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La Ceguedad.


Enviado por   •  22 de Abril de 2013  •  428 Palabras (2 Páginas)  •  286 Visitas

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La delegada danesa me alargó la mano, esbozando una sonrisa luminosa.

Pero, aunque ella probablemente no lo sabía, yo captaba perfectamente el asco que le generaba. Así es que tuve que esforzarme mucho para tenderle mi mano, dibujando también una sonrisa igual de luminosa y de vacía.

Soy consciente de mi presencia. Bajo, obeso, decididamente feo… y con acné. Pero aún así, no me puedo acostumbrar ni puedo aceptar el tremendo asco que eso le genera a tanta gente.

Ni mi familia puede entender cómo, con ese aspecto, fui aceptado en el cuerpo diplomático.

Hace ya de ello… cuánto? Más de tres años!

Iba caminando por la calle, ensimismado en mis pensamientos. Por eso, y sobretodo estando la calle tan desierta, me tomó de sorpresa el golpe en el hombro… Me di vuelta indignado, dispuesto a regalarle al insolente un dolor de cabeza que le duraría por lo menos una semana.

Me dí vuelta para enfocarlo, y allí recibí el puñetazo en el estómago, que me sorprendió más aún… y ya no vi más nada.

Cuando me desperté, estaba en una habitación completamente opaca a mis pensamientos. Nunca había visto o sentido nada igual. Detrás de una pequeña ventana de vidrio había tres personas, dos hombres y una mujer.

Telépatas, como yo. Ninguno de ellos tenía ni siquiera la mitad de mi fuerza telepática, pero entre los tres, me dominaban con facilidad.

Además, yo estaba cansado y hambriento.

La puerta se abrió, y la cabeza casi me estalla. Vi una silueta recortada contra la fuerte luz. Esa sería la primera y la última vez que me encontraría frente a frente con mi comandante.

Llevaba puesto un sombrero, tan opaco a mis pensamientos, como las paredes de la habitación.

Me explicó brevemente que desde ese momento yo pasaba a ser agente del gobierno. Es un cargo absolutamente voluntario. La alternativa, como me dieron a entender sin lugar a dudas, era ser “voluntario” en los laboratorios de la DARPA, donde probablemente me tendrían atado a una cama por el resto de mis días.

Así que me alisté como voluntario, y no me puedo quejar. Me pagan muy bien, y viajo por todo el mundo acompañando al cuerpo diplomático.

Oficialmente, por supuesto, SOY PARTE del cuerpo diplomático.

No sé cuántos telépatas hay en el mundo. Creo que muy, pero muy pocos.

Mientras la delegada danesa me daba la mano con todas las intenciones de quitarla cuanto antes, yo pensaba disgustado…

Qué

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