloso modelo de regulación (a corto,
medio y largo plazo) que se encierra en esa
célula.
El zigoto, tras su implantación, y con la ayuda
del ambiente propicio aportado por las estructuras
maternas, desarrolla todo su potencial
biológico, generando una constelación estructurada
de tipos celulares cuyo resultado final es
un nuevo organismo.
Durante los estadios tempranos del desarrollo
embrionario se pueden identificar y aislar
células con capacidad «totipotencial», término
que se emplea para indicar que a partir de ellas
se pueden generar todos los tipos celulares del
organismo adulto. Estas células totipotenciales
embrionarias se denominan células madre
(también conocidas como células stem –del
inglés–, o células troncales). En ratón, hace más
de 20 años (Martín, 1981; Evans et al., 1981;
Bradley et al., 1984) aislaron y caracterizaron
líneas celulares (fig. 1) con estas características
(embryonic stem cells, ES), obtenidas de la masa
interna de embriones en estadios tempranos
de desarrollo, denominado blastocisto (Bongso
et al., 1994).
La caracterización inicial de estas células madre
permitió el establecimiento indefinido in vitro
de líneas celulares capaces de dar origen a un
ratón indistinguible de sus congéneres, siendo
además capaces de trasmitir su información en la línea germinal. Posteriormente se demostró
la posibilidad de su manipulación génica convirtiéndose
en células clave para la generación de
modelos animales capaces de desarrollar enfermedades
análogas a las presentes en humanos
para el estudio de enfermedades humanas y en
una herramienta insustituible para desvelar la
función de los genes in vivo. La trascendencia de
este cuerpo de trabajo para el desarrollo de la
biomedicina moderna ha sido reconocida mediante
la concesión del premio Nobel de Fisiología
o Medicina (2007) a los doctores Mario R.
Capecchi, sir Martin J. Evans y Oliver Smithies.
Sin embargo, el concepto de CM se origina
mucho antes (Ferrebee et al., 1958), y deriva
de los trabajos pioneros que permitieron desarrollar
el trasplante de médula ósea y salvar
muchas vidas. La médula ósea es el órgano donde se producen las células sanguíneas a partir
de distintos «progenitores» mediante una organización
piramidal (fig. 2) que, tras ejecutar un
complejo programa de desarrollo, originan los
cientos de millones de células funcionales que
necesita el organismo diariamente en su sangre
y órganos linfoides secundarios (donde madura
la respuesta inmunitaria).
El «truco» es que el funcionamiento de por
vida de este dinámico sistema (linfohematopoyético)
está garantizado si se consigue mantener
un pequeño número de células madre
(0,01-0,1% de la celularidad de la médula
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