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Horno Solas


Enviado por   •  2 de Julio de 2012  •  419 Palabras (2 Páginas)  •  418 Visitas

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Las Armas Químicas No Letales.

La JNLWD incorpora los más recientes logros tecnológicos de la poderosa industria farmacéutica con el fin de crear este ingenioso tipo de armas que pretende aniquilar a los humanos en forma incruenta y silenciosa. Se trata de una verdadera intoxicación masiva que puede incluir desde la parálisis neuromuscular de los individuos hasta su catatonia generalizada. Para encubrir a las “armas químicas no letales” (AQNL) con una aureola de legitimidad, y que puedan ser usadas como simples gases lacrimógenos, el Pentágono intenta promoverlas como nuevos medios químicos de combate contra los disturbios callejeros y el terrorismo. Durante la ratificación de la CAQ, el Congreso de Estados Unidos realizó 28 correcciones que reducen considerablemente la inspección internacional bajo el pretexto de "proteger la seguridad nacional", que impiden el monitoreo en las instalaciones y llegan hasta prohibir la toma de muestras y su análisis en laboratorios fuera de Estados Unidos. Cabe señalar la brutal presión que ejerce Estados Unidos sobre Rusia, que posee la mayor dotación de armas químicas en el mundo, mediante una doble política deliberadamente contradictoria: por un lado, se comporta como el líder de la destrucción de armas químicas en la tribuna de la OPCW y, por otro, utiliza obstáculos técnicos y financieros para atrasar la consecución de su abolición.

¿Armas no letales? Hace 60 años que el Pentágono y la CIA experimentan la posibilidad de obtener agentes bioquímicos para contener a multitudes enardecidas o aniquilar al enemigo en el campo de batalla, inducirles el sueño o efectos similares que faciliten su captura y/o matanza. En el marco del proyecto paradójicamente bautizado “Luz solar”, durante la Guerra Fría se elaboró con esos fines el compuesto BZ, pariente de la escopolamina, un alcaloide vegetal sumamente tóxico. Esta tecnología ha avanzado desde entonces y dicen que no mata. Se pretende que no son armas letales, pero el investigador Neil Davidson de la Universidad de Bradford ha señalado que, incluso así, “alteran la actividad reguladora superior del sistema nervioso central con efectos que pueden durar horas o días”

No matan, pero pueden dejar secuelas permanentes, lo que provoca un efecto añadido muy apreciado por los señores de la guerra: sale más a cuenta dejar heridos que muertos. Un herido supone una dura carga para su bando, tanto por los gastos de sanidad como porque desmoraliza al ejército. Aunque se dice que la mayoría de estas armas no hieren, sino que dejan fuera de combate al enemigo durante un período de tiempo, no se han comprobado los efectos a largo plazo.

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