El aborto: ¿es o no es un asesinato?

El aborto: ¿es o no es un asesinato?

El aborto es un tema afectante, toca la vida. Nos toca en nuestras convicciones y creencias, en lo que somos como resultado de la educación que se ha implementado durante milenios; toca las normas y valores, la parte religiosa, aspectos culturales e ideologías políticas y no dejar atrás la economía; por todo esto es que es tan estorboso.

Este ha dejado de ser un asunto “personal” y un tema de discusión solo de gente especialista en el manejo para transformarse en un asunto político y de dominio  público.

Según la iglesia católica y las enseñanzas morales a las que nos han influenciado frente a esta situación, la vida se da desde el mismo momento en que se es concebido y por esto debe respetarse en sus distintos procesos de evolución y desarrollo humano sin ninguna diferencia. Pero con la gran importancia de las autoridades eclesiásticas sobre la política y la sociedad se ha ejercido una gran presión de poder sobre los legisladores a pesar de que la constitución de 1991 reconoce y protege la diversidad en diferentes aspectos culturales como la libertad de culto, libertad de expresión para que se entiendan una variedad de patrones éticos y morales, religiosos y laicos de los cuales se puede considerar el aborto. Entre ellos está la conciencia, donde se deja a un lado el miedo del pecado y deja que la pareja puedan tomar el control natal (claro está, sin quitarle la autonomía a la mujer de elegir), dándole importancia a sus percepciones.

Teniendo una visión desde el ámbito social, no todas las mujeres cuentan con un apoyo de su familia y mucho menos con el de su pareja y la presión para abortar se hace más fuerte. Todo se resume a las clases sociales. Por ejemplo, en los sectores bajos siempre se encontrará la sensación de desamparo y la falta de recursos, pues en algunos casos la situación es tan conflictiva que pueden llegar a cuatro o cinco hijos sin pretender perder el control ante uno más; en la clase media la intimidación puede llegar por las altas expectativas que se construyen alrededor de las hijas. Un embarazo en este caso aparecería como limitación a las expectativas que se puedan alcanzar y abortar sería la única alternativa para responder a esas expectativas; y por último no tan alejada del ámbito social medio está el sector alto, donde es inadecuado por el “qué dirán” puesto a que en ese momento la gestación es incompatible con los proyectos personales y profesionales.

Es por esto entonces que el interés del hombre por el aborto de la mujer tiene mucho que ver con la relación que tenga con esta y no tanto con el hijo mismo. Si la relación es profunda, hay resistencia al tomar la decisión, pero si no lo es, tiende a ver desinterés por parte de este lo que crea un sentimentalismo por parte de la mujer causando diferentes daños psicológicos. En Colombia no se les habla de un instinto paternal, no se asimila hombría con paternidad en la intimidad y lo personal.

La maternidad no está en cuestión, la paternidad si lo está. Hay que sacar este tema de la clandestinidad y que el apoyo por la parte pública sea visible porque muchas muertes son causadas porque no se da un seguimiento por parte del estado para las mujeres de bajos recursos.

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